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Marta Peirano, periodista experta en tecnologías de vigilancia: «El enemigo está en tu bolsillo»

Por: Patricia Peña | Publicado: 16.02.2020
Marta Peirano, periodista experta en tecnologías de vigilancia: «El enemigo está en tu bolsillo» Marta Peirano_by Alvaro Minguito | Fotógrafo: Alvaro Minguito
En esta conversación con El Desconcierto la periodista y escritora española Marta Peirano entrega una mirada crítica sobre la sociedad hiperconectada. Su último libro reflexiona sobre el teléfono móvil, Internet y en especial como las redes sociales, se transforman en infraestructuras de manipulación y vigilancia constante. Un tema relevante para Chile, en especial post 18 de octubre y ad portas del plebiscito por una nueva constitución, donde el debate, la manipulación de la información y la contrainformación ocurre por estas plataformas.

“El Enemigo conoce el Sistema” (Editorial Debate), es un libro que habla de tecnología y privacidad, de cómo lo que se ha llamado “la economía de la atención”, de adicción de mirar y estar atentas y atentos a la pantalla del móvil, a dar likes o repostear la información que llega al móvil y de cómo esto se ha convertido en un desafío para la democracia y los derechos humanos.

Su autora Marta Peirano, es escritora y periodista española, en ADN.es y  el Diario.es, que se ha especializado en estos temas, con libros como “El pequeño libro rojo del activista en la red”,  prologado por el mismo Edward Snowden, y como cofundadora de las Crypto Party en Berlín.

Con más de 9 ediciones al castellano, este libro llega a Chile en un momento en que la discusión pone al centro cómo el teléfono móvil, el que llevamos en el bolsillo, Internet  y en especial las redes sociales, se  transforman en infraestructuras de manipulación y vigilancia constante. Un tema relevante para Chile, en especial post 18 de Octubre y ad portas el plebiscito por una nueva constitución, donde el debate,  la manipulación de la información y la contrainformación ocurre por estas plataformas.

En esta conversación, abordamos su mirada crítica sobre esta sociedad hiperconectada.

Patricia: ¿Qué hizo tan necesario escribir este libro, en especial luego de tu visita a Chile, en noviembre de 2017 –  para participar en una conferencia sobre Tecnología, Vigilancia y Democracia (organizada por la red LAVITS y Fundación Datos Protegidos, el Instituto de la Comunicación e Imagen, de la Universidad de Chile)?

Marta: Cuando visité Chile, mi conferencia fue sobre de infraestructuras de tecnologías, me di cuenta que cuando hablamos de Internet, en realidad estamos hablando de las metáforas de Internet. En los últimos 20 años, la red se ha ido desarrollando en dos caminos paralelos, uno el camino de las infraestructuras, que se han ido centralizando cada vez más, como las empresas que son las cablean con fibra a fines de los noventa, y que fueron quebrando o que fueron compradas por otras empresas. Y por otro lado, ha ocurrido un desarrollo de un lenguaje, creado especialmente para hablar de Internet, que se ha ido separando tanto de la infraestructura y de la industria. Por ejemplo, la palabra  “nube” como metáfora que en principio indicaría este ente inmaterial, que es ligero y no contaminante, blanco y limpio, pero que no es más que una cantidad gigantesca de servidores que necesita una cantidad de electricidad para consumir, se dice que casi el 4% de la electricidad en el mundo la consumen estos servidores.

Patricia: Hoy tenemos evidencia, en especial luego del caso Cambridge Analytica y Facebook,  que no sólo empresas, sino que  organismos  de inteligencia, poderes políticos y  gobiernos vigilan y usan Internet para difundir campañas muy segmentadas, con fines de manipulación  ¿Se hace más evidente este tema en el debate público?

Marta: Me parece paradójico que la mayor cantidad de información sobre este tipo de campañas de manipulación que han dominado nuestros últimos años de elecciones democráticas con consecuencias cada vez más catastróficas, no hayan generado investigaciones o no hayan justificado la clase de investigación que requiera bucear en los datos de campañas dentro de las plataformas que han tenido lugar. En mi libro hablo mucho de la campaña de Estados Unidos de 2016, por dos motivos: primero, porque es el momento que de alguna manera convergen los distintos aspectos de esta lógica de extracción de datos, una lógica económica, que está basada en un capitalismo extremo exento de responsabilidad, donde convergen las necesidades políticas de determinados grupos con las necesidades económicas de grupos completamente ajenos a ellos, y las necesidades o ambiciones imperialistas de terceros países. Entonces convergen en la misma campaña en un incendio súper interesante, y el motivo porque sabemos mucho sobre eso, es porque el congreso norteamericano pidió dos informes a dos instituciones completamente  independientes, que fueron una empresa en Austin, Texas que se dedica a ciberseguridad y al departamento de propaganda computacional de Oxford, eran dos informes paralelos sobre esa campaña para investigar si había habido una influencia o una intervención rusa. Y Facebook se vio obligado a facilitar muchos más datos de los que normalmente tenemos. Quitando esa excepción, de la que tenemos un montón de información que no podríamos haber tenido de ninguna otra manera, sino fuera porque más o menos voluntariamente Facebook participó de los datos que ellos habían ocurrido en ese momento, no sabríamos nada de cómo operan estas campañas. Estas campañas son casi unas franquicias que han operado en Estados Unidos, pero que ahora están operando en todas partes del mundo y están evolucionando ahora a gran velocidad, gracias a la opacidad absoluta, y por la lógica de los algoritmos de las plataformas digitales.

