Avisos Legales
Opinión

La doctrina de Cubillos

Por: Gory Soto Mella y Amaru Vásquez | Publicado: 26.11.2019
La doctrina de Cubillos Fuente: Agencia Uno. | Fuente: Agencia Uno.
Las lamentables palabras de la ministra no solo golpean una vez más el ejercicio docente, criminalizando la reflexión y el pensamiento crítico, sino que ponen un manto de duda sobre nuestros profesores y profesoras, lo que poco contribuye en este contexto de crispación. Lejos de buscar acuerdos o de poner énfasis en los problemas reales de la educación (infraestructura, curriculum, agobio laboral, etc.), la ministra prefiere seguir utilizando el aparataje estatal como tribuna personal para atacar la educación pública y seguir desarrollando su política de censura y neoliberalismo desenfrenado. Un verdadero adoctrinamiento del terror.

El día de ayer la ministra de educación, Marcela Cubillos, anunció una serie de medidas en contra de lo que ha calificado como “adoctrinamiento” por parte de colegios, profesores y profesoras en el marco de las movilizaciones del último tiempo. Apelando a “espacios libres de violencia”, las medidas señaladas por la ministra, entre las que se destacan un proyecto de ley apoyado por Chile Vamos, apuntan a identificar cualquier tipo de expresión política como “grave” y atentatoria contra los derechos de niños y niñas. De esta manera, la ministra aludió a que como MINEDUC han recibido “muchas denuncias” por parte de apoderados, además de una serie de videos que presentan como hechos irrefutables de lo que han llamado como violencia “menos visible” por parte de los y las docentes.

Pero vayamos por parte, ¿Cuál es el gran problema de este peligroso anuncio? Es interesante, pero si observamos su puesta en escena no solo es un proyecto con peligrosas citas a gobiernos dictatoriales propio de los totalitarismos de inicios del siglo XX, en donde disentir es visto como un crimen por quienes detentan el poder, sino que nuevamente deja al descubierto que la ministra, tristemente, desconoce del todo las dinámicas que se pueden establecer dentro del aula. Para ella, la educación más que diálogo y expresión, se reconoce como una lección que debe ser instruida conforme a dictámenes constitucionales.

Pero ya que como profesores creemos justamente en el aprendizaje, ayudemos a la ministra e invitémosla a imaginar: Estamos en una sala de clases cualquiera y después de muchos días de una movilización impensada (hasta antes del 18 de octubre) se vuelven encontrar estudiantes y docentes en un Chile que no reconocen. ¿Cuál sería la actividad principal de ese momento, ministra? ¿Se le ocurre? Pues la ayudamos: Canalizar reflexiones con las y los estudiantes, con preguntas como ¿Por qué creen que sucedió esto?, ¿Era posible evitarlo?, ¿Cómo lo estamos llevando con nuestras familias?, ¿Qué cosas le parecen positivas y negativas de lo que estamos viviendo? Estas son preguntas más que atingentes y que nos ayudan a contextualizar y pensarnos reflexivamente en este nuevo Chile. Pero un buen proceso educativo no acabaría ahí, sino que buscaría indagar en lo que nuestras y nuestros estudiantes saben sobre lo que ha sucedido y cómo lo están viviendo: ¿Qué es lo que creen que la gente está pidiendo? ¿Cuáles son los mecanismos para hacerse escuchar? ¿Qué cosas han escuchado que les llamen la atención? Son posibilidades que nos permiten abrirnos camino en este ejercicio permanente de diálogo entre docentes y estudiantes. ¿Esto será adoctrinamiento, ministra?

Sigamos. En este mismo ejercicio y considerando que estamos en una era cada vez más digital (donde la política también se hace por redes sociales), es muy probable escuchar por parte de las y los estudiantes respuestas tales como “renuncia Piñera” o “el pueblo unido jamás será vencido”, consignas que evidentemente condensan un enunciado mayor. ¿Qué hacemos con éstas? Le guste o no, señora ministra, debemos hacernos cargo como docentes, porque la memoria no obedece a doctrinas como última coraza de un lenguaje hostil frente a la crítica, cosa que usted insiste en levantar, sino que responde a las sensibilidades e historias que construyen este Chile despierto.

Las lamentables palabras de la ministra no solo golpean una vez más el ejercicio docente, criminalizando la reflexión y el pensamiento crítico, sino que ponen un manto de duda sobre nuestros profesores y profesoras, lo que poco contribuye en este contexto de crispación. Lejos de buscar acuerdos o de poner énfasis en los problemas reales de la educación (infraestructura, curriculum, agobio laboral, etc.), la ministra prefiere seguir utilizando el aparataje estatal como tribuna personal para atacar la educación pública y seguir desarrollando su política de censura y neoliberalismo desenfrenado. Un verdadero adoctrinamiento del terror.

Corear la renuncia del presidente del 13% de aprobación es solo la punta del iceberg de un Chile que en sus niños, niñas y jóvenes observa la germinación de este nuevo futuro solidario y popular. Y esto es algo que ni con mil anuncios acallará ministra. Sépalo.

Gory Soto Mella y Amaru Vásquez