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Tiempos violentos, noticias revueltas

Por: Ivonne Coñuecar | Publicado: 25.10.2019
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Tomemos un poco de tiempo porque a todos nos duele, son días de revuelta emocional, de espera, de expectativas, de sueños, de esperanza, de miedo, de fuerza. Y de nuevo la rueda, demasiadas emociones que también nos embargan a los cientos de miles de chilenos en el extranjero que quedamos paralizados y disociados entre lo que tenemos que hacer a diario en nuestra vida cotidiana y nuestro país paralizado, militarizado, en una represión dictatorial nunca vista desde el retorno a la democracia.

«Tomemos un poco de tiempo, porque a todos nos duele, son días de revuelta emocional, de espera, de expectativas, de sueños, de esperanza, de miedo, de fuerza. Y de nuevo la rueda, demasiadas emociones que también nos embargan a los cientos de miles de chilenos en el extranjero que quedamos paralizados y disociados entre lo que tenemos que hacer a diario en nuestra vida cotidiana y nuestro país paralizado, militarizado, en una represión dictatorial nunca vista desde el retorno a la democracia.

Como comunicadores sociales sabemos que en una crisis la comunicación lo es todo. Entregar certezas que reduzcan la incertidumbre. Lamentablemente, hoy nos enfrentamos a dos enemigos: la desinformación y las industria de fake news. Desde hace unos días circula una cifra de más de 40 muertos por la represión de Piñera. Incluso hay gente que avala esa cifra y dice que son datos que maneja el Colegio Médico, otros dicen que lo entregó la Comisión Internacional de Derechos Humanos (que -según lo que se ve en su web- solo se declaran estar muy preocupados por la situación de cada país que ha hecho crisis en América este año). He buscado y no doy con ningún informe o nota que contenga esa cifra. He preguntado a colegas y líderes de opinión y no hay nada.

El único organismo que ha entregado cifras es el Instituto Nacional de Derechos Humanos – INDH, entonces surgen dos lugares que no se pueden habitar simultáneamente ¿Qué vamos a creer? porque si es una cifra que se está ocultando, le hacen un horrible favor al pueblo chileno quedándose con ese dato, y si no, quienes difunden esa información nos hacen otro horrible favor como movimiento. Necesitamos saber qué está sucediendo, pero necesitamos mantener ese espacio donde le entreguemos nuestra confianza también a quienes se comienzan a posicionar como canales válidos de información.

Recuerdo lo que dijo Mónica González en su discurso cuando recibió el Premio Nacional de Periodismo, hoy nuestra gran lucha es contra las fake news y la desinformación. Incluso propuso crear un Observatorio Estatal. Ya no es el acceso a la información el tema, es el cómo administramos esa información. Si no investigamos y llegamos a la fuente, cualquier dato falso podría invalidar argumentos y consistencia. Además, aumenta la ansiedad, angustia y paranoia en quienes estamos esperando certezas, porque no importa que sean malas noticias, queremos saber qué sucede. Esta emocionalidad se vive de modo extraño en todos lados, incluidos por quienes no estamos en el territorio.

El otro día compartí una noticia falsa, en el apuro de la inmediatez. Cometí un error básico. Luego, cuando confirmé que era una fake news, la bajé. Me parece que debiéramos ser más responsables (me incluyo). Estamos en un momento frágil, queremos a los milicos fuera de las calles, no queremos que el miedo se apodere de nuestra gente, queremos una Nueva Constitución desde hace muchos años, queremos construir un Estado y una vida que nos debemos hace generaciones, que renuncie Piñera. Queremos tanto, que también aprendimos a quererno entre nosotros en estos días, en las calles, en muchos idiomas. Todas las miradas y cercanías que nos debíamos hoy están a flor de piel. No cuesta nada investigar y corroborar que lo que vamos a compartir se ajusta a los hechos, no cuesta nada citar la fuente. Quizás con los videos puede resultar evidente, la imagen tiene otro lenguaje, y puede no necesitar mayor relato, porque no invalida ni disminuye la gravedad de los hechos saber si fue en el norte o en el sur; son Derechos Humanos, son universales, y su vulneración es reprochable en todas sus formas y en cualquier lugar. Pero con los datos duros, esos que necesitamos con urgencia, cuántos muertos, heridos, mujeres violadas y abusadas, infancias atacadas, detenidos, desaparecidos, convocatorias, iniciativas, incluso, así como antaño escuchábamos al dictador Pinochet, también escuchamos a Piñera, a Chadwick y al paseo de ministros y ministras que hemos visto frente al micrófono sin satisfacer ninguna necesidad ciudadana ni ofrecer ninguna garantía, solución, e incluso, escuchar sus agradecimientos a las fuerzas armadas para que continúen con el horror en las calles de Chile, en las noches de Chile, en la impunidad del toque de queda.

Tomemos un poco de tiempo porque a todos nos duele, son días de revuelta emocional, de espera, de expectativas, de sueños, de esperanza, de miedo, de fuerza. Y de nuevo la rueda, demasiadas emociones que también nos embargan a los cientos de miles de chilenos en el extranjero que quedamos paralizados y disociados entre lo que tenemos que hacer a diario en nuestra vida cotidiana y nuestro país paralizado, militarizado, en una represión dictatorial nunca vista desde el retorno a la democracia.

Es nuestro deber apurar la intervención de organismos internacionales de derechos humanos y el apoyo internacional, porque ahora, aunque seamos, la gente está sola luchando, contra un Estado terrorista, con un monstruo omnipresente y poderoso que tiene armas y máquinas bélicas, que no dudan en disparar incluso por una mirada, y actúan desde una violencia que dejará una cicatriz en la historia de nuestro país. Pero la historia es nuestra, y tenemos el derecho de vivir en paz.

Ivonne Coñuecar