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Opinión

El nuevo Chile es con nosotras

Por: Valentina Saavedra | Publicado: 02.03.2020
El nuevo Chile es con nosotras Imagen referencial. | Fuente: Agencia Uno (archivo).
Abrir el debate en clave feminista, es la única manera que el pacto social que se discuta durante los próximos años, no vuelva a ser un pacto excluyente para las mayorías sociales, pero principalmente para mujeres y diversidades. Para lo anterior, la posibilidad de constituir un órgano constitucional paritario es un imperativo, puesto que la formación machista con la que hemos crecido, que se reproduce en el ejercicio político, tiende a invisibilizar y postergar a aquellas mujeres que podrían estar presente y que requiere de un cambio cultural sustantivo para superarse.

Comienza marzo y la primera semana, se vuelve clave para el movimiento feminista. Además de prepararnos para un 8 de marzo, que será la primera movilización con mayores niveles de organicidad desde el 18 de octubre, nos encontraremos ante la interpelación de la Ministra de la Mujer y Equidad de Género por su negligencia ante la violencia sexual que ha ejercido Carabineros a mujeres y diversidades durante la revuelta social; y también se retomará la discusión sobre la posibilidad de que el proceso constitucional sea debatido en un espacio paritario entre mujeres y hombres.

En este contexto y en medio del debate sobre la posibilidad de tener como país una nueva Constitución, es fundamental reconocer la relevancia que ha tenido el feminismo tanto en la movilización -es cosa de recordar el impacto mundial de la performance “Un violador en tu camino” de Las Tesis-, como en la construcción de un nuevo Chile. Ha sido el movimiento feminista el que ha abierto el cuestionamiento de las estructuras rígidas y verticales con las que han funcionado las instituciones en Chile y ha puesto en el centro la importancia de la reproducción de la vida, cuestión que se encuentra en crisis en estos momentos. No es casualidad, que el malestar de la ciudadanía que ha salido a protestar, tenga como factor común la incertidumbre del bienestar y del cuidado de la población (como la salud, la educación, la vejez, la vivienda, entre otros), casi totalmente privatizado en Chile y que en la medida que las mujeres dejamos de cargarlos en nuestros hombros, se transforman en factores de mayor precarización de la vida personal y familiar.

El feminismo entonces, es más amplio que una lucha sólo de las mujeres, es precisamente un debate necesario sobre el tipo de sociedad que queremos construir, el valor de las labores de cuidados y la urgente necesidad de pensar nuestra democracia, de manera de profundizarla. Por ello, la deslegitimación de las instituciones no sólo se podrá enfrentar con cambios de los rostros que las encabezan, sino que deben someterse a una profunda reflexión sobre las formas de relación social que deben reflejar.

Una nueva Constitución requiere entonces incorporar desde su origen la perspectiva feminista, para superar la discriminación de origen a mujeres e identidades feminizadas, pero también para repensar formas de construir país donde el poder se distribuya, el modelo no descanse en la precarización de la mayoría de la población y los organismos que lo sostienen permitan un funcionamiento democrático y representativo de la nueva sociedad que se está constituyendo en Chile.

Abrir el debate en clave feminista, es la única manera que el pacto social que se discuta durante los próximos años, no vuelva a ser un pacto excluyente para las mayorías sociales, pero principalmente para mujeres y diversidades.

Para lo anterior, la posibilidad de constituir un órgano constitucional paritario es un imperativo, puesto que la formación machista con la que hemos crecido, que se reproduce en el ejercicio político, tiende a invisibilizar y postergar a aquellas mujeres que podrían estar presente y que requiere de un cambio cultural sustantivo para superarse. Sin embargo, a pesar de existir un amplio apoyo social y una propuesta seria generada con la red de politólogas, ya aprobada en la cámara de diputados y diputadas, aún no es seguro que se pueda garantizar la distribución paritaria en el proceso, debido a las trampas que ha estado elaborando el oficialismo para evitar su aprobación.

La nueva Constitución es una oportunidad para quienes anhelamos una sociedad justa, igualitaria y libre. Queremos que este proceso signifique un avance modernizador para Chile y su democracia. Para ello, la paridad es un mínimo.

Valentina Saavedra