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Fabio Salas: “El pueblo chileno se ha dado cuenta que puede tomar su destino en sus propias manos”

Por: Cristofer Rodríguez Quiroz | Publicado: 21.11.2019
Fabio Salas: “El pueblo chileno se ha dado cuenta que puede tomar su destino en sus propias manos” f-salas_ | Miguel Ángel Pérez
Publicado en octubre de 1987, “El Grito del Amor” no solo fue el primer libro sobre rock editado en Chile, además, fue uno de los símbolos de la contracultura de fines de la dictadura. A tres décadas, Fabio Salas reedita por tercera vez su obra debut. Del libro, pero también de las esperanzas que le significa el estallido social, conversamos con el autor.

La Universidad de Chile estaba dirigida por la rectoría del General Roberto Soto Mackenney y la ciudadanía cumplía un año de haber iniciado las movilizaciones contra la dictadura cuando Fabio Salas echa a andar lo que sería su tesis universitaria en la carrera de Licenciatura en Literatura: “El Grito del Amor. Una historia temática del rock”. Cuatro años después, en 1987, se edita el primer libro que abordaba el fenómeno del rock desde la academia y que hoy es considerado un clásico en la materia.

En plena oleada de protestas sociales, Salas reedita por tercera vez su clásica obra. Del libro, pero también de las esperanzas que le significa el estallido social, conversamos con el autor.

Nada es real. La vida es real

¿Te parece que los tiempos nuevos de incertidumbre global, se condicen al desarrollo de la música popular
Efectivamente hay una incertidumbre global, pero soy bien optimista. La música pop, sin duda, está ligada a eso, como se ha visto también ahora, con la música muy presente en las marchas, los caceroleos, las protestas. “El Grito del Amor” encaja muy bien con lo que está sucediendo para comprender un poco de donde viene todo este desconcierto y tratar de mirar una salida hacia adelante. Muy humildemente, puede leerse como un libro orientador del proceso que vivimos, para pasarle por encima al salvajismo capitalista.

¿Y ese optimismo a que se debe?
Este pueblo se dio cuenta que podía reaccionar por sí mismo, sin depender de un parlamento corrupto alejado de la realidad y de un gobierno abusador y represivo en lo que a libertades cívicas refiere. El pueblo chileno se ha dado cuenta que puede tomar su destino en sus propias manos y eso es fabuloso, porque todo este movimiento ha sido absolutamente desde la base y horizontal, no impuesto desde alguna cúpula manipuladora. Es cierto que en este minuto estamos como desconcertados, pero en algún minuto tanto gobierno como parlamento van a tener que ceder frente a esta demanda popular y su voluntad. Nos cansamos del abuso y la creencia del oasis. Estamos viviendo una entropía social, pero no es un nihilismo, sino una huida hacia adelante, una suerte de revolución sin guerra civil e impuesta por el alto valor de la moral del pueblo chileno.

Es como dejar atrás del siglo XX
Creo que superamos la única visión de EE.UU. y su postmodernidad y hoy entramos a una nueva época. La Constitución debería dar cuenta de eso. Los grandes gobernantes del siglo XXI no serán de izquierda ni derecha, sino que aquellos que incluyan los megarelatos del ambientalismo, el feminismo, la moral sexual de la libertad, la inclusión de la diferencia y las luchas de la inmigración, un fenómeno totalmente nuevo que va a generar un cambio económico, pero también cultural. La música será una resonancia de eso.

Ahí la música tiene un desafío, porque en este nuevo mundo también se asoma con fuerza la inteligencia artificial y la tecnología.
Al final del libro también planteo ese problema. ¿Cómo va a ser la música pop bajo la quinta generación de la tecnología digital? ¿Cuál va a ser la relación entre la música pop y la inteligencia artificial? Creo que va a ser una revolución total, desde la acústica hasta el soporte fonográfico. Tal vez no escuchemos discos y nos relacionemos con hologramas sonoros en nuevos dispositivos. La experiencia sonora cambiará hacia lo multimedial y multisensorial. El desafío es que la inteligencia artificial no sea usada con fines políticos, represivos o fascistas, sino que para ampliar la percepción humana.

¿De dónde surge la necesidad de reeditar “El Grito del Amor”?
Durante muchos años hubo una gran demanda por una nueva edición, tanto de público como de instituciones académicas. Me había resignado a editarlo de nuevo porque hace algunos años anuncié mi retiro de la investigación musical para dedicarme exclusivamente a la creación literaria, pero este año se juntaron un montón de elementos que me impulsaron a autoeditar el libro, actualizarlo y potenciarlo, porque vi que esto no me iba a abandonar. Era casi un deber volver a editarlo.

¿Qué elementos nuevos hay en el libro?
En la segunda edición el libro se amplió hacia los años 90 y una lectura sobre el rock latinoamericano, en esta tercera edición hay un nuevo marco teórico a la luz de sus 30 años y al final agrupe una actualización temática de la música pop en el siglo XXI, pero sin recoger letras, sino que analizando su evolución a la luz de los nuevos megarelatos, como los movimientos feministas, LGTBI, el medioambiente, la migración y la inteligencia artificial. El nuevo libro habla de tiempos nuevos.

