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Chile: el oasis de la desigualdad socioambiental

Por: Bárbara Astudillo Delgado y Nataly Campusano Díaz | Publicado: 01.01.2020
Chile: el oasis de la desigualdad socioambiental petorca |
No nos hablen de racionar y cuidar el agua, ni mucho menos de valorarla, porque mientras usted ministro Walker hace 20 años la tiene para regar sus manzanitas, acá día a día nos secamos y ya se nos acabó el agua, no hay nada más por racionalizar en Petorca. Mientras la industria paltera gasta más de 10 mil litros de agua en producir un kilo del “oro verde”, acá vivimos con 50 litros a la semana y con un recurso en pésimo estado de salubridad.

El ministro de agricultura, Antonio Walker, en entrevista a Canal 13, menciona que sus derechos de agua los tiene “para poder regar los manzanos que tengo hace 20 años”.

Los políticos, y sobre todo la institucionalidad gubernamental, prefieren denominar al fenómeno como “megasequía”. Atribuyendo su mayor causa a la falta lluvias de los últimos años. Eso no es ninguna duda y nos llama a tener en cuenta otro de los factores que la gran élite económica nacional e internacional niega: el cambio climático y las zonas de sacrificio.

Negar los efectos del cambio climático sería caer en la irresponsabilidad política que, por ejemplo, se vio en la COP 25, en donde el mundo y Chile no estuvieron a la altura de los desafíos que el planeta demanda de aquí a la década que comienza y que son vitales para la subsistencia del ecosistema y todas sus formas de vida.

Nuestro país es uno de los más complejos en términos ambientales, donde existen diversas crisis que muestran la extrema situación en la que nos encontramos y que se evidencia muy concretamente en la Región de Valparaíso. Donde la concentración de problemáticas de esta índole la hacen ser una mega zona de sacrificio. Razón por la que apoyamos la interpelación a la ministra del medio ambiente, Carolina Schmidt, ya que su gestión no solo en la COP fue decepcionante, sino que ante toda la situación que se vive ha mostrado indolencia y nula intención de cambiar la situación.

Esto porque se sigue vulnerando el derecho a la habitabilidad en un clima seguro, con Quintero y Puchuncaví aún como zonas de alta contaminación. El derecho humano al acceso al agua potable en el interior de la región es alarmante y con una realidad que semana a semana empeora, con pequeños agricultores que ya no tienen cómo regar su cosecha o alimentar a su ganado, con familias que no llegan al fin de la semana con la cantidad de agua para hacer los quehaceres básicos.

En una parte hay un pueblo completamente seco y al lado una zona totalmente verde. Con paltos que generan un contraste entre el rico que tiene el acceso al agua en grande cantidades, y el pobre que debe decidir si, los 50 litros que trae el camión aljibe, usarlos para bañarse o para cocinar, olvídense de tomarla.

La salubridad del agua que nos traen es otro tema de vulneración de DDHH en este círculo vicioso fomentado por el código de aguas respaldado en la actual constitución. Motivo por el cual su derrocación para que sea un bien de uso público y un derecho humano garantizado, tiene que ser uno de los ejes del Frente Amplio, de Convergencia Social y de la izquierda en el proceso constituyente.

Acá decimos fuerte: “NO ES SEQUÍA, ES MEGASAQUEO”, porque las razones de que no tengamos el elemento vital, es la privatización del recurso hídrico en nuestro país y que se ve claramente según diversas cifras. El mismo gobierno de Piñera durante su primer mandato, cifro que tan solo el 4.5% del agua total en Chile es de uso humano, mientras que el 95,5% es utilizado en actividades económicas. Entre esas la famosa actividad del cultivo de paltas en la provincia de Petorca, en donde, claramente tienen agua para abastecer su producción, pero no para que las familias puedan sobrevivir.

Si profundizamos en otros datos de ese 4,5%, en Chile al año 1995 el 50,1% era de propiedad fiscal y el 49,9% privada. El 2002 el cambio fue rotundo a un 17% y un 83% respectivamente, iniciando y profundizando el modelo de privatización del agua potable conocido como: sanitarias, y que hoy en día acapara su 100%, no cumpliendo con generar el acceso universal al recurso hídrico a nivel territorial.

Esto último se ve en Cerro Rocuant, zona afectada por el reciente incendio en Valparaíso y que hace más de 40 años tiene la demanda por el acceso al agua potable. Esto ayuda a que el sector sea declarado como una zona de alto riesgo para habitar y la respuesta del ejecutivo es que no pueden vivir ahí, en vez de ordenar la construcción de la obra ¿Van a esperar a que lleguen las inmobiliarias para hacerlo?

Tema aparte es la presión de agua y el estado de los grifos a la hora de combatir incendios en los cerros del puerto, en el que también hay una falta de fiscalización y protocolo que se repite año a año en nuestra comuna y que es un factor de riesgo a la hora de estos eventos.

Por ende, no nos hablen de racionar y cuidar el agua, ni mucho menos de valorarla, porque mientras usted ministro Walker hace 20 años la tiene para regar sus manzanitas, acá día a día nos secamos y ya se nos acabó el agua, no hay nada más por racionalizar en Petorca. Mientras la industria paltera gasta más de 10 mil litros de agua en producir un kilo del “oro verde”, acá vivimos con 50 litros a la semana y con un recurso en pésimo estado de salubridad.

Mientras los Carros Lanzaaguas gastan entre 5 mil y 10 mil litros de agua para reprimir en cada manifestación, hay cerros de Valparaíso donde no hay agua para beber ni apagar los incendios.

Mientras ustedes, el gran empresariado y la elite política, nos llaman a cuidar el elemento vital que despilfarran en sus empresas, acá seguimos en la lucha y no vamos a parar, porque la situación es tan extrema y delicada, que aquí no hay agua ni para las lágrimas.

Bárbara Astudillo Delgado y Nataly Campusano Díaz