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Muelle Melbourne Clark: o cómo el arte cambió el destino bélico y salitrero de un sitio histórico

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 29.08.2019
Muelle Melbourne Clark: o cómo el arte cambió el destino bélico y salitrero de un sitio histórico 69245948_2923469461056346_1526578883355213824_o |
Bajo el lema Destino el festival de arte contemporáneo SACO en su octava versión invitó a 7 artistas a intervenir el muelle Melbourne Clark de Antofagasta, en una tradición que el certamen inició hace cuatro años y que busca torcer el destino del muelle y transformarlo en un espacio para llevar arte contemporáneo al ciudadano común.

A dos cuadras de la plaza de Armas se encuentra el muelle Melbourne Clark, inaugurado en 1880 por la compañía salitrera del mismo nombre, como primer muelle de carga para transportar el mineral que salía de la ciudad. Al internarse por la bella estructura que aún conserva el piso de maderas de roble y pino oregón, y los rieles de acero originales, lo primero con que el visitante ocasional se encontrará son varias carpas de distintos colores de las que asoman maniquíes que pasan por figuras humanas, con ropa adquirida por el artista venezolano-peruano Marcos Temoche en los mercados de ropa de segunda cercanos. Any Where, se llama su instalación, como dando cuenta de que cualquier lugar puede ser guarida, casa, hogar. Si se considera que aquí mismo desembarcaron en otra época los nuevos habitantes que darían vida a la ciudad, todo cobra sentido. Más aún, si se piensa que en un tiempo muy posterior de abandono y olvido, este muelle patrimonial sirvió de refugio para personas sin techo.

Ayer y hoy

El artista quiso probar el impacto de su obra situando primero las carpas afuera de la oficina de inmigración. Algunos hasta se atrevieron a entrar y acostarse en ellas. El revuelo mediático no se hizo esperar, por lo sensible del tema de la migración en el país, y en especial en el Norte Grande. Nadie pensó que se trataba tan solo de una acción de arte y no de un montaje político. “Haber hecho esa pequeña manifestación da cuenta de un problema latente: el pánico y cómo la gente se deja manipular sin conocimiento previo. Generó una sensibilización, que es lo que busca mi trabajo. También abrir el diálogo a diferentes temas como la migración selectiva, y a cómo se manejan las políticas de migración. Se logró uno de los objetivos claves: que a través de estos gestos poéticos podemos generar una reflexión directa en todas las personas que reciben estas piezas”, dice Temoche.

Tal como el tema del festival, el destino del muelle fue cambiando y no pasaron muchos años hasta que comenzaron a desembarcar también pasajeros y un 14 de febrero de 1879 las tropas chilenas que se anexaron la ciudad dando inicio a la Guerra del Pacífico, episodio que marcaría tan profundamente a la región, primero bajo bandera boliviana, posteriormente chilena. Declarado monumento histórico en 1978, comenzó a deteriorarse por el paso del tiempo y los efectos del mar. En el abandono, se había convertido hasta en refugio de personas sin casa, sufriendo incendios y estando al borde del derrumbe, hasta que el 2010 fue clausurado. Se reabrió recién el 2015 tras un intenso proceso de restauración, convirtiéndose en un lugar de paseo obligado para turistas y antofagastinos.

Las exhibiciones del festival de arte contemporáneo SACO en el muelle comenzaron el 2016, pasando a ser la parte más esperada y con mayor número de visitantes del certamen, en una labor educativa y democratizadora que pone el arte al alcance del ciudadano común. “Se recontextualiza toda esa carga bélica y el espacio de vuelve un espacio de diálogo, lo que se contrapone a sus raíces históricas. Se abre el debate, el diálogo, la apertura hacia diferentes pensamientos. Ese es un gran aporte: que se relacione con la historia del muelle, pero en una recontextualización a partir de la sensibilidad que genera el arte”, explica Marcos Temoche. 

Al abordaje muchachos

Una vez sorteadas las carpas multicolores, aparecen unas sillas de arbitraje puestas en círculo que permiten a los participantes observar el mar, el muelle y a los demás, generando interacción y momentos de recogimiento. Fotografías en vinilos adheridos al piso de vidrio que permite ver el mar y las viejas estructuras del muelle, muestran la travesía de la artista brasileña Patricia Teles, quien viajó por tierra desde Río de Janeiro hasta Antofagasta. “Hace días que volví a Brasil, pero sigo en Antofagasta”, escribe la autora de la obra El otro lado del continente desde su lugar de residencia. “Creo que es una iniciativa brillante del festival SACO promover una exposición artística en un sitio histórico de Antofagasta, un espacio público y abierto, porque subraya que el arte está más allá del cubo blanco, del espacio cerrado de los museos. Además, me encanta cómo los siete trabajos abordan de modo distinto el tema Destino; es un lindo trabajo de la curaduría”, subraya.

Este año bajo el tema Destino, siete artistas fueron seleccionados para realizar obras especialmente creadas para este lugar. Todos con motivaciones distintas, de lo político a lo personal, de la bitácora de viaje a abrir preguntas respecto a la migración. Invitando al visitante sobre todo a perderle el miedo al arte contemporáneo, para atreverse a tocar y vivir la experiencia que proponen las obras. La vista se pierde hasta más allá del horizonte en medio de esculturas que imitan siluetas humanas como si se desprendieran de las nubes, estructuras que cuelgan o que invitan a sentarse o incluso a acostarse en el muelle, a pensar en el pasado y en el porvenir de este lugar patrimonial, acompañados además por mediadores  formados por el festival, que se encargan de entregar información y guiar al público para que puedan comprender mejor lo que está viendo. “La gente no espera ver obras de arte y menos una experiencia a partir de la mediación. Su suscita esta sorpresa en personas que van a pasear o pescar al muelle, o que van en bicicleta, y al encontrarse con estas obras salen de ese estado de paseo. SACO reconoce la importancia de lo público en este espacio, generando una verdadera convivencia ciudadana”, dice el encargado de mediación del festival, Gabriel Navia.

“En una ciudad y zona del país donde la inexistencia de museos y escuelas de arte determinan el contacto de las personas con las disciplinas ligadas al arte contemporáneo, es fundamental encontrar otros modelos “institucionales” desde los que generar un vínculo con ellos. Cambiando así la lógica del “abordaje” como una forma de asalto a un eventual enemigo en un combate bélico, por un abordaje desde la visualidad, en el que quienes visitan la costanera se vean insertos en una serie de acontecimientos que interrumpen sus cotidianidades ampliando así los imaginarios y posibilitando nuevos escenarios de discusión y debate de ideas”, señala el artista y curador Andrés Vial, uno de los jurados que seleccionó a los artistas que intervinieron el muelle.

La exhibición estará abierta al público hasta el 5 de septiembre y ya ha sido visitada por más de 20 mil personas.

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