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27 de octubre: crónica de una inflexión histórica

Por: Menara Lube Guizardi | Publicado: 28.10.2019
27 de octubre: crónica de una inflexión histórica TOPSHOT-ARGENTINA-ELECTION-CAMPAIGN-MACRI | Foto: Getty Images
Se siente en Argentina, Chile, Bolivia y Ecuador la manifestación pública de una consciencia colectiva sobre el carácter nefasto de las políticas neoliberales. Esta conciencia y los cuerpos que la generan han salido a las calles estas últimas semanas en diferentes rincones sudamericanos para construir un mundo libre de las consecuencias de las políticas neoliberales y de su (des)gobierno. Estos cuerpos y estas conciencias presionan las democracias contemporáneas a una reinvención. Lo nuevo es posible y nace en el sur global.

Es la mañana del 27 de octubre de 2019. Estamos viviendo una (in)creíble condensación histórica en Sudamérica. De estas que se repiten muy pocas veces; que implican momentos de inflexión.

Escenas, procesos y trayectorias de lugares diversos de la región aparecen delante de nuestras miradas atónitas como si estuvieran conectados. Y lo están. Varios caminos históricos se interceptan hoy. Y no se trata solamente de que seamos testigos oculares de la historia; sino que la conciencia de este momento de inflexión se está expandiendo a diferentes países, entre diferentes grupos sociales a lo largo y a lo ancho del continente.

El mundo nos mira y sabemos que, en estas miradas, como en las nuestras, hay una esperanza muy concreta. Para no perder mi costumbre de aludir a Gramsci, esta esperanza se refiere a que “el viejo mundo se muere”, pero estamos construyendo uno nuevo, sin los “claroscuros” donde “los monstruos” del neoliberalismo encuentran su lugar. Se siente en Argentina, Chile, Bolivia y Ecuador la manifestación pública de una consciencia colectiva sobre el carácter nefasto de las políticas neoliberales. Esta conciencia y los cuerpos que la generan han salido a las calles estas últimas semanas en diferentes rincones sudamericanos para construir un mundo libre de las consecuencias de las políticas neoliberales y de su (des)gobierno. Estos cuerpos y estas conciencias presionan las democracias contemporáneas a una reinvención. Lo nuevo es posible y nace en el sur global.

El giro conservador y neoliberal sudamericano se ha profundizado a partir de 2015. Lo hemos visto en Argentina, Brasil y, poco después, en Ecuador y Chile. Los resultados de la aplicación del modelo económico han sido la destrucción productiva, en el caso argentino; el empeoramiento de las condiciones de vida en Chile; la recesión “técnica” en Brasil. Los resultados sociales fueron incendiarios: la reducción de derechos por donde se lo miremos. Los desenlaces políticos no han sido mejores: una absurda destrucción del Estado democrático operada desde el ataque a su institucionalidad, pasando por una desmoralización de sus funcionarios, servicios y capacidades, por la pérdida de autonomía de sus poderes, hasta llegar a la eliminación directa del aparato estatal. (Como en el caso de Argentina, país que, siguiendo las recetas del Fondo Monetario Internacional, ha llegado al paroxismo de eliminar incluso a su Ministerio de Salud).

En cuatro años hemos padecido abruptamente, vertiginosamente, además, de un intento de destrucción de la lenta y compleja labor de dialogo entre los países de la región. Esta labor había empezado en los años 90, y no precisamente de la mano de los gobiernos de izquierda. Pero fueron estos últimos los principales responsables por la construcción y densificación de los bloques regionales sudamericanos (por ejemplo, la UNASUR y el MERCOSUR, para citar dos de los más vigorosos). Pegándose tiros a los propios pies, los gobiernos de derecha vaciaron estos espacios regionales y, cuando hicieron señas de retomarlos, lo hicieron para someter los países sudamericanos a acuerdos desventajosos con los países centrales.

Hace 74 años, el 27 de octubre del 1945 –diez días después de que la marcha de apoyo a Perón tomara las calles de Buenos Aires cambiando el rumbo político de la ciudad y del país–, nacía en el nordeste de Brasil Luis Inácio Lula da Silva. Hace nueve años, en otro 27 de octubre (del 2010), moría Néstor Kirchner quien, de la mano de Lula –entonces presidente de Brasil–, impulsó buena parte de los acuerdos regionales que fortalecían un modelo socialdemócrata de redistribución de la riqueza y de pactos económicos intrarregionales.

Pienso en la coincidencia de estas fechas como mucho más que mera casualidad. Ellas son, para mí, el signo de esta condensación histórica que nos atraviesa a los y las ciudadanas sudamericanas hoy.

Este 27 de octubre de 2019 me tiene con el corazón expectante y esperanzado. Espero que empecemos a revertir la destrucción social radicalizada que han significado estos últimos cuatro años en Argentina y el horizonte de reformas neoliberales que paira sobre Uruguay. Ojalá el mayor regalo de Lula sea poder escuchar, desde la celda en la que está injustamente arrestado en el estado brasileño del Paraná, la noticia de esta respuesta latinoamericana al intento de destrucción de los derechos y dignidad de los pueblos. Deseo con una intensidad indescriptible que estas victorias sirvan para alentar a los y las compañeras en Chile y Bolivia.

Juntes, haremos nacer un nuevo mundo.

Menara Lube Guizardi