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Opinión

Chile-Bolivia: Desafíos de la Paradiplomacia Transfronteriza a un año del fallo de La Haya

Por: Mauricio Burgos | Publicado: 01.10.2019
Chile-Bolivia: Desafíos de la Paradiplomacia Transfronteriza a un año del fallo de La Haya propuesta corredor chile bolivia | Corredor al norte de Arica propuesta como solución al conflicto marítimo
Tal vez es el primer salto cualitativo para hacer de América del Sur y del Cono Sur una zona libre de populismos nacionalistas, un polo desarrollo humano sin exclusiones y un trampolín para el progreso de las regiones transfronterizas y sus habitantes.

Este 1 de octubre se cumple una fecha relevante para Chile, Bolivia y América Latina, en el marco del desarrollo y evolución del derecho internacional y el derecho de los pueblos. Ha pasado un año desde que la Corte Internacional de Justicia determinó por 12 votos a favor y tres en contra, que Chile no tenía obligación de negociar una salida al mar con soberanía para Bolivia, decisión basada en el respeto irrestricto de los tratados internacionales entre estados.  

Una definición que marca un antes y un después en la relación transfronteriza de Chile con sus vecinos, que de inmediato hace surgir innumerables preguntas sobre las relaciones futuras que deben tener los países de América Latina. Y que puede derivar en recomponer o no las relaciones, generar nuevos lazos de amistad,  implementar el comercio o activar el proteccionismo, establecer una alianza cultural o potenciar el aislacionismo.

En síntesis, una nueva forma de conexión que las autoridades chilenas y bolivianas han definido como el “diálogo fundamental entre los pueblos”.  

Se trata, entonces, de una nueva mirada que claramente puede avanzar desde los gobiernos subnacionales, implementando lo que el destacado académico Zidane Zeraoui conceptualiza como “Paradiplomacia”, en su libro “Teoría y Práctica de la Paradiplomacia”. Pero teniendo siempre sobre la mesa una relación transfronteriza con antecedentes históricos de encuentros y desencuentros, como la Guerra del Pacífico, el Tratado de 1904, y la demanda de Bolivia contra Chile presentada en 2013 en La Haya. Un constructo histórico-político que podría transformar a la paradiplomacia en una oportunidad.

Es un desafío político, económico, cultural y social que puede cambiar el modelo de las relaciones internacionales, en el marco de una globalización que avanza, entregando herramientas que permiten renovar o crear nuevas interconexiones entre los gobiernos locales y sus ciudadanos. Pero también gestando los cimientos, o los pilares, de las relaciones transfronterizas en un continente que ha buscado la paz, ha luchado de manera incesante por la integración, aunque con diferencias limítrofes históricas.

Esta situación motiva el desarrollo de una agenda que permita construir, tal como lo plantea Alexander Wendt, nuevos horizontes entre pueblos vecinos, que tienen en la paradiplomacia, un mecanismo diplomático que en un inicio puede abocarse a la baja política o intercambio internacional preliminar entre regiones o ciudades. Pero que luego de un trabajo estratégico, se puede transformar en un mecanismo de solución de controversias, en un camino concreto para la integración real y en una fórmula que permitiría avanzar en la alta política.

Esa visión tiene cabida bajo el concepto de Interdependencia Compleja, donde el Estado ha entendido la importancia de los cambios en un mundo globalizado. Y que tras el fallo de La Haya, abre para Chile, Bolivia y el continente, un espectro de posibilidades donde la paradiplomacia de América del Sur deberá jugar un rol estelar, en un momento especial, tal como lo señala Stefan Sweig en su libro “Momentos Estelares de la Humanidad”.

En ese espacio los liderazgos locales o subnacionales tiene la solución al alcance de sus manos, para correr el cerco e iniciar un camino que permita desarrollar una red flexible, desde un punto de vista diplomático, con el objeto de avanzar en integración y paz social. Puente transfronterizo que los pueblos están dispuestos a cruzar, con bases sólidas radicadas en una paradiplomacia que reconoce los peligros que traen los nacionalismos populistas. Y que en el caso de Chile y Bolivia, encuentran en el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya del 1 de octubre de 2018, una gran oportunidad para dar vuelta la página e iniciar un trabajo serio y responsable.

Estas acciones tienen como grandes beneficiarios a las regiones de Chile y los departamentos de Bolivia, con miles de habitantes que prefieren dar pequeños pasos, pero seguros, donde la lucha contra la pobreza, una mejor salud y educación de calidad, son metas que generan unidad política y fraternidad entre pueblos hermanos.

Pasando del conflicto a la paz social. Cambiando la historia transfronteriza. Redibujando la frontera. Y creando canales estables para las relaciones futuras, porque los gobernantes se van y los pueblos siguen allí.

En ese plano, la paradiplomacia ha dado la prueba de la blancura en el caso de Chile y Argentina, desde una perspectiva formal e informal, con integración profunda entre intendentes y gobernadores que dialogan día a día, tanto a través de los Comités de Integración, como de las oficinas internacionales de intendencias, gobernaciones y alcaldías.

Conexiones paradiplomáticas que en el caso de Chile y Perú, se consolidan entre Tacna y Arica, que podrían mejorar de cara al bicentenario de Perú.

Ahora, las grandes preguntas que surgen en el caso chileno-boliviano, dicen relación con el momento de iniciar el diálogo, saber quiénes serán los liderazgos locales y subnacionales que tomarán el debate en sus manos, si tendrán o no el apoyo de las políticas exteriores de los países incumbentes, y de qué manera se construirá un relato y una institucionalidad que permita consolidar la paradiplomacia, como un actor relevante del sistema internacional.

Tal vez es el primer salto cualitativo para hacer de América del Sur y del Cono Sur una zona libre de populismos nacionalistas, un polo desarrollo humano sin exclusiones y un trampolín para el progreso de las regiones transfronterizas y sus habitantes.

Mauricio Burgos