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Opinión

Del estado de emergencia a la emergencia ciudadana

Por: Jorge Montealegre | Publicado: 02.11.2019
Del estado de emergencia a la emergencia ciudadana Marcha pacifica en Valparaiso. 30/10/2019 | FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO
Emergencia se refiere al surgimiento o aparición de lo que estaba sumergido. Los de abajo, los que estaban ahogándose, salen a la superficie. Se elevan los aplastados que tocaron fondo. Marchan en un sentido diverso al eslogan del gobierno (“Chile en marcha”). No más abusos, no más burlas, no más indolencia. ¡Hasta cuándo! La emergencia es levantarse en la adversidad para salir de ella, es la resiliencia y la resistencia para reconstruirse ciudadanamente. La ciudadanía está, entonces, en estado de emergencia: tirando p’arriba, en cabildos, asambleas, construcción de propuestas democráticas y protegiendo el bien común.

Reclamando por la indolencia, burla e incompetencia de los directivos del Metro ante la reivindicación de vecinos vulnerados por las vibraciones de la Línea 3 –hace ya casi un año– dijimos que ese ruido subterráneo, que viene de abajo, era una metáfora de un malestar más general: “es el mismo ruido que escuchan las personas abusadas, las víctimas de las colusiones, de las inmobiliarias, de las AFPs, de las Isapres. Y eso cansa. El asunto del metro es una buena metáfora para pensar en la conectividad, en tener no solo acceso más rápido a otras partes de la ciudad sino también para tener más contacto con las otras personas y tener –espero– una ciudad más humana e inclusiva, donde reunirse no sea una alarma y organizarse y reclamar sea una reacción cívica para –siempre– rechazar los abusos que, para nuestra desgracia, ya son un ruido blanco porque el abuso se ha naturalizado en nuestra sociedad. Es un ruido interno, que viene de abajo. Puede ser insoportable”. Y lo fue. 

La voz plural de los de abajo, que estaba sumergida, se elevó multitudinariamente. El murmullo se convirtió en gritos, en cantos, en risas, en garabatos. En consignas para cambios significativos, urgentes, imprescindibles.

Las metáforas, la poesía, nos ayudan a explicarnos. Me siento en “Estado de Emergencia”, más allá de la declaración legal del régimen de excepción. Pienso en la palabra emergencia y sus diversas connotaciones, en una situación de lectura excepcional: precisamente de emergencia en todo sentido.

En una de sus acepciones, la emergencia denomina la urgencia, el acontecimiento inesperado, la situación imprevista. Emergencia es el “estallido social” con saqueos; la premura por apagar literalmente el incendio; enfrentar el evento incontrolable; la declaración del régimen de excepción (el Estado declara estado de emergencia); el sobresalto cuando se despierta el trauma que recuerda a la represión militar.

En otro sentido, la emergencia se refiere al surgimiento o aparición de lo que estaba sumergido. Los de abajo, los que estaban ahogándose, salen a la superficie. Se elevan los aplastados que tocaron fondo. Marchan en un sentido diverso al eslogan del gobierno (“Chile en marcha”). No más abusos, no más burlas, no más indolencia. ¡Hasta cuándo! La emergencia es levantarse en la adversidad para salir de ella, es la resiliencia y la resistencia para reconstruirse ciudadanamente. La ciudadanía está, entonces, en estado de emergencia: tirando p’arriba, en cabildos, asambleas, construcción de propuestas democráticas y protegiendo el bien común.

Por último, recordemos que la emersión también es salir de la oscuridad. En efecto, la emergencia recupera una tercera acepción que ofrece una metáfora pertinente: el emerger como emersión; es decir –recurriendo a la astronomía y al diccionario de la RAE–, como la salida de un astro “por detrás del cuerpo de otro que lo ocultaba, o de su sombra.” En otras palabras, los de abajo salieron a la superficie y lo que estaba oculto, eclipsado, ahora es visible y sale crecientemente de la oscuridad y el silencio. Así es la primavera.

Jorge Montealegre