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Opinión

La poética ciudadana es la única que nos lidera

Por: Diamela Eltit | Publicado: 27.12.2019
La poética ciudadana es la única que nos lidera | Foto: Agencia Uno
Es necesario recordarles a los analistas y opinólogos políticos que la insurrección feminista del año 2018 fue un signo indispensable para entender la irrupción, la extensión y la continuidad de las protestas. Recordarles la dimensión de la marcha del 8 de marzo del 2019. Señalar la creación del colectivo “lastesis” como uno de los aportes más amplios y resonantes de estos meses. Los cuestionamientos a la paridad y a la representación de pueblos originarios son tan patéticos como los cantos de Auth con Moreira en la iglesia evangélica o el informe que señala al K-Pop como intervención extranjera.

Existen imágenes insoportables por su frivolidad y tontera como la de los faranduleros Francisco Vidal y Joaquín Lavín cantando villancicos juntos en un canal de televisión. Una imagen que muestra los peores gestos y amiguismos que han destrozado la política a lo largo de decenios. Y es insoportable ver a estos personajes “amigos del alma” cantando unidos porque este fin de año arrastra muertes, lesiones oculares, ceguera, palizas, atropellos deliberados, prisiones. Arrastra Invasiones policíacas a poblaciones emblemáticas como el ingreso de carabineros a Lo Hermida y la noche de terror que experimentaron los habitantes el 11 de noviembre. Pobladores que fueron agredidos con bombas, patadas, bastonazos, allanamientos consignados y circulados en la documentación pública y por los organismos de derechos humanos.

Y cómo no recordar las imágenes que dejó el Alcalde Alessandri y sus indiscutibles maniobras para destruir la enseñanza pública de su comuna. Recordar una y otra vez cómo y en cuánto atacó al Instituto Nacional al punto de amenazar con cerrarlo. En cierto modo ese Alcalde y su mal gobierno fue el que originó un punto de quiebre con la totalidad del sistema socioeconómico porque esas y esos estudiantes secundarios que evadieron, fueron los que iniciaron el estallido y que el socialista José Miguel Insulza llamó a reprimir con dureza. El mismo “socialista” Insulza que por su amistad con la “Tere y José Antonio”, mantuvo el suspenso de su voto en contra de Chadwick quien por el asesinato de Camilo Catrillanca ya merecía ampliamente ser destituido.

Y es necesario recordarles a los analistas y opinólogos políticos que la insurrección feminista del año 2018 fue un signo indispensable para entender la irrupción, la extensión y la continuidad de las protestas. Recordarles la dimensión de la marcha del 8 de marzo del 2019. Señalar la creación del colectivo “lastesis” como uno de los aportes más amplios y resonantes de estos meses.Los cuestionamientos a la paridad y a la representación de pueblos originarios son tan patéticos como los cantos de Auth con Moreira en la iglesia evangélica o el informe que señala al K-Pop como intervención extranjera.

La ruptura del Frente Amplio mostró una cuota de fragilidad contendida en los nuevos movimientos y partidos. Gabriel Boric, quien tuvo una irrupción política muy interesante y destacada, abrió una zona conflictiva cuando firmó el acuerdo constitucional porque no lo hizo su jefa política. Firmar el documento fue una decisión personal.  Pero, claro, no respetó la jefatura de una mujer. La siguiente firma, la que criminalizaba la marcha y de la que se arrepintió, generó rechazo no solo en su grupo de pertenencia sino en parte de la ciudadanía. Pero, lo que parece descabellado es que Boric, conociendo el descontento que provocaba, se haya sentado “a conversar” en el parque forestal el mismo día en que salieron mil carabineros para blindar la Plaza de la Dignidad. Después de la previsible funa, dio una y otra entrevista. Desde mi perspectiva Boric está bastante cerca de la farándula de sí mismo por una necesidad imperiosa de protagonismo que no contribuye a una reorganización del afectado Frente Amplio.

Y en este escenario sin solidez política, regido por el todavía impenetrable neoliberalismo, no se ha tocado ni la carga impositiva, ni las AFP, ni las Isapres, ni educación ni el medio ambiente, entre otros temas. Pero existe una poética ciudadana que sí ejerce un liderazgo genuinamente colectivo y seguirá protestando “hasta que valga la pena vivir” y hasta que la dignidad sea costumbre”.

Diamela Eltit