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Piñera debe dar un paso al costado

Por: Francisco Mendez | Publicado: 13.03.2020
Pareciera que ya ni él sabe qué está haciendo en la casa de gobierno, pero que su obstinación por no perder lo mantiene ahí. Y en eso no consiste gobernar un país, sino en preguntarse cuándo se está siendo útil y cuándo ya se es un estorbo. Y, para la democracia, él es un estorbo, algo que está ahí y que ni siquiera su sector sabe por qué.

Es complejo escribir sobre esto, pero hay que hacerlo. Los últimos meses, pero más aún los últimos días, se ha instalado la idea de la inoperancia de este gobierno y su cabeza, o aparente cabeza, Sebastián Piñera. Todo parece indicar que ya no hay caso, que los próximos dos años que se vienen se ven imposibles con Piñera en La Moneda. Cada día que pasa, más pierden Chile y sus ciudadanos con él en el poder. Cada semana, cada mes, se hace más insostenible con personas que no tienen conciencia histórica y no quieren entender en qué estamos.

Por esto es que se hace necesario que el presidente haga algo que claramente no hará, y que es que mire de manera amplia lo que le espera al país y no piense en sus intereses transitorios. Se requiere un acto de Estado, con un pensamiento realmente arriesgado, no mezquino ni menos preocupado solamente de su futuro inmediato. ¿Y en qué consiste esto? En que salga, que dé un paso al costado y haga algo, alguna vez, por otros.

Sí, aunque suene demasiado arriesgado de parte de un simple columnista, uso este espacio para pedirle a Sebastián Piñera que no sea egoísta, o que mejor que deje de serlo, aunque sea por un momento, y piense realmente en la colectividad, en esa patria que tanto baila en la boca de muchos, pero tan poco se piensa, se racionaliza.

¿Es esto “golpismo”? No, es pedirle al mandatario que piense cuál es el momento histórico en el que estamos, y qué es lo que hace su figura para solucionarlo. Y lo cierto es que nada. Piñera se convirtió en el principal problema sin que lo fuera el 18 de octubre. Con su nula acción política, su irresponsabilidad al momento de hacerse cargo de los horrores de Carabineros en las calles, y la eterna política de contingencia en donde se evita hablar de manera estructural de lo que sucede, lo lo único que está haciendo es ahondar en una herida, hacer crecer los síntomas de la enfermedad más que tratar de bajarlos.

Pareciera que ya ni él sabe qué está haciendo en la casa de gobierno, pero que su obstinación por no perder lo mantiene ahí. Y en eso no consiste gobernar un país, sino en preguntarse cuándo se está siendo útil y cuándo ya se es un estorbo. Y, para la democracia, él es un estorbo, algo que está ahí y que ni siquiera su sector sabe por qué.

Con estos meses no solo cayó una lógica sistémica y muchas de las maneras en que nos relacionábamos, también cayó, se derrumbó esa mentira de la inteligencia de Piñera. Esa idea de que la pillería del mercado es lo mismo que ser inteligente, que poder tomar decisiones importantes y poder solucionar o conducir problemas.

El presidente no sabe nada de eso. Jamás solucionó problemas, sino que invirtió y tuvo suerte. Por eso es que ya no es necesario. Hoy se necesita política y políticos de verdad. Se requiere que lo político cobre sentido y pueda darle un rumbo a todo lo que viene. Ni Piñera, con su nula inteligencia política, ni Larroulet, con su fanatismo extremo, podrán hacer algo al respecto. Son parte de lo que tiene que terminar. Porque no le están haciendo bien al futuro de Chile.

Por eso, si es que alguna vez llega a leer esto, le pido al señor que nos gobierna que dé su brazo a torcer, que entienda que perdió, y que eso no lo hará peor persona; lo que sí lo hará quedar aún más mal es que se encapriche y no haga un trabajo para que, quien lo suceda, lo haga de manera democrática. Insisto, esto no es golpismo. Esto es tratar de evitar que haya un golpe de Estado.

Al comienzo de este texto digo que es complicado, porque así lo encuentro. Es extremadamente complejo pensar en que un mandatario deba interrumpir su mandato, independientemente de las ideas que lo llevaron al poder. Pero hoy es el momento de plantearlo seriamente.

Francisco Mendez