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Opinión

Perspectiva ecofeminista en torno a Greta Thunberg

Por: Paula Guaquiante Blaskovic | Publicado: 01.10.2019
Perspectiva ecofeminista en torno a Greta Thunberg greta-thunberg-2 |
Se unen el capitalismo y sectores de izquierda contra la imagen de Greta. Esta delirante unión se construye desde la suposición de sus macabras alianzas con el multimillonario judío George Soros (surgida a raíz de una foto manipulada), hasta la negación respecto a la crisis climática, pasando por los egos personales que exigen el reconocimiento de quién luchó antes por tal cosa. Estos “egos personales” se evidencian con críticas que han venido desde vocerías autoproclamadas de la lucha ambientalista, pero no desde las comunidades que viven en carne propia el colapso de los ecosistemas.

Tras la masiva aparición de Greta Thunberg en los medios de prensa, surgen fuertes críticas desde distintas posturas políticas. Están quienes niegan el cambio climático, con la intención de mantener el statu quo capitalista y extractivista, que sostienen que Greta está creando un terror masivo e infundado;  y por otra parte,  un grupo más asociado a sectores de izquierda, cuya crítica es contra la supuesta manipulación de la joven, acusando al lobby del “capitalismo verde” de dar protagonismo a la activista, señalando también que es una visibilización eurocéntrica, que sus demandas fueron y son las de los pueblos originarios de Latinoamérica, que han sido violentamente silenciados y que existe una condición de clase y raza evidente en la importancia que los medios dan a su figura.

Poniendo esto en perspectiva, resulta comprensible la crítica hacia los medios de información, acerca de favorecer un protagonismo blanco y burgués, en desmedro de otros provenientes del mundo o activismo ambientalista ―indígena, por ejemplo―, mas no podemos dejar pasar los duros cuestionamientos dirigidos a la joven de sólo 16 años. Las críticas son de un adultocentrismo desatado, e incluso la invalidan como sujeta de voluntad propia, reforzando la idea poco original de mujeres y niñas marionetas de alguien más. Por otra parte, y no menos grave, estamos hablando de una joven que presenta una condición asociada al autismo, es decir, y siguiendo la lógica de la feminista Amaia Pérez Orozco, nos encontramos frente a sujetos BBVA (Blanco Burgués Varón Adulto) negacionistas y a sus contrapuestos obreros medioambientalistas, adultos y de funcionalidad promedio, haciendo alianza para cuestionar a una niña con autismo.

¿Realmente le estamos pidiendo una posición de clase a una niña sueca con autismo? ¿De verdad esperamos que la posición de clase revolucionaria venga de las clases, razas y territorios dominantes? ¿Estamos cuestionando a los medios de prensa racista y colonial o la cuestionamos a ella? ¿A quién o a quiénes no les conviene la popularidad de la causa defendida por Greta Thunberg?

En este sentido, se unen el capitalismo y sectores de izquierda contra la imagen de Greta. Esta delirante unión se construye desde la suposición de sus macabras alianzas con el multimillonario judío George Soros (surgida a raíz de una foto manipulada), hasta la negación respecto a la crisis climática, pasando por los egos personales que exigen el reconocimiento de quién luchó antes por tal cosa. Estos “egos personales” se evidencian con críticas que han venido desde vocerías autoproclamadas de la lucha ambientalista, pero no desde las comunidades que viven en carne propia el colapso de los ecosistemas. Sin ir más lejos, hasta hoy no se ha viralizado ninguna posición en contra de Thunberg, desde comunidades indígenas, ya que para estas es más importante el mensaje que el mensajero en tiempos de protección extrema de la vida.

Es necesario también comprender que Greta es joven y se está educando en la lucha, aprendiendo que no basta solo con apuntar a la concienciación individual, sino que la lucha es colectiva. Nuestro trabajo como anticapitalistas es pelear para que los debates no terminen solamente en las medidas subsidiarias del Estado liberal.

Los fundamentalismos en Latinoamérica toman una fuerza abrumadora. La consolidación de políticas que atentan contra territorios, mujeres y cuerpos feminizados se ha acelerado. Nos enfrentamos a una lógica de acumulación que expropia la vida humana del planeta, de comunidades y ecosistemas. Frente a este panorama y desde un posicionamiento ecofeminista, no podemos quedarnos solo en críticas hacia la prensa, sin considerar el trasfondo ni tomarle el peso a la importancia que tiene el mensaje en la lucha contra el ecocidio. Necesitamos mantener la sostenibilidad de la vida en su conjunto, que hoy está pendiendo de un hilo.

Pero, ¿quién gana con estas críticas? ¿Quién pierde? ¿Quién es, finalmente, víctima de la manipulación del capitalismo destructor de cuerpos y territorios? ¿Quién “pisa el palito” en el ninguneo a Greta y la lucha ecologista? ¿Con qué consecuencias? Con desacreditar y ridiculizar a la joven no vamos a conseguir terminar con el extractivismo, ni vamos a reducir las emisiones de CO2 y metano en la atmósfera, ni menos vamos a transitar hacia una economía feminista. No podemos culparla a ella por ser blanca, rubia y haber nacido en Europa. La lucha contra el cambio climático y la crisis civilizatoria más grande en la historia de la humanidad requiere aunar voluntades, pueblos y naciones. Requiere acabar por completo con este sistema de opresión capitalista patriarcal y pensar en nuevas formas de organizar la vida y sus cuidados. Las ecofeministas ya lo hacen. Ellas no se encuentran hoy criticando a Thunberg o a Di Caprio, ellas están ya organizadas, ideando nuevas formas de superar el sistema.

Paula Guaquiante Blaskovic