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¿Rechazar para reformar? No, lo que quieren es rechazar para perpetuar

Por: Francisco Mendez | Publicado: 13.02.2020
¿Rechazar para reformar? No, lo que quieren es rechazar para perpetuar | Foto: Agencia Uno
¿No es esto transformar lo que viene en abril en un asunto de clientes en vez de ciudadanos? ¿No es este personaje de sobre cincuenta años el sujeto construido por lo que se quiere perpetuar? Su visión es conformista y espera ser satisfecha con un alza modesta en sus pensiones, antes que mirar más allá de su bienestar personal, ese que claramente no crecerá con ese conformismo que aparece como si fuera una virtud.

La campaña de Andrés Allamand y Diego Schalper, dice que hay que “rechazar para reformar”. Lo señalan como si estuvieran trayendo algo así como una cuota de cordura al debate constitucional, con videos en los que se caricaturiza la discusión de manera poco inteligente y hasta trágicamente divertida. Sin ir más lejos, esta semana salió un nuevo viral en el que reafirman esta idea, una vez más, dejando en claro la nula intención de hacer algo serio o medianamente decente para fundamentar su postura.

El video en cuestión es en un paradero donde un caballero adulto le dice a un “joven idealista” que se tome los “buses reforma” en vez del “bus del plebiscito”, porque “pasan todo el día” y son más rápidos, y porque resolverían el tema de las pensiones de manera menos tediosa para ese joven. El supuestamente idealista le encuentra la razón a ese caballero trabajador que cree en las soluciones inmediatas, esas que suben un par de pesos, pero no se preguntan por el futuro, como sí lo hacía su interlocutor hasta que escuchó su precario fundamento.

Es decir, la propaganda derechista pone al ciudadano medio, o al llamado “facho pobre”, como un ejemplo de inteligencia y sensatez frente a una persona menor que espera un nuevo futuro; y lo llama a conformarse con lo que hay y a esperar a esa respuesta rápida que, supuestamente, resuelve la lenta, pero que, realmente, es una forma de posponer el futuro.

¿No es esto transformar lo que viene en abril en un asunto de clientes en vez de ciudadanos? ¿No es este personaje de sobre cincuenta años el sujeto construido por lo que se quiere perpetuar? Su visión es conformista y espera ser satisfecha con un alza modesta en sus pensiones, antes que mirar más allá de su bienestar personal, ese que claramente no crecerá con ese conformismo que aparece como si fuera una virtud.

Es eso lo que parece mostrar esta mala campaña: personas que andan más preocupadas de agarrar algo inmediato antes que un camino a mediano plazo que establezca un cambio en la manera en que ese sujeto quiere mirarse a él y al “joven idealista”. Por lo que podríamos decir que lo que realmente quieren hacer Allamand, Shchalper y compañía, es rechazar para perpetuar, para dar la impresión de que algo está mejorando, cuando es todo bajo la misma lógica.

¿Es ese adulto realmente un ejemplo? ¿Es su “madurez” realmente un camino a seguir si es que se quiere encontrar el problema y su solución? Todo parece indicar que no. Él es un tipo despolitizado y sin mayor aspiración que ver medianamente atendidas sus aspiraciones, las que consisten en sobrevivir y “salvarse”

La derecha no oculta sus vicios ideológicos en este comercial electoral. La forma en que son retratados estos dos personajes, es la insistencia de este sector por llamarle realismo a una hegemonía política y económica, con tal de que no haya mayores preguntas y discusiones que salgan de la mediocridad de quienes andan más preocupados de tomar un bus rápido que los haga salir de manera inmediata de la sola idea de pensar que hay cuestiones más complejas que solo quedarse con una solución transitoria.

Este país hoy no merece el “bus de las reformas”. Este nos llevará siempre al punto de partida, dándose vuelta en círculos sin llegar realmente al objetivo. Reformar es seguir legitimando lo que colapsó, lo que no resiste ni un solo cambio cosmético más. Temas como los previsionales fueron hechos bajo una visión del ciudadano que merece ser puesta en tela de juicio, pero no perpetuada mediante una que otra pequeña remodelación. No hay que remodelar. Hay que cambiar sobre la base de un encuentro de ideas que puedan ponerse frente a frente. Y eso es lo que no se quiere hacer.

Francisco Mendez