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Opinión

Cecilia Magni y el fin de Piñera

Por: Ignacio Gac | Publicado: 29.02.2020
Cecilia Magni y el fin de Piñera |
Cecilia Magni da el ejemplo, cuando abandonó su casa acomodada y debió separarse físicamente de su hija por seguridad, expresaba su humanidad: “No puedo sufrir por una sola niñita, que es mi hija y que amo, cuando veo sufrir a miles de niños que no tienen derecho a nada”. La figura de Tamara la debemos recuperar y alzar en las calles, especialmente en vísperas del 8M. El 24 de febrero hubiera cumplido 64 años, pero junto a su compañero Raúl Pellegrin fue torturada, asesinada y arrojada al río en Los Queñes en octubre de 1988. La habrían dejado tetrapléjica. No hubo justicia.

Cecilia Magni Camino es parte fundamental de la historia de Chile, símbolo de la resistencia latinoamericana de más de 500 años. ‘Comandante’ Tamara (por Tamara Bunke), mujer líder revolucionaria del FPMR, ha sido vetada por ser políticamente incorrecta e inabordable por la eficacia imperialista y de la oligarquía a la hora de imponerse ideológicamente con la mentira del “peligro terrorista” y de lo que sería la violencia. Doctrina anticomunista yanqui apoyada por los tentáculos de los ‘poderosos’ que pretenden criminalizar la legítima lucha de un pueblo oprimido (bastante pacífica por lo demás). Políticos de ‘izquierda’, seudointelectuales, medios de desinformación, pretenden desmovilizar, dictar lo que podemos o no hacer, callar el grito contenido por décadas; enterrar los enfrentamientos que nos precedieron, cuyas causas que los originaron no han desaparecido.

El saqueo de todos los recursos del país, los que nos podrían encumbrar al verdadero desarrollo, no al ‘desarrollo del subdesarrollo‘ (André Gunder), dependiente y condicionado a la perversión de Estados Unidos y al mercado mundial. El lucrativo negocio de todos nuestros derechos, la sistemática violación de DDHH, la pobreza encubierta, desempleo, precariedad y explotación laboral, etc. Se ha sostenido y profundizado el modelo de la dictadura, sumado a los mezquinos intereses de corruptos empresarios. Hacen de Chile un suministrador de cholguán para un imperio de genocidas, un paisaje listo para dinamitarlo, un paraíso de la impunidad.

Hoy construimos un mundo social que estaba en peligro de extinción, el cual carece de una expresión política nacida de una nueva ética y conciencia. Incluso pequeños partidos u organizaciones de izquierda son corrompidas por la ansias e ilusión del poder. Candidatxs con alteraciones mentales pretenden ostentar cargos apropiándose de las banderas con una falsa simpatía, el individualismo corroe el compromiso y convicción de una lucha auténtica. Cómo tomarnos esos espacios con representantes dignos, no más arrastrados apernados en cúpulas entrampadas en tonterías.

Las directivas burocráticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía se limitan a plantear reformas al régimen capitalista. Engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente, olvidando la acción directa y la tradición revolucionaria del proletariado chileno” Declaración de Principios del MIR, 1965.

Cecilia Magni da el ejemplo, cuando abandonó su casa acomodada y debió separarse físicamente de su hija por seguridad, expresaba su humanidad: “No puedo sufrir por una sola niñita, que es mi hija y que amo, cuando veo sufrir a miles de niños que no tienen derecho a nada”. La figura de Tamara la debemos recuperar y alzar en las calles, especialmente en vísperas del 8M. El 24 de febrero hubiera cumplido 64 años, pero junto a su compañero Raúl Pellegrin fue torturada, asesinada y arrojada al río en Los Queñes en octubre de 1988. La habrían dejado tetrapléjica. No hubo justicia.

Piñera
no dará respuestas civilizadas en su ‘negociación colectiva’, busca el desgaste e infundir terror. Cada día que pase ahí hará de la paz más frágil. Chile ya ha dicho que el ‘enemigo poderoso’ -no solo para el país- es Piñera, asesorado en materia política, económica y militar por Estados Unidos.

Hernán Larraín, golpista, amigo de Colonia Dignidad, férreo defensor de Pinochet, que se hace llamar Ministro de Justicia y Derechos Humanos, ha arrojado a miles de personas inocentes a la cárcel. Han dictado medidas cada vez más represivas, estado de sitio, han adquirido armas más contundentes, y hay claras evidencias de los abusos. Mientras que las amenazas del régimen no paran, de hecho salen en primera plana. Su brutalidad ha intoxicado, herido, dejado sin ojos, matado y quemado cadáveres. Evidenciando su histórica cobardía extrema. ¿Por qué aguantarles más? ¿Con qué derecho nos violentan? Deben ser enjuiciados, así se cuida una verdadera democracia.

Hasta en los 80 la política represiva de la dictadura perdía su filo cuando el temor se esfumaba. Piñera o su sucesor no podrá aplastar a la gran mayoría, el pueblo no se desmorona, al contrario. Quien defienda el violento régimen de Piñera es cómplice de los crímenes y debe ser condenado por la comunidad.

Hay que aprobar la idea de una nueva constitución, destruir lo que fraudulentamente hizo Guzmán y compañía. Seguramente sea una constitución “en la medida de los posible”, mediocre, inconsecuente, pero este es solo un nuevo inicio. La lucha no finaliza haciendo dos rayas en un papel. No podemos traicionar la memoria de Cecilia.

Ignacio Gac