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Proteger a los bosques nativos actuales aporta beneficios de carbono netos inmediatos

Por: Alfredo Unda | Publicado: 02.10.2019
Proteger a los bosques nativos actuales aporta beneficios de carbono netos inmediatos Bosque mediterraneo Chile central |
El cambio climático global avanza muy rápido, sólo quedan dos o tres décadas para impedir que el calentamiento quede fuera de control. Reducir en el año 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a un 80% de los niveles de 1990, y lograr emisiones cero netas en 2040 o 2050 hace imperativo evitar las emisiones ahora, ya no es posible seguir emitiendo y pensar en recuperar almacenamiento en 30 a 60 años.

El manejo forestal desempeña un papel muy particular en la mitigación del cambio climático porque la silvicultura (gestión, protección y uso de bosques) y la agricultura generan emisiones, pero también remueven carbono de la atmósfera. El carbono que acumulan los bosques se almacena en la vegetación (biomasa), el suelo y los productos madereros. Por ello es vital responder a la crisis climática con una política forestal que permita aumentar la biomasa para retirar de la atmósfera el dióxido de carbono (CO2, el principal gas de efecto invernadero), y evitar su emisión.

El cambio climático plantea a Chile grandes desafíos para el manejo forestal, entre ellos, la ocurrencia de megaincendios forestales como el de 2017, la larga sequía que ha afectado a Chile central-sur y la crisis del agua; todo ello ha generado una serie de impactos sociales y ambientales con pérdida de vidas, la quema de extensas superficies plantadas, de bosques naturales e incluso de pueblos rurales, así como la inviabilidad de las plantaciones forestales comerciales en las regiones de Valparaíso y O´Higgins, entre otras pérdidas importantes como la disminución de los recursos de agua, la biodiversidad, etc.

Varios de estos problemas aún continúan y no se ha visto políticas de manejo del carbono forestal que se estén aplicando para reducir las emisiones de GEI y fomentar la protección del carbono almacenado en las 14,6 millones de hectáreas de bosque nativo que existen en Chile, de modo que nuestro país pudiera acreditar que esa es la Contribución Nacional del sector forestal al esfuerzo global.

Nuestros bosques nativos son grandes bancos de carbono y durante las próximas 2 a 3 décadas, el carbono que está almacenado actualmente tiene un valor de tiempo real mucho mayor que el carbono que se pudiese acumular en bosques juveniles contemporáneos, cuyo futuro almacenaje de carbono previsto para varias décadas después, no está asegurado. Este es un punto clave a enfatizar: Mantener los bosques nos da tiempo para desarrollar estrategias de energía alternativa para reducir las emisiones de CO2, para cambiar nuestro comportamiento, y también para establecer un nivel de base de GEI más bajo, reduciendo así el impacto final del calentamiento en los propios bosques.

Los bosques absorben y liberan carbono, lo que resulta en un equilibrio dinámico que cambia con el tiempo, dependiendo de la edad de las masas arbóreas y del tipo e intensidad de la alteración. El equilibrio relativo entre absorción y emisión determina si un ecosistema forestal específico es fuente neta de carbono o sumidero. Dependiendo de cómo funcionan naturalmente y cómo son manejados, los bosques pueden, por lo tanto, contribuir a reducir las emisiones de GEI y el cambio climático, o agravar el problema.

Sin embargo, siempre continúan almacenando megatoneladas de carbono (stock o existencias) mientras haya árboles en el sitio, incluso si están muertos. Tomar en serio el manejo del carbono implica proteger más bosques, especialmente los bosques antiguos ricos en carbono que tienen muchas posibilidades de permanecer en pie durante décadas y siglos (en otras palabras, se debe dar prioridad de protección a los bosques más susceptibles de acumular stocks de larga duración – ejemplos, el tipo forestal siempreverde y otros bosques húmedos).

