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Opinión

John Cobin estaba listo para disparar desde antes

Por: Francisco Mendez | Publicado: 15.11.2019
John Cobin estaba listo para disparar desde antes gringo loco | Foto: Agencia Uno
John Cobin estaba listo para disparar. Buscar explicaciones para su actitud, no solo es legitimar la fuerza reaccionaria, sino también bajarle el perfil. La autodefensa no es solo una forma de actuar en el momento, sino que también alimentar ideas sobre el ciudadano y su relación con el otro. Y eso es sumamente peligroso.

John Cobin, el norteamericano que disparó a diestra y siniestra en las calles de Reñaca, no quería bailar.  Tanto él como quienes intentan explicar su acción, repiten que lo estaban obligando a hacer algo que no quería hacer, por lo que salió de su auto, desenfundó su arma y disparó. Sin embargo, si uno ve los videos que circulan en las redes sociales, realmente nunca paró sino solo para disparar. Y andaba con un chaleco amarillo puesto, casi como en símbolo de provocación.

Habrá quienes, ante la evidencia, dirán que estaba en su derecho debido a lo que “podría haber pasado”. Es decir, que el hecho de que no hubiera sido atacado en ese momento, no podía garantizar que no lo atacaran en algún otro. Pero esta afirmación no solo nos haría entrar en el terreno de la especulación, como también de la paranoia en la que vivimos como chilenos, sino además menospreciar la historia de vida de este personaje.

Cobin no era un ciudadano que, debido a lo que sucedía, tuvo que defenderse, sino alguien que andaba buscando la oportunidad para hacerlo. Lo suyo no fue una reacción, sino una acción que ya estaba pensada y basada en convicciones ideológicas. Cabe recordar que, en una entrevista, el norteamericano decía admirar todo el trabajo que se hizo durante años para implementar lo que hoy está siendo cuestionado, por lo que no sería demasiado osado suponer que, aparte de defenderse él, lo que estaba haciendo era defender un modelo político y económico.

Tal vez aparezca quien diga que estoy bajándole el perfil a lo que sucedió en las calles de Reñaca con las turbas que rompían todo a su haber, y podría detenerme a explicarle que no, que no estoy a favor de la violencia y todas esas cosas que uno repite por estos días. Pero me parece importante hoy detenerse en esa otra violencia, en la que dice no ser violenta; en la que ejercen no los que rompen cosas, sino los que están dispuestos a dispararle a personas con tal de defender esas cosas. Y eso es ideología pura.

¿Me refiero con todo esto a que está bien que un grupo ordene a personas que se bajen del auto y bailen para así poder pasar? Claramente no. Pero cabe preguntarse qué tan real es que si no bailabas te podían linchar, ya que a Cobin no le pasó antes de disparar.

Valdría la pena saber también si es que lo que hizo dependía realmente de las acciones de vandalismo, o si es el resultado no solo de la formación ideológica ya mencionada, sino también de una actitud predispuesta y casi patológica derivada de esa formación. Podríamos, a lo mejor, compararlo con el hombre celoso de Jacques Lacan, ese en el que la celotipia está presente sin que sea relevante si es que es realmente engañado.

John Cobin estaba listo para disparar. Buscar explicaciones para su actitud, no solo es legitimar la fuerza reaccionaria, sino también bajarle el perfil. La autodefensa no es solo una forma de actuar en el momento, sino que también alimentar ideas sobre el ciudadano y su relación con el otro. Y eso es sumamente peligroso.

Francisco Mendez