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Mon Laferte: exceso de querer

Por: core | Publicado: 14.09.2019
Mon Laferte: exceso de querer Mon Laferte – Movistar Arena 2019 | Carlos Müller
Convertida en una de las referentes absolutas de nuestra música pop, la pasada noche de viernes Mon Laferte agitó y emocionó al público que llenó el Movistar Arena. La viñamarina, que ya había tenido paso exitoso en varias ciudades del país presentando «la gira de Norma», consolidó su fenómeno y deja alta las expectativas para su regreso a la Quinta Vergara en febrero próximo.

Tal como se lee. Exceso de querer, esas ansias por pavimentar un camino con talento y orgullo latino, posiciona a Mon Laferte en un sitial relevante de la música del cono sur americano. Las razones son demostradas una y otra vez al ver su directo, “La gira de Norma” cerró anoche su recorrido por el país y la chilena montó un espectáculo que contó con diez músicos en escena, una banda de lujo configurada por los chilenos Rulo en el bajo, Cancamusa en la batería y Sebastián Aracena en la guitarra, entre otros.

Anticipando el color y la teatralidad de la que seriamos testigos, la jornada se inició con ‘La vida color de rosa’ de Édith Piaf. Poco a poco el escenario se completaba con los integrantes vestidos con overoles blancos y ella con uno rojo. La cumbia fue el género elegido para el primer bloque, donde los bronces y percusiones se robaron la película, nada que envidiar a las grandes orquestas tropicales con el gran Tito Rodríguez a la cabeza. La balada ‘Quédate esta noche’ abrió al segmento de bolero pop, seguido de ‘Funeral’ y ‘La trenza’, con Pascuala Ilabaca como invitada; momento estelar de la noche cuyos elementos fueron tan solo Laferte y su guitarra e Ilabaca y su acordeón, sumado a aquellas voces privilegiadas que erizaron a un Movistar Arena abarrotado.

La cadencia de ‘Chilango blues’, la oscuridad femenina de ‘Canción de mierda’ y ‘Paisaje japonés’ configuraron el bloque de estrenos, tres canciones post “Norma” (2018) cuyas propuestas estéticas y discursivas demuestran el momento creativo de la viñamarina. Centrada en la paleta de rojizos, la mencionada estética del show fue encendida con visuales que proyectaban corazones de neón, tacones, noches de lluvia, gatos de la suerte, atardeceres y sangre. Sangre de rojo carmesí.

Carlos Müller

Llegado el momento del cambio de vestuario, la mujer tras ‘Amor completo’ se enfundó en un vestido fucsia de látex —que podría haber tomado como inspiración a Madonna en el clip de ‘Material girl’— con encajes y vuelos que dejaban ver sus axilas sin depilar, una clara señal punk y feminista, que colabora a normalizar y dejar de lado la tortura a la que las mujeres hemos sido sometidas por siglos.

A esas alturas, el concierto ya sumaba casi dos horas y Laferte se meneaba al son de ‘El mambo’ y ‘No te fumes mi marihuana’, se arrojaba al público y lanzaba pastel a la audiencia. Loca, atrevida y frontal, características que son parte de una propuesta artística que es perfeccionada con el dramatismo de ‘Mi buen amor’ y ‘Tu falta de querer’, coreadas a todo pulmón por la ferviente audiencia.

Al analizar el espectáculo de la artista, es fácil detectar similitudes con grandes personalidades de la música pop como Gilda, Selena, Lhasa de Sela, Carmen Miranda, Chabela Vargas y, como no, Cecilia. Todas destacadas exponentes de los ritmos latinoamericanos de las que Mon Laferte se alimentó para dar vida a lo que es hoy, una artista con identidad y profesionalismo. Probablemente, “La gira de Norma” es el mejor espectáculo que la chilena ha desplegado hasta ahora.

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