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Mientras miles de jóvenes ven en el ingreso a la educación superior una forma de mejorar su situación social, en los últimos años son varias las investigaciones que aseguran que no logran generar movilidad social.
Desde la última década son diversos los estudios elaborados por universidades y centros de investigación en Chile que analizan cuál es el ‘premio’ económico y social por obtener un título universitario. Los resultados se inclinan a afirmar que los ingresos no cambian sustancialmente y que los índices van a la baja.
Académicos de la Universidad del Bío-bío y de la Universidad Politécnica de Cataluña publicaron en 2014 un estudio donde aseguran que entre los años 2006 y 2011 el nivel de ingresos de aquellas personas que pasaron por la educación universitaria en nuestro país fue de un -15,47%, habiendo en general una pérdida de poder adquisitivo.
De esta misma forma, una investigación publicada en 2012 por el Centro de Estudios Públicos (CEP) apoya la tesis. El documento elaborado por su economista jefe del área de políticas sociales, Sergio Urzúa, indica que “la evidencia aquí presentada demuestra que no es obvio que para todos el acceso al sistema de educación superior asegura un buen futuro económico”.
Dentro de los factores que han llevado a esta situación, los investigadores destacan el gran aumento del grupo de jóvenes que ingresan a la educación superior y el fracaso de las políticas públicas para otorgar mejores oportunidades laborales y mayor distribución de los ingresos.
Incluso, Libertad y Desarrollo, reconocido centro de estudios de la derecha chilena, publicó en 2016 una investigación al respecto. Si bien afirma que los retornos son altos, reconoce que los niveles de ingresos son cada vez más bajos.
Así también, la tendencia no sólo se da en Chile, en otros países ha sido posible evidenciar el mismo fenómeno. La Universidad de Barcelona presentó un análisis en mayo del año pasado donde afirma que la universidad no revierte la desigualdad social, entre otras causas debido a que los estudiantes de familias con ingresos más bajos deben compaginar sus estudios con el trabajo.
