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¿Las locas son las balas?

Por: Dra. María Soledad Ramírez | Publicado: 14.10.2019
¿Las locas son las balas? baltazar | Foto: Agencia Uno
No sabemos quien disparó, pero podríamos suponer que detrás de ese gatillo hay una persona con una profunda desconexión y desregulación. ¿Qué pasa en esa mente? ¿Es la bala la loca? Pues no. ¿Es quien la dispara el loco? Pues tampoco completamente, o al menos únicamente.

¿Por qué tú, Baltazar?

Tú solo dormías, acunado entre tus padres , ajeno a los conflictos de armas o de bandas de narcos, ingenuo al peligro, tan sólo agradecido del calor de tu madre dormida al lado y sin idea de la locura exterior, en la inocente omnipotencia y el cándido egocentrismo de tu corta edad.

¿Qué explicación podrán encontrar algún día tus padres entre la desesperación, el dolor, el desconcierto y la rabia?

Cualquier intento de razonamiento queda corto e insolente, más aún, indolente…

Porque realmente no hay aclaración alguna que valga a la hora de pensar en las condiciones de tu partida.

En la inequidad y desprotección que tantos niños quedan noche a noche, librados al azar de las carencias de tantos adultos… al azar de tantas balas retorcidas que pulsan por descargar con violencia y sin compasión desde mentes también dañadas por años y años.

Pero por qué tendrías tú que entender esto Baltazar, por qué más aún ser terreno de acción de todo esto de manera tan cruda e irreversible…

Tú sólo dormías.

Tú sólo vivías.

Tú sólo descansabas en la confianza absoluta de bienestar que puede dar la compañía tibia de tu mamá cerca tuyo, esa seguridad tan nuclear y necesaria que quizá tantos niños hoy adultos no tuvieron.

Esa que habiendo faltado a tantos, e invisibilizada aún como derecho infantil, hoy deja secuelas tan graves.

Porque la construcción de seguridad en la mente de un niño no es algo que sólo tenga que ver con el vínculo con su madre o su rendimiento escolar. Un vínculo temprano seguro moldeará todo su repertorio social, todas sus herramientas de resolución de problemas en la vida adulta, toda su regulación conductual.

No sabemos quien disparó, pero podríamos suponer que detrás de ese gatillo hay una persona con una profunda desconexión y desregulación. ¿Qué pasa en esa mente? ¿Es la bala la loca? Pues no. ¿Es quien la dispara el loco? Pues tampoco completamente, o al menos únicamente.

¿Qué hay detrás de toda esta violencia?

Probablemente muchos factores, biológicos, psicológicos, sociológicos, políticos, culturales…
Porque a Baltazar no lo mató una bala demente, lo matamos entre todos como sociedad alienada y más loca y desbocada que cualquier bala.

La perturbación viene de mucho antes de que detonara aquella arma, incluso antes de que ésta fuera cargada, antes de que alguien la comprara o robara, antes de que alguien la pensara.

Baltazar es hoy una víctima más de vínculos erráticos y desorganizados que siguen reproduciéndose, y que seguirán propiciando modos relacionales violentos y peligrosos para todos.

Es urgente mejorar muchas brechas sociales, pero de todas estas sin duda una de las más trascendentes es la de la salud mental de nuestros jóvenes y adultos, desde que son niños. Es imperiosa la necesidad de promover mejores ambientes emocionales a nuestros niños. Es inaplazable ya, nos recuerda Baltazar.

Sólo en La Pintana él es por lo menos la tercera víctima menor de edad de bala loca en lo que va de este año.
“Doblegar a los delincuentes”, como declaran ciertas autoridades es llegar tarde.

Podemos apresar a quien disparó, podemos trazar las municiones, aumentar el control de armas, podemos castigar más severamente el narcotráfico, podemos iluminar más las calles….
pero ¿cuándo vamos a iluminar más la niñez de nuestro país?

¿Cuándo podrá integrarse a la comprensión de la violencia social la perspectiva de la salud mental materno-infantil?

Te despedimos con dolor Baltazar, y espero que cada vez más comprometidos con entregar entornos seguros a nuestros niños. No sólo seguros de balas locas sino de violencias y carencias tempranas que generan conductas capaces de acabar con tu vida.

Por favor, pongamos por fin y de una vez la mirada en los momentos donde se cimentan las bases cerebrales de quienes presionan hoy esos gatillos.

No queremos más niños muertos.

Ni por las locuras de las balas ni por la de nuestras mentes…

Dra. María Soledad Ramírez