Ningún cañón borrará

En relación a lo político, hay una suerte de lectura transversal del fin de los paradigmas clásicos de izquierda e incluso de conceptos como pueblo y revolución, sin embargo, la ultraderecha parece mantenerse firme en sus principios del siglo XX y desde ahí se proyectan.
Por un lado, hay un movimiento ciudadano pidiendo dignidad, pero estos movimientos de extrema derecha están basados en una doctrina de odio hacia lo que es distinto a ellos, una expresión cabal del fascismo capitalista. No es desdeñable su presencia política en el mundo, pero pienso que su influencia va a disminuir con el tiempo, no sé si hasta su completa extinción, pero hay una gran arma moral a favor de las grandes masas oprimidas, con un alto nivel de conciencia que ha ido creciendo y emancipándose. En el futuro, estos grupos consientes van a generar un nuevo tejido social y político inclusivo y horizontal, no excluyente y sensible. El progresismo político volverá transformado en millones de seres humanos que reconstruirán cívicamente el mundo. El planeta nos reclama esa conciencia con el poder de la razón y el corazón

¿Ves ese paradigma en los jóvenes chilenos que han levantado este estallido social?
Nos encaminamos a un futuro de profundas transformaciones, que pueden ser dolorosas pero reales, y en eso las nuevas generaciones son protagonistas. En estos días me volvieron muchos recuerdos negativos de la dictadura. Cuando se decretó el estado de emergencia vi las calles de mi barrio y sentí mucha bronca de la regresión política que esto suponía, pero también vi como la generación joven no les tuvo miedo, no arrancaron. Lógicamente en su inconsciente colectivo no está el temor de la CNI y la DINA, por eso actúan con mucho valor. Por otro lado, el arte y la creatividad que han demostrado ha sido hermoso.

Eso es algo muy diferente a la de la generación de los 80.
Lo más potente de esta generación es su hermosa proactividad artística. Son tremendamente sensibles a la creación artística y la perciben como algo emancipador, tanto para los carteles, como los cánticos, las expresiones corporales. Una creatividad no violenta muy hermosa, muy urbana. Eso es lo más esperanzador que he visto en ellos, porque políticamente nadie nace sabiendo, lo que implica que esta generación sufrirá decepciones, pero tendrá grandes satisfacciones a futuro. Creo que tendrán más satisfacciones que decepciones cuando sean adultos, muy diferente a mi generación. Nos demuestran que nuestro país puede cambiar en un sentido positivo, democrático, participativo, popular y mayoritario.

Una revuelta cargada de símbolos poéticos e imágenes. El Negro Matapacos tal vez el más emblemático.
Han sido tan potentes generando símbolos estéticos que han cruzado las fronteras de Chile, como los muchachos que evadieron el metro en Nueva York. Está naciendo un nuevo imaginario que no es el del realismo socialista, sino que es muy urbano y popular, que cruza lo proletario, la clase media y los hippies progresistas del barrio alto. La Nueva Canción Chilena ha estado presente en los parlantes y en los meme, todo mezclado. Frente a la brutalidad del militarismo está la exuberancia de la creación artística y de la solidaridad humana.

¿Qué sentiste cuando en medio de los momentos más trágicos de la revuelta, las primeras noches con toque de queda, escuchaste ‘El derecho de vivir en paz’?
Me parece que es un gran triunfo cultural e histórico para la Nueva Canción Chilena. Es muy simbólico porque todos conocemos el fin trágico de Víctor Jara, pero también es el pueblo diciendo que no ha perdido sus emblemas históricos y culturales.

¿Y ‘El baile de los que sobran’?
Es el baile de los que protestaron en los años 80, una canción que como dijo Jorge, da una pena que se siga cantando con tanta vigencia, pero revela una lucidez cultural y una proactividad artística que supera con mucho lo mercenario, lo fácil y lo barato de la protesta panfletera. ‘El derecho de vivir en paz’ reivindica la música hecha en el gobierno de la Unidad Popular y ‘El baile de los que sobran’ la resistencia civil y no violenta de la lucha en los 80. Me parece una gran victoria cultural del pueblo chileno. De todos aquellos que queremos una democracia y una Constitución nueva, donde todos tengamos cabida y la fiesta sea para todos.

¿Hay un valor que agregar a los investigadores de música en esta materia?
Sin duda contribuimos a esa memoria y los jóvenes con su recepción lo tomaron. Ahora es patrimonio de la gente, los jóvenes y todo el pueblo que habita este país. En lo político, nuestra generación también tiene el rol de acompañar estas luchas y hacer de esto también nuestra victoria.

LANZAMIENTO “EL GRITO DE AMOR 3” DE FABIO SALAS

Martes 26 de noviembre / 19:00 hrs.
Sala Master Radio U. De Chile
Miguel Claro 509, Providencia
Invitados: Poetas Marcianos (música y poesía)
Valor preventa: $12.000 (hasta 24 de noviembre)
Valor día del lanzamiento: $15.000

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