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PSU 2020: el show decadente de una prueba rendida bajo el garrote de Cubillos

Por: Richard Sandoval | Publicado: 27.01.2020
PSU 2020: el show decadente de una prueba rendida bajo el garrote de Cubillos | Foto: Agencia Uno
Las autoridades porfiadas lo sabían, pero insistieron e insistieron, obstinados, hasta argumentar hoy que la filtración de una prueba da lo mismo, que la reubicación de estudiantes de un colegio a otro en un par de horas no afecta rendimientos. Que mandar a un joven a atravesar cuatro comunas es normal. Un verdadero show que están dispuestos a dar con orgullo con tal de no ceder en su forma de discriminar.

Han sido capaces de todo con tal de validar una prueba moribunda y sentir la rendición de la PSU como un triunfo contra los porfiados manifestantes que no se conforman con nada. Han sido capaces de todo, en el Demnre, el Mineduc y el Cruch, sin importar lo que han debido soportar los cientos de miles de estudiantes en todo Chile, que están a su cargo esperando entrar a una universidad, y que se han debido someter a las formas más violentas e irrisorias para responder preguntas que luego les permitan postular a una casa de estudios.

La imagen es asquerosa, represiva, ridícula y enferma: Para poder rendir una prueba, deben validar su condición de postulantes virtuosos ante carabineros, la fuerza policial preparada para reprimir, siendo registrados y visados ante vallas papales, no vaya a ser que se paseen como delincuentes, no vaya a ser que ingresen con un pañuelo además de un lápiz y una goma, como si estuvieran ingresando a un estadio de fútbol bajo el régimen de Estadio Seguro; jóvenes estudiantes potencialmente peligrosos, como una barra brava. Para poder rendir una prueba, trasladarse a lejanas comunas, a escondidos establecimientos que ni siquiera pudieron reconocer, como lo exige un proceso respetuoso con la totalidad del estudiantado.

Para rendir una prueba, obviar las filtraciones de los facsímiles, declarar que está todo normal, pese a que varios establecimientos ven el proceso interrumpido, otra vez. Para poder rendir una prueba, aceptar ser denigrados, como una chica que está en su período menstrual y a quien no dejaron entrar con toallas higiénicas, como denunció el papá, quien vio entrar a su hija indignada y colapsada de nervios a leer problemas matemáticos. En esa barbaridad impuesta se está rindiendo la prueba de admisión a las universidades del Chile del 2020. Es la modernidad prometida expresada en el garrote de la ministra Cubillos.

Para rendir la prueba, aceptar la cancelación de la prueba de historia, y que quienes se prepararon para esa prueba especialmente, quienes hicieron un preuniversitario para esa prueba, que acepten nomás, porque en realidad no es tan importante como las otras pruebas, de donde se desprenderá el puntaje que falte. Todo aquí es al gusto del Demre, el Cruch y el Mineduc de Cubillos buscando un triunfo, un éxito, en torno a una rendición que nunca debió realizarse, a partir de las condiciones sociales que vive el país -a menos de tres meses del inicio de un estallido social- y las protestas que advirtieron que la rendición era inaplicable. Las autoridades porfiadas lo sabían, pero insistieron e insistieron, obstinados, hasta argumentar hoy que la filtración de una prueba da lo mismo, que la reubicación de estudiantes de un colegio a otro en un par de horas no afecta rendimientos. Que mandar a un joven a atravesar cuatro comunas es normal. Un verdadero show que están dispuestos a dar con orgullo  con tal de no ceder en su forma de discriminar.

La PSU 2020 será recordada por siempre como una prueba desastrosa, injusta, rendida en represión, en condiciones adversas y desiguales. Una prueba rendida por estudiantes obligados en colegios que no estaban en condiciones, rendida en partes, como una gotera triste en una bodega roñosa, con jóvenes llenos de sueños que no se pudieron concentrar, que perdieron totalmente el hilo requerido para un proceso intelectual tan relevante. Será el recuerdo prístino de ciento de miles. El recuerdo del fin fatal de un sistema que ordenó al país entre ricos y pobres hasta que el pueblo dijo basta. El recuerdo de una normalidad educacional impuesta, violenta, una normalidad tan fatídica como lo es el gobierno que la ejerce, el gobierno que viola los derechos humanos, el que no acepta otras propuestas, el que se querella contra quince estudiantes de la Cones que se toman la sede del Demre, el que impone una prueba con la amenaza de la Ley de Seguridad Interior del Estado.

Richard Sandoval