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Espinoza y Jackson, sus reflexiones sobre la tecnología: «Es difícil resolver un conflicto a través de redes sociales»

Por: Gonzalo Espinoza | Publicado: 10.12.2019
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La investigadora y el diputado de RD publicaron en conjunto «Copia o muerte», ensayo que invita colectivizar el conocimiento para construir una sociedad más justa. «Nos han dicho desde el siglo XVIII que copiar es malo. Es algo que va contra nuestra forma de desarrollo y genera desigualdad entre las personas y los países», comentan.

Hace un mes y medio, la investigadora Paula Espinoza y el diputado RD, Giorgio Jackson, lanzaron en conjunto su libro “Copia o Muerte”, ensayo que pone en el centro del debate la relación que tenemos con la tecnología y las posibilidades que ofrece ésta para construir un mundo donde exista una mayor igualdad y libertad.

La publicación parte de la premisa de que la copia, vista desde una perspectiva histórica, ha permitido la evolución de la humanidad. Sin embargo, en la actualidad existen trabas como la propiedad intelectual o las patentes que no permiten la libre circulación del conocimiento y que aseguran que éste quede en manos de los países desarrollados, agudizando aún más la desigualdad.

Los autores afirman que es urgente cuestionar de manera política el uso que le damos a la tecnología en un mundo que está cada vez más amenazado por la emergencia climática.

Lo interesante es que estamos viviendo en una cuenta regresiva. Y las piezas de ese puzzle para poder encontrar, si es que existe, una solución para una convivencia armónica en el planeta, probablemente estén en lugares separados y no somos capaces de colaborar porque no existe la idea de colaborar para que esas soluciones puedan ser ocupadas”, afirma Jackson.

-En el libro ustedes plantean que se necesita una gran rebelión, ¿Esto era lo que estaban esperando?

P: Es difícil saber cómo va a venir una rebelión porque siempre está en el terreno de lo imaginario. Siempre lo imaginario es mejor que la realidad, pero uno no piensa tanto en las consecuencias cuando se piensa la palabra rebelión. Nosotros utilizamos mucho la palabra emancipación. En términos de filosofía política la idea de la emancipación tiene que ver una experiencia colectiva y en algún punto asumirte como un igual al otro. En ese sentido, esto que está pasando tiene esas características porque cuando se hace el reclamo por una nueva Constitución, cuando uno ve todos los miedos que existen con respecto a los métodos y las asambleas constituyentes, tiene que ver con nunca pensarse como iguales. Si te fijas en los conversatorios muchas personas dicen «es que tenemos que aprender». Eso es obvio, pero todas las personas ya tenemos una inteligencia. Si no te emancipas en ese sentido, no te puedes rebelar.

G: En ningún caso pensamos que esto se iba a dar de esta manera, pero en el libro en una parte decimos que no entendemos cómo no es un escándalo, por ejemplo, el tema de los medicamentos. Nos referimos en particular a que cómo es posible que muera una persona por no copiar un medicamento no haya sido materia de rebelión como lo fue en África en los 90′. La que pasó en Chile no tiene que ver con este tema, pero lo interesante es que todo el estallido da pie a la famosa discusión sobre la hoja en blanco, más allá que sea la Constitución o no, la idea de una hoja en blanco nos permite rediscutir todo lo que tiene que ver con tratados de comercio internacionales o temas como el trabajo, el tiempo, la creatividad. Entonces, después de que se inicia el estallido hace harto sentido el poder hablar sin estas ideas pesadas, que estaban naturalizadas, sino que con un piso mucho más deconstruido para imaginarnos una utopía que parecía imposible.

-Ustedes reivindican la copia en su libro. ¿Qué les parece que los manifestantes hayan copiado las tácticas de autodefensa de las protestas de Hong Kong?

G: Es muy interesante el fenómeno de la defensa a partir de la copia. Así como un niño aprende a jugar fútbol copiándole a su ídolo en la tele, bueno acá quienes estaban recibiendo la represión policial y querían manifestarse, se dieron cuenta que la situación era sumamente desigual. Unos están con bombas lacrimógenas y escopetas, y otros indefensos. El láser como una manera de hackear la represión es algo que se va a copiar en distintos lados hasta que aparezca otra forma de represión para eso.

