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¿Es que acaso no lo ven? La codicia de algunos pocos terminará acabando con la vida de muchos

Por: Sebastián Benfeld | Publicado: 10.02.2020
¿Es que acaso no lo ven? La codicia de algunos pocos terminará acabando con la vida de muchos |
La gran Antártica (que durante más de 14 millones de años había logrado mantenerse en su estado natural), los diferentes glaciares al alrededor del mundo y las grandes reservas de agua dulce que en ellos se encuentran, hoy se ven amenazadas por el desenfrenado avanzar de la industria de los combustibles fósiles, que en su carrera por volverse cada vez más poderosos han conseguido devastar legalmente nuestro medioambiente con ayuda de sus grandes cantidades de dinero y de su lobby político-empresarial.

“Un récord alarmante: la Antártida tuvo la temperatura más alta en casi 70 años”; “Calentamiento global: 18°C en la Antártida”; “Temperatura sin precedentes derrite los glaciares de la Antártida”. Era un viernes 07 de febrero y, en la prensa de todo el mundo, titulares como estos no paraban de correr. 18.3°C fue la máxima registrada por la base climatológica de Argentina, a poca distancia de las bases chilenas Bernardo O’Higgins y Presidente Eduardo Frei Montalva. 0,8°C más que el último récord registrado en 2015 (17.5°C).

Estamos hablando de un aumento de casi un grado centígrado más alto en tan solo 5 años. La Antártida -según la Organización Meteorológica mundial- hoy se está volviendo uno de los lugares de calentamiento más rápido de la tierra, con un aumento de casi 3°C en los últimos 50 años. Sin duda alguna este 2020 comenzaremos a vivenciar en carne propia, cada vez con más frecuencia, las consecuencias directas de la crisis climática, del fructuoso lobby de la industria de los combustibles fósiles y de la indignante inacción de muchos de nuestros políticos, que al parecer están más por defender sus negocios que por hacerle frente al cambio climático.

Si la temperatura global continúa aumentando de la misma manera en que lo ha hecho hasta ahora, más temprano que tarde las capas de hielo polar terminarán por derretirse; los océanos comenzarán a crecer y habrá más patrones de clima peligrosos: aumentarán las inundaciones, las sequías y los incendios alrededor del mundo. Todo pareciera indicarnos que, si seguimos en esta dirección, la raza humana completa no pasará de unas cuantas generaciones más.

Pensémoslo de este modo, los últimos 12 mil años la temperatura global se ha mantenido relativamente estables (con variaciones inferiores a 1°C durante todo ese lapsus de tiempo). Pero a partir de la Revolución Industrial (de 1760 en adelante) los gráficos se disparan. En 2018 ya nos acercábamos al aumento de la temperatura global en casi 1°C, logrando con ello el aumento de sequías históricas (cada vez más notorias) en diversas partes del mundo y que los arrecifes de coral comenzarán a colapsar. Hoy, mirando hacia el futuro, la cosa no va mejor. Si continuamos en esta dirección, se estima que cuando hayamos aumentado en 3°C tendremos olas de calor que harán que muchas regiones en el mundo ya no sean habitables, la agricultura colapsará y ya no podremos alimentar a la humanidad de forma responsable.

Concretamente, en el corto plazo, este tipo de aumentos en la temperatura Antártica podría traer consigo “un derretimiento de los glaciares, que se deslizarían mucho más rápido hacia el océano, formándose de esta forma icebergs y aumentando el nivel del mar.” Según las estadísticas de Naciones Unidas, «casi un 40 % de la población mundial vive a menos de cien kilómetros de las costas marinas, quedando expuesta a inundaciones costeras permanentes y cada vez más severas.” Chile no está muy lejos de vivir esta distopía, no solo tenemos una gran costa y estamos dentro de los 10 países del mundo más afectados por el cambio climático, sino que hoy mismo ya estamos vivenciando una de las más grandes sequía y crisis hídrica de las que se tiene registro en la historia del país, y en suma, los pocos recursos hídricos que tenemos están en manos de privados.

La gran Antártica (que durante más de 14 millones de años había logrado mantenerse en su estado natural), los diferentes glaciares al alrededor del mundo y las grandes reservas de agua dulce que en ellos se encuentran, hoy se ven amenazadas por el desenfrenado avanzar de la industria de los combustibles fósiles, que en su carrera por volverse cada vez más poderosos han conseguido devastar legalmente nuestro medioambiente con ayuda de sus grandes cantidades de dinero y de su lobby político-empresarial. Y mientras en el resto del mundo la prensa no ha dejado de señalar a los responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero que hicieron posible este aumento de la temperatura Antártica, en Chile poco y nada se ha dicho del aporte de casi 1.000.000.000 de pesos que hizo el Consejo Minero al Estado de Chile para el financiamiento de la Cop 25. Posiblemente asegurándose de que sus intereses con respecto a los glaciares no sean tocados.

Y es que no nos hagamos los tontos, el Consejo Minero desde hace mucho tiempo que tiene claros intereses en la NO-protección de los glaciares, pues evidentemente la protección de glaciares se contrapone directamente con sus intereses en la exploración y explotación minera, o, en otras palabras: con sus marcados intereses económicos. Hoy, ya varias semanas de terminado el fracaso de la Cop 25, todo comienza a tener sentido. Para esa cumbre, el gobierno de Sebastián Piñera le habría abierto las puertas al lobby de la industria de los combustibles fósiles y de las empresas más contaminantes para que se tomaran los acuerdos, y en consecuencia, la presidenta había terminado por presentar un texto que acomodaba mucho más a las grandes industrias que a las personas que hoy día sufren las consecuencias del cambio climático. Son, sin duda alguna, esos intereses de unos pocos los que en el corto plazo terminarán por dejarnos a muchos en medio de una sequía y una crisis  climática sin igual, pues en definitiva, si seguimos así (con empresas super poderosas capaces de comprarse a algunos sectores de la política tradicional, controlar el mercado y definir qué se dice y que no en los medios de comunicación de los que ellos mismos son dueños) la codicia y la avaricia de algunos terminará acabando con la vida de muchos.

Será deber del pueblo, entonces, trabajar para que este 26 de abril el poder le vuelva a pertenecer al pueblo movilizado y no a los mismos de siempre (los que destruyen nuestros glaciares, contaminan, roban nuestras aguas y hacen negocios con nuestras vidas). Este 26 de abril resulta imperante ganar el plebiscito por una Nueva Constitución que proteja nuestros recursos naturales y, lo más importante, sea escrita 100% por la ciudadanía a través de una Convención Constitucional, NO por los grandes lobbistas de las empresas ligadas a los combustibles fósiles, ni a la agroexportación, ni a las forestales; en abril debemos hacer lo posible para que esta Nueva Constitución sea una constitución escrita desde el pueblo y para el pueblo. Pues, si nuestros actuales gobernantes no son capaces de priorizar la protección de nuestro medioambiente antes de que sea demasiado tarde, requerimos de forma urgente una nueva constitución emanada desde el pueblo que sí lo haga.

Sebastián Benfeld