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El punto de retraso en la información: Contagiados acusan demora en el ingreso al registro de coronavirus

Por: Diego Alonso Bravo C. | Publicado: 19.03.2020
El punto de retraso en la información: Contagiados acusan demora en el ingreso al registro de coronavirus Imagen referencial. | Fuente: Agencia Uno (archivo).
Un efecto de la pandemia fue mover el foco hacia las gestiones estatales. El ministro de Salud informó este jueves de 342 casos testeados. En la ecuación del estado real actual (compuesto también de aquellos casos asintomáticos, además de los sintomáticos que no han sido testeados) están también a quienes se les notifica algunos días después de examen. De eso dan cuenta los testimonios aquí recogidos.

Hoy Mike se ríe: lo contactaron de la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) Metropolitana el lunes pasado, después de haber aparecido en algunos matinales de televisión. Le dijeron que no lo habían hecho antes porque no tenían su teléfono celular. Las excusas se las dieron, eso sí, por teléfono celular.

Ese mismo día, horas más tarde, vio su nombre en la nómina de contagiados. Pero para que todo ocurriera pasaron al menos siete días. «Al momento en que te confirman que tienes COVID-19 lo que más quieres es saber qué pasará con quienes viven contigo. Es fácil obtener información, entras a la página y allí aparece. Pero empezaron a aparecer las preguntas de la empresa y no supe qué decir: querían saber qué me dijeron (en la clínica), quién me iba a llamar. Y ahí fue cuando me dijeron que la Seremi de Salud me iba a llamar, pero la Seremi no llamó», resume.

De Brasil a la cuarentena

Michael Fernández llegó del viaje que había programado con su madre, su hermana y su pareja a Brasil el lunes 9 de marzo. A la oficina de la empresa inmobiliaria donde trabaja de jefe de marketing no llegó sino hasta el miércoles. Ese mismo día sintió picazón en el pecho. El jueves ya tenía el cuerpo decaído, la tos seca, el dolor de cabeza y la molestia en la espalda. «Entonces dije: ‘ya, tengo todos los síntomas de coronavirus, será mejor que vaya (a la clínica)'». A las siete de la tarde llegó a la Cínica Alemana. 

Cinco horas y media más tarde (a las 01:00 del viernes) volvió a su casa. Entremedio le preguntaron por una posible fiebre y le tomaron dos muestras: una para la propia clínica y otra para el Instituto de Salud Pública (ISP). «Me dijeron que me tenía que ir sin tener contacto con nadie. El viernes me llamaron de la misma clínica para decirme que habían salido positivos los resultados y que tenía que ser ratificado por el ISP, además que me tenía que contactar el Seremi para ver los protocolos a seguir», cuenta Mike.

Luego, insistiendo en la Clínica (y él ya habiendo revisado los protocolos por su cuenta), le dijeron «súper sinceros: capaz que no te llame la Seremi». Pero también , y a esa altura, su caso había sido ingresado como uno de los confirmados por el organismo público: «Me dijeron que era porque había una certificación que tenía la misma clínica».

Fue en esos días que escribió lo que escribió: «Tenía rabia cuando subí el tweet. Justo estaba hablando que tenían todo controlado, pero era mentira. O sea, cuál es el control que dicen tener, si efectivamente nadie tuvo contacto con la gente que tuvo contacto conmigo«, recuerda.

Su empresa le pidió un listado de las personas con las que había tenido contacto: un saludo con la mano, un beso en la mejilla, un abrazo. En total fueron 17 personas. La empresa decidió enviarlos a cuarentena a todos. Hilarante, según él: «Las primeras respuestas de la clínica era que la Seremi debía contactarse conmigo; después llamaba yo al Minsal y me decían lo mismo. Tuve que buscar yo los pasos a seguir y decirle a la jefatura qué hacer, si había que hacer o no cuarentena, si se había infectado la gente con la que me había visto, y así», cuenta. Y agrega: «No había nada claro».

Hoy Michael se siente bien: le queda un poco de sentir eso del pecho apretado y su voz suena un poco gangosa. De su núcleo familiar aún no hay síntomas. Se turnan para hacer las compras, todos con mascarillas y guantes.

Antes del desastre español

Hasta el 12 de marzo, día en que se vino, Valentina Lara vio la vida normal en Barcelona, España. La cuarentena comenzó cuando ya había aterrizado en Chile. Hoy compara: «Ya era tarde cuando el sistema de salud colapsó y nosotros no tenemos un sistema de salud como el de ellos como para no tomar medidas ya».

En el aeropuerto, recuerda, le tomaron la temperatura, le preguntaron por algún síntoma y después, a cuarentena con mascarilla; provenía de un país con alto contagio. «Me fueron a buscar mis papás, así que tampoco me expuse a nadie más. Llegué a mi casa, dormí y al otro día me empiezo a sentir mal: fiebre y tos. Llamé al Minsal todo el día, pero claramente nadie contestó, supuse que estaban colapsados», cuenta Valentina.

Llegó de urgencia a la Clínica Santa María. Después de la atención con el doctor, le hicieron el examen y la enviaron a la casa. A las 10 de la mañana del otro día le avisaron del positivo: «