Patricia: ¿Cómo ves entonces el surgimiento de que dicen “vamos a regular Internet y las redes sociales?¿Cómo ves tú esa discusión de que todo se soluciona con un marco regulatorio?

Marta: Yo no creo que haga falta reinventar la legislación, lo que hace falta es poder aplicarla en el entorno en el que operan. Esto significa que ya sabemos que se están cometiendo delitos dentro de los espacios cifrados y protegidos de las plataformas, si ocurrieran en la calle estarían tipificado como delitos, pero como no podemos entrar en la caja negra de las plataformas, no podemos gestionarlos, bueno pues, lo que hay que resolver es eso no. Lo que quiero decir, es que ya tienes una legislación que prohíbe la contaminación de la población con información que deshumaniza a colectivos vulnerables, que deshumaniza a las mujeres, que deshumaniza por su raza o por su religión; también tenemos leyes que tipifican la discriminación en trabajo, en la escuela, en el acceso a servicios, y, sin embargo, eso es exactamente lo que vemos que hacen las plataformas digitales constantemente y sin embargo, lo estamos registrando como si fuera un problema técnico.

Patricia: ¿Cuál es tu visión de cómo salir de esta dependencia tecnológica?

Marta: Muy definitivamente mi libro ofrece muy pocas soluciones, lo que ofrece es una visión de dónde se tuerce la red, hacia esta economía basada en la extracción de datos y el  impacto que tiene en la sociedad. Quería ayudar a la comprensión y distinción de lo que son las herramientas del poder y de la revolución, porque como dice Audrey Lorde “las herramientas del poder, nunca te pueden ayudar a desmantelar al poder”, y el punto de esa metáfora, es cuando nos parece que Twitter y Facebook,  fueron las herramientas de la Primavera Árabe. Esa es la trampa mortal por la que se cae toda la disidencia, o sea, porque no han sabido distinguir las herramientas de la revolución, de las herramientas del poder. Todos los disidentes del poder que utilizan herramientas centralizadas y opacas que operan desde países donde no tienen derechos, cometen un error mortal a veces.

Patricia: ¿Hay alternativas en proyectos como la promesa del software libre o ahora en iniciativas de soberanía tecnológica, redes comunitarias, wifi local, entre otras?

Marta: Siempre he pensado que Latinoamérica es, en ese sentido, el pasado y el futuro a la vez. El pasado porque pienso que hay un 40% del territorio al que no ha llegado, a lo mejor, ni el teléfono; y, el futuro, porque precisamente por ese motivo se han saltado los 20 últimos años en el que se nos torció la red, entonces pueden empezar desde cero, sabiendo algo que nosotros no sabíamos entonces.

Me he dado cuenta de que los lugares que están desarrollando infraestructura propia de fibra, son los más pobres y los más ricos. En Latinoamérica por ejemplo son lugares en donde no llegó la fibra, porque simplemente no había población suficiente o porque las empresas de telecomunicaciones consideraron que los usuarios iban a ser pocos y no iba a justificar el gasto. Entonces, me parece muy interesante que esos dos desarrollos se estén dando a la vez y es ahí donde yo veo que está la resistencia, porque en el momento en el que dejas de esperar que te llegue a ti la infraestructura digamos, puedes crear la tuya propia, desde la comunidad, financiada por la comunidad, eso tiene un efecto económico, se puede recuperar la inversión y no pagar 300 euros al mes por acceder a la red,  tiene el efecto secundario que te tienes que coordinar con la comunidad  para diseñarla, se trata de una infraestructura consensuada y que no se opaca.

Patricia: Otro discurso que llega hoy a Latinoamérica y en particular a Chile, es que la tecnología del 5G “lo solucionará todo” ¿Cómo entender esta trama  que se va construyendo entre el 5G, los gobiernos y las empresas que los promueven?

Marta:  Claramente lo veo como una expansión a escala de la lógica que ya conocemos de antes, es decir, si la economía de la vigilancia lo que hace es ofrecerte una infraestructura para que tu operes en ella y hagas algo que de repente es necesario cómo comunicarte constamente con tus amigos y familias, estar trabajando, leer las noticias cada 5 segundos, cosas que no hacíamos hace 20 años, pero que ahora son cruciales para nuestra supervivencia, esta es una expansión a escala de ese modelo. Es decir, te ofrecemos una infraestructura que no es gratis, pero es particularmente barata, para que tu como Estado o ciudad no te quedes fuera de la revolución. Es lo mismo que Facebook o Twitter, no te quedes fuera de las comunicaciones, no te quedes fueras de la conversación, no te quedes fuera, de la super ciudad. Lo que pasa es que esta es una infraestructura privada, en manos de empresas como Vodafone o Telefónica o Huawei, sobre la que luego vamos a querer montar nuestra gestión de energía, nuestra gestión de la sanidad, de la educación, de la defensa, es decir, toda y cada una de las gestiones de recursos y servicios sociales que son cruciales para nuestra sociedad.

El 5G es una alianza entre empresas, que desde el punto de vista geoestratégico, probablemente no son antagonistas. Entonces, la pregunta es ¿queremos dejar nuestra gestión estratégica, de recursos y del transporte en manos de privados, por ejemplo,  China (Huawei) y de Inglaterra (Vodafone)?, yo no.

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