P: De eso se trata porque cuando reivindicas la idea de copia, reivindicas la idea de vida, de creatividad, de expresión de desarrollo de la cultura. Y diría que la copia es lo más humano que hay. Y cuando nos han dicho desde el siglo XVIII que copiar es malo. Es algo que va contra nuestra forma de desarrollo y genera desigualdad entre las personas y los países. Podríamos haberle puesto «Vida o Muerte», pero está relacionado a eso.

-La política es algo que se está desarrollando a través de todas las tecnologías. Dentro del mismo FA se han producido encontrones en redes sociales, a raíz de publicaciones de la diputada Pamela Jiles. ¿Cómo se hacen responsables los políticos de no fomentar dinámicas odiosas en estos espacios?

P: Como una ciudadana de pie, lo que se profundiza en esos momentos es una distancia porque finalmente la política institucional se convierte solo en espectáculo. Porque se ven peleas que no se entienden.

G: Las redes sociales pueden servir para convocar, para transmitir o retroalimentar, pero también exponer cuestiones que, a veces, es preferible conversarlas entre dos personas porque o sino se vuelve un ring y materia de espectáculo. Mi impresión es que es difícil resolver un conflicto a través de redes sociales. Allí se agrandan los conflictos. Eso lo he visto en muchos casos y no solo este mes.

-¿Cómo ha sido para ustedes en el FA tener que convivir con la funas?

G: Yo lamento muchísimo que vayan sucediendo esos episodios, en particular en el caso de Beatriz, porque yo la he visto a ella no desde que está en política, sino que mucho antes siendo parte de la protesta desde su espacio en un medio de comunicación hasta ponerse en disposición de un proyecto colectivo. Mi impresión es que hay veces donde esas pulsiones y emociones de lo que se transmite colectivamente le ganan a la empatía de pensar en qué está la otra persona. En el caso de la funa, que es parte de la libertad de expresión, se cruza con la dificultad de generar lazos y comunidad con personas que si discuten que es lo que quieren para Chile, probablemente, tengan muchos puntos en común.

-¿Creen que en la nueva Constitución debería estar el derecho al Internet?

P: Tal como discutimos sobre el agua también tenemos que discutir sobre el conocimiento que es un recurso y en ese sentido Internet a propósito de la pregunta es una manera de circulación del siglo XXI del conocimiento. No se puede no tener ese acceso.

G: Este estallido abre una oportunidad de hoja en blanco y, por lo tanto, rediscutir lo que quizás en la posguerra fue la Declaración de los Derecho Humanos y la organización internacional. Nosotros en el libro llamamos a discutir ese tipo de pactos. En esa escala. Lo hacemos en escala global porque hablamos desde el sur-gobal, porque hablamos de los países que han sido colonizados y que seguimos siendo colonizados de formas nuevas. El llamado que hacemos no es a modificar las prácticas en una empresa. No es modificar una ley o una Constitución. Es cómo pensamos un orden global distinto.

-¿Son puntos intransables para el acuerdo constituyente los cupos garantizados a pueblos originarios y la asamblea paritaria?

G: Nuestra tarea no es poner el acuerdo o no sobre la mesa y ver si lo tiramos por la ventana o no. Es convencer, persuadir y hacer ver a la contraparte que hoy día no está convencida de eso de que si quieren tener paz social, si quieren, en su caso, tener la posibilidad de que hayan negocios en Chile para que haya crecimiento económico es necesario que una Constitución también contenga legitimidad y no puede solo ser un barniz de legitimidad. No podemos simular que sea legítimo. Y nosotros creemos que mientras más elementos de los que pusimos sobre la mesa: Cupos para pueblos originarios, asamblea paritaria, edad de votación desde los 16 años, voto obligatorio, voto en el extranjero para tener delegados. Todas esas cosas creemos que suman en la posibilidad de que esto sea legítimo y tenga más durabilidad en el tiempo. Si es que un sector político se cierra a eso mi impresión es que de antemano está haciendo menos estable, menos legítimo este proceso y eso sería lamentable.

-¿Estarían poniendo en riesgo la democracia como muchos afirman?

-G: Estarían poniendo en riesgo la legitimidad del pacto.

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