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La investigadora y académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano identifica además que existió un «apoyo externo» internacional que impulsó el haber llevado a cabo la acción. Tras ello, invita a ver de cerca a ciertos grupos que se caracterizan por un «fanatismo cristiano».
El golpe de Estado producido en Bolivia este domingo (10/11) siguen siendo el gran tema de debate en el noticiero internacional, sobre todo para tratar de entender cómo el país que tenía la economía más pujante de América Latina llegó a una situación tan caótica en tan poco tiempo.
La antropóloga Francisca Fernández, académica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, destaca que “lo más importante para que se tenga claro lo que pasa en Bolivia es que este es un golpe realizado por la ultraderecha, que reactivó el viejo conflicto entre las zonas altas, el altiplano y el mundo indígena, versus la zona baja, en el sector oriental del país, caracterizada por cierto fanatismo cristiano y un marcado racismo hacia los sectores indígenas”.
Según Fernández, el racismo del movimiento liderado por Luis Fernando Camacho se expresa sobre todo en la quema de la whipala, la bandera de la diversidad indígenas y que se adoptó como símbolo de la plurinacionalidad. “En diversas manifestaciones se ha visto gente quemando la whipala, y las policías sacando la whipala del uniforme, dejando solo la bandera boliviana”, detalla la antropóloga.
Además de remarcar que Camacho representa un sector “racista y heredero del colonialismo”, la académica también resalta que “esos grupos siempre estuvieron presentes en las corporaciones policiales y en las Fuerzas Armadas, y siempre fueron un factor de conflicto, los cargos siguieron siendo ocupados por figuras vinculadas a la derecha”.
Sobre la capacidad de consolidación del golpe de Estado, Fernández cree que “el factor con que Camacho y su grupo cuentan para concretar su plan es el apoyo externo, y creo que es necesario investigar más profundamente y reunir evidencias sobre qué actores internacionales colaboraron con su estrategia, y no solo actores políticos; también sectores cristianos fundamentalistas”.
Para que la estrategia de los sectores ligados a Luis Fernando Camacho pudiese tener el desenlace esperado, era necesario un escenario favorable para ello. En ese sentido, Francisca Fernández enumera algunos de los problemas acumulados por el gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo) en los últimos años.
“Desde antes de la reelección de Evo Morales ya había un escenario de descontento de algunas de las organizaciones sociales con el gobierno. Esos sectores no desconocen todo lo que se avanzó en términos económicos y sociales durante su gobierno y sobre todo la consolidación de la plurinacionalidad. Por supuesto que eso sigue siendo valorado. Pero también vieron que, con el pasar de los años, el MAS pasó a también representar elementos de concentración del poder, con algunas prácticas autoritarias, vinculadas con monopolios y el surgimiento de una nueva burocracia”, explica Fernández. Agrega, además, el desplazamiento de los temas medioambientales en las prioridades del gobierno de Morales.
“Pese a impulsar una Constitución que habla de defender los derechos de la naturaleza, en la práctica hubo una intensificación del extractivismo, y procesos de contaminación y despojo territorial”.
Sin embargo, la académica también cree que también habrá una reacción en el país: “En esa misma dinámica de disputa por hegemonía territorial y étnica, entre el altiplano y los grupos indígenas, y el oriente liderado por la élite blanca”.