Los bosques antiguos acumulan carbono constantemente durante siglos. Cuando se cosechan estos bosques, hay una liberación neta de carbono a la atmósfera durante décadas y a veces durante más de un siglo. La corta y extracción de árboles implican no sólo pérdidas en las existencias de carbono sobre y bajo el suelo, sino también tasas más bajas de recuperación de la acumulación durante una o varias décadas, hasta que la cantidad neta de carbono del bosque secundario vuelva a los valores previos a la cosecha. A escala del paisaje, se almacena menos carbono en los bosques usados para la industria que en los bosques nativos no explotados. Las existencias de carbono de los bosques manejados para fines industriales son significativamente menores en promedio que en los bosques naturales no perturbados. A eso hay que agregar las emisiones del madereo, el transporte y de toda la cadena de valor forestal industrial asociada.

El carbono fijado en los bosques nativos chilenos según el Instituto Forestal representaba 5,3 mil millones de tCO2-eq en 2016 en las regiones más relevantes. La deforestación y la degradación forestal, por causas humanas o naturales, traen como consecuencia la reducción del carbono almacenado y la emisión de GEI, así como la pérdida o el deterioro de otros bienes y servicios forestales, poniendo en peligro los medios de subsistencia, las funciones ambientales y múltiples valores socioeconómicos (FAO, 2009).

El caso del bosque nativo chileno es emblemático: debido a su mal uso y abandono emite millones de toneladas anuales de GEI, mientras que su capacidad de almacenaje no es utilizada plenamente. Estudios realizados en bosques del tipo forestal siempre verde dan valores de carbono almacenado de 193 a 662 tC/ha que reflejan tanto el grado de detrimento de los bosques, como revelan el potencial de acumulación de carbono de los bosques degradados, y de los renovables o bosques jóvenes, si se actúa a tiempo para detener el deterioro.

La conservación de los bosques mediante la reducción de la deforestación y la degradación junto con el manejo forestal sustentable, conforman la estrategia a corto plazo más eficaz para la preservación e incremento de las existencias de carbono y es incluible en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Clima (CMNUCC) como mecanismo oficial para cumplir nuestros compromisos país como miembros del Acuerdo sobre el Cambio Climático. La protección forestal eficaz facilitará la fijación de carbono, mientras que el manejo adaptativo de las áreas protegidas da lugar a la conservación de la biodiversidad y a una menor vulnerabilidad al cambio climático.

En términos de mitigación del cambio climático, los beneficios del almacenaje de carbono de los bosques naturales intactos son inmediatos y mayores que otros almacenajes en el sector forestal previstos a futuros, que además no hay certeza que realmente se puedan ejecutar y en cuya implementación se puede incurrir en tasas importantes de emisiones de CO2 en las primeras décadas.

Y no se trata tan sólo de carbono. Los bosques son mucho más que meros colectores de carbono. Los bosques son clave para sostener la red de la vida y la biodiversidad; conservar el capital natural y mantener los servicios ecosistémicos; mantener la conectividad del hábitat; y el fortalecer nuestro Sistema de Soporte de Vida. Los bosques también tienen un profundo significado cultural y espiritual para los seres humanos. Los bosques tienen muchos valores diferentes y proporcionan múltiples bienes y servicios, incluyendo agua limpia, madera, vida silvestre, alimentos y plantas medicinales, otros recursos forestales no madereros, oportunidades recreativas y experiencias estéticas y espirituales.

Si se comprende la urgencia actual de almacenar CO2 en gran escala, ello debe reflejarse en acciones reales para restaurar y promover las formaciones vegetacionales nativas que cubren una gran superficie con CO2 ya almacenado y con un gran potencial de almacenar mucho más. El paradigma ha cambiado: el almacenaje de carbono requiere árboles que permanezcan en pie el mayor tiempo posible, ojalá siglos, para así mantener el carbono almacenado. Además, mantener el carbono forestal que está bajo el nivel del suelo (raíces y materia orgánica) es tan importante como mantener el carbón y el petróleo en el suelo, o al menos minimizar su extracción. Sólo podemos cumplir las metas climáticas si las autoridades adoptan la protección y el manejo forestal sustentable como un componente crítico en la solución del cambio climático.

*El presente artículo fue escrito por Alfredo Unda en colaboración con Carlos Weber, ingeniero Forestal y master en Ciencias Ambientales.

Alfredo Unda