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Psicóloga por aumento del rechazo al servicio militar: “Hay temor y angustia de ser obligados a reprimir a futuro”

Por: Natalia Figueroa | Publicado: 21.11.2019
Psicóloga por aumento del rechazo al servicio militar: “Hay temor y angustia de ser obligados a reprimir a futuro” Imagen-A_UNO_508601WEB | /AGENCIA UNO
Aunque se extendió el plazo para eximirse del servicio militar obligatorio, las imágenes que se vieron durante estos días mostraban a cientos de jóvenes afuera de los cantones de reclutamiento que no quieren ser parte de las Fuerzas Armadas. La psicóloga encargada de la comisión de Derechos Humanos del Colegio de Psicólogos, Jeannette Rosentreter, analiza la situación en esta nota.

Mónica Traslaviña es la madre de un estudiante del Liceo Manuel de Salas que fue llamado al servicio militar obligatorio. Fue uno de los tantos jóvenes convocados para completar los cupos vacantes dado que la disminución de voluntarios ha sido progresiva durante los últimos años. Pero este caso tiene una particularidad, además de que se da en un contexto de alto descrédito a los militares, tras su salida a las calles por el Estado de Emergencia.

Cuando se publicó la nómina del primer llamado, Mónica cuenta que su hijo no aparecía. “Nos quedamos tranquilos porque nos habían contado que, a los hijos de madres viudas, por lo general, no los llaman y de hecho su hermano mayor no fue llamado nunca”, relata. En medio de las manifestaciones del sábado 2 de noviembre, el joven fue detenido en Plaza Italia, hoy renombrada como “Plaza de La Dignidad”, y funcionarios policiales lo llevaron a constatar lesiones. Lo soltaron la misma noche con la indicación de que el fiscal se comunicaría con él, es decir, no pasó a control de detención. Y aquí vendría la sorpresa. Al revisar nuevamente la lista, esta vez, sí aparecía llamado por sorteo.

Durante estos últimos días presentaron un certificado de psicólogo, psiquiatra, oftalmóloga y del colegio para apelar al llamado de la institución uniformada. “No voy a arriesgar que lo dejen acuartelado en caso de que no se acepte. Es insólito que los cantones no tengan capacidad de atención a una convocatoria que ellos mismos han hecho”, expresa Mónica a El Desconcierto.

Como él, varios jóvenes han salido a decir que el servicio es «innecesario», que prefieren estudiar, que necesitan trabaja y que no están de acuerdo con una institución jerarquizada que «le ha dado la espalda a su pueblo».

Sobre esto, la psicóloga Jeannette Rosentreter integrante del Programa de Reparación y Atención Integral de Salud (PRAIS) en la Región Metropolitana, asegura que este año ha aumentado notoriamente la cantidad de certificados que han emitido para que los jóvenes se excusen de iniciar este servicio obligatorio, que se extiende por dos años. Esto se evidencia al comparar las cifras anuales que maneja la organización: en 2017, entregaron cinco certificados; en 2018, ocho; y, este año, fueron 37. Esto, solo hasta el 19 de noviembre como fecha tope para eximirse, pero considerando la ampliación hasta el próximo 30 de diciembre, todavía hay margen para que las solicitudes aumenten. Así también, en otras regiones las emisiones se cuadruplicaron, según comenta a modo general la profesional.

Un factor relevante es que todas estas peticiones se realizaron luego del 19 de octubre, es decir, tras el estallido social que estado marcado por la excesiva represión policial a manifestantes y la salida de los militares a las calles durante 10 días. Jeannette explica que esa fue “una expresión de fuerza y control a la población”, aunque las personas seguían manifestándose por demandas sociales. “Algo muy novedoso que no había ocurrido otros años es que los solicitantes y sus familiares se presentan con mucha angustia y temor, por ejemplo, porque siendo conscriptos deban salir a las calles a reprimir a la población a futuro”, indica. También advierte que se “ha vuelto antipopular ser parte del Ejército” y que existe un desprestigio generalizado hacia la clase militar.

De hecho, esto se ha visto reforzado en las demandas ciudadanas de terminar con el sistema de pensiones exclusivo para funcionarios militares, con la desmilitarización de los territorios mapuche y el fin a la justicia militar. Esto se suma al caso de corrupción «Milicogate» en el que se ha visto envuelta la institución por el uso indebido de fondos públicos por la ley reservada del cobre, en 2015.

El PRAIS es una organización que vela porque se garanticen los derechos de víctimas de la dictadura y entrega estos certificados, dado que una de las razones para eximirse es precisamente que “los descendientes por consanguinidad en línea recta y en línea colateral, ambos hasta el cuarto grado inclusive, de víctimas de violaciones de los derechos humanos o de violencia política”.

Fotografía de Agencia Uno

“El trauma colectivo”

Jeannette, quien también es encargada del área de Derechos Humanos del Colegio de Psicólogos, advierte sobre el “trauma colectivo” que provocará al estar constantemente sometidos a la violencia policial, ya sea para las personas que directamente la han sufrido como para quienes la observan por distintos medios.

“Es altamente probable que efectivamente esta situación decodifique con algo significados de un trauma social. Es una situación de quiebre que puede profundizarse en el tiempo. El trauma es el evento y el daño es el resultado. Ahí vas a tener diversas sintomatologías que te va a dar cuenta de eso, por ejemplo, en el estrés postraumático son las vivencias de repetición, sintomatología depresiva, ansiosa, desconcentración, situaciones que te hacen menos funcional a tu vida. En el caso de los niños y de los jóvenes eso puede ser mayor complejidad porque son poblaciones en desarrollo”, precisa la profesional.

Esto lo sitúa en un contexto donde se han restringido las libertades individuales de la población, una vez establecido el toque de queda. Pero, también, por la imposibilidad de transitar ante “el miedo constante de que Carabineros lance lacrimógenas y puedan vulnerar tu integridad”. Sobre esto, la psicóloga dice que “la identidad de la persona entra en juega porque estás simulando tu vida en democracia, pero a condiciones que tienen relación con un conflicto armado”.

Hay un relato sobre la violencia, indica, que no ha cesado y que presenta similitudes a la experiencia vivida durante la dictadura. “Tenemos como experiencia histórica lo que pasó durante la dictadura con las violaciones masivas y sistemáticas. El Estado vulneró a las personas y finalmente asumió el compromiso de repararlas. Pero han pasado 30 años de la política de reparación y las personas traumatizadas siguen presentando daños. Aunque varias han presentado demandas y algunas las han ganado, no ha sido con todos igual. Pero se sigue exigiendo reparación por eventos de hace 40 años”, concluye.

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