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Opinión

Revuelta social en Chile (O la hora del fin del asombro)

Por: Víctor Hugo Robles, El Che de los Gays | Publicado: 24.11.2019
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Chile se moviliza y asume sus dolores, sus fracturas provocadas por golpes y represión desatada, violaciones a las Derechos Humanos que suman denuncias de personas detenidas, golpeadas, desaparecidas, torturadas y abusadas. En ese cúmulo de hechos asoman los testimonios de personas de la diversidad sexual e identidades de género, destacando la alarmante e injusta situación que vive el profesor Roberto Campos, acusado de saltarse los torniquetes del metro y por eso permanece detenido por la Ley de Seguridad Interior del Estado. Ser homosexual y profesor movilizado es un crimen en Chile. La policía de nuestro país no solo es machista y conservadora. La policía es homofóbica, lesbofóbica y transfóbica.

Pareciera ser que todo se inició hace más de 30 días con la bienvenida e incendiaria convocatoria que hicieron estudiantes secundarios para evadir masivamente el metro de Santiago, uno de los medios de transporte más modernos de América Latina pero a su vez el más caro. Pareciera, repito, pareciera, porque esta política e histórica explosión social, esta rebelión popular de masas,  movimiento social que no se detiene, representa la acumulación de una rabia contenida, una rabia desatada, un descontento colectivo que suma más 30 años de historia social y política. No son 30 pesos, son 30 años.

Hablo de la acumulación de muchas injusticias provocadas por un pacto económico, político, cívico – militar que se firmó en 1988 cuando decidimos –voto mediante- poner fin a la dictadura militar. Ese acto electoral, celebrado ingenuamente en su momento por muchos, implicó la profundización de un sistema económico neoliberal de dominación capitalista. Un sistema al que se le prende fuego deseando –simbólicamente- exorcizar muchas querellas.

Mientras los principales diarios y agencias internacionales informan de las crecientes movilizaciones populares en Chile que cuestionan el liderazgo de Sebastián Piñera, empresario – presidente que primero declara la guerra pero luego llama a la paz, autoridades políticas y parlamentarias apuestan al diálogo en medio de un escenario criminal e infame denunciado recientemente por organizaciones de Derechos Humanos como Amnistía Internacional.

¿Qué moviliza el descontento popular? El hastío, la rabia y la desconfianza. Una movilización que representa el fin del asombro, el fin del abuso del sistema neoliberal que ha implicado pobreza y una vida (sobrevida) dolorosa, endeudada e incierta producto de las insufribles desigualdades y el permanente sabotaje a todas las empresas públicas; la venta de la tierra, del agua, del mar, ese mar que tranquilo no nos baña. Superados por la sequía y el saqueo, el pueblo movilizado rompe finalmente los candados de la opresión para gritar basta. “Chile despertó, despertó, despertó, Chile despertó”, se canta y grita en las calles de todas las ciudades, todas las esquinas y  todos los rincones de Chile.

La respuesta represiva del Gobierno piñerista en complicidad con las Fuerzas Armadas y de Orden ha sido reeditar -no solamente la memoria de la dictadura militar de Pinochet- sino las peores prácticas de la represión policial, ejecutando sistemáticas violaciones a los derechos humanos, materializadas en detenciones, golpes, mutilaciones, violaciones y asesinatos. El disparo directo y alevoso a los ojos de la ciudadanía movilizada, dejando a más de 220 ciudadanos y ciudadanas tuertas o ciegas, simboliza material y criminalmente a un Estado indolente e inhumano que no ve, que no escucha, que no siente el clamor popular.

La situación en Chile es de un permanente llamado al orden por parte de la institucionalidad política, legal, judicial y policial. Un llamado al orden que se contrapone a la fuerza colectiva y popular de la sociedad civil que no acepta esta ordenada institucionalidad represiva. Una ciudadanía múltiple y diversa que resiste el cerco político – comunicacional y rechaza el llamado “nuevo pacto social” pactado a través del llamado a construir una “nueva constitución”, pacto firmado e ideado a espaldas del pueblo y manchado con la sangre de la ciudadanía movilizada.

Lo decimos en todos los tonos, todas las lenguas y todos los idiomas. Lo decimos en Chile y en Colombia en paro nacional. No existirá un nuevo pacto social sino se incorporan las voces de todas, las voces de los más desprotegidos, de los más necesitados, el pueblo pobre, el pueblo que no participa en los debates de la TV, ni mucho menos en los diálogos en el Palacio de Gobierno.

Desde que comenzó la revuelta social, se decía que Chile era un ejemplo para todo el mundo, un modelo de país, exitoso y estable, democrático y tranquilo, muy tranquilo. Esa tranquilidad, compañeros, compañeras y compañeres, comenzó a desmoronarse al ritmo de las incendiarias manifestaciones populares que mostraron una profunda herida en carne viva, una herida que duele en el Chile de hoy.

¿Y por qué se lucha? Se lucha por transformar un sistema que ha sido abusivo e injusto con muchos y muchas, incluyendo a las diversidades sexuales e identidades de género, particularmente las disidencias más vulnerables, homosexuales, lesbianas y trans pobres que no han tenido posibilidades de educación, trabajo y desarrollo porque así lo busca e impone un sistema de privilegios de clase. Se trata de políticas elitistas y conservadoras con un fuerte componente religioso católico y evangélico que sabotean e impiden la vivencia libre de nuestras sexualidades, nuestras locas y agitadas vidas.

Las disidencias sexuales, las personas que vivimos (y luchamos) con VIH/SIDA, enfrentamos las consecuencias e implicancias del neoliberalismo más feroz porque somos pueblo y resistimos todas juntas. Somos obreras, somos trabajadoras (muchas cesantes), somos mapuches, somos mujeres, somos abortistas, somos medioambientalistas.

Porque mientras las disidencias sexuales, los/as activistas críticos, hemos resistido participar de diálogos impuestos por la bota militar, grupos hegemónicos como el Movimiento de Liberación e Integración Homosexual Movilh -que no tiene nada de libertario, y Fundación Iguales, que no tiene nada de igualitaria, porque –sabemos- existen homosexuales más iguales que otros- complicitan abiertamente con las autoridades de gobierno.

Las organizaciones, los activistas participamos y asistimos pero a reuniones, asambleas, cabildos y marchas del pueblo, donde abiertamente sumamos nuestra loca política sexual. Tal vez por lo mismo, las callejeras activistas no hemos recibido ataques ni reproches de la ciudadanía.

Chile se moviliza y asume sus dolores, sus fracturas provocadas por golpes y represión desatada, violaciones a las Derechos Humanos que suman denuncias de personas detenidas, golpeadas, desaparecidas, torturadas y abusadas. En ese cúmulo de hechos asoman los testimonios de personas de la diversidad sexual e identidades de género, destacando la alarmante e injusta situación que vive el profesor Roberto Campos, acusado de saltarse los torniquetes del metro y por eso permanece detenido por la Ley de Seguridad Interior del Estado. Ser homosexual y profesor movilizado es un crimen en Chile. La policía de nuestro país no solo es machista y conservadora. La policía es homofóbica, lesbofóbica y transfóbica.

Desde aquí les agradecemos la solidaridad, las firmas y el apoyo. Desde aquí les llamamos a estar atentas/os y unidas/os a nuestras comunidades, participando de las movilizaciones a nivel global, utilizando todas nuestras redes, siendo protagonistas de bienvenidos y sentidos procesos sociales de transformación popular

Desde la Conferencia Regional LGBTI de ILGALAC realizada ahora en Colombia, abrazo el cariño de América Latina y el Caribe, recordando  la aguerrida memoria del presidente Salvador Allende que en su último discurso del 11 de septiembre de 1973, profetizó para siempre: “Se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir un mundo mejor”.

Nosotros y nosotras decimos desde una mirada libertaria y deconstructivista: “Se abrirán las grandes alamedas por donde pasen homosexuales, lesbianas, bisexuales y travestis libres para construir un mundo mejor”.

 *Texto leído en “Charlas Arcoíris” en Conferencia Regional ILGBTI de ILGALAC, Colombia. Bogotá, 23 noviembre 2019.

Víctor Hugo Robles, El Che de los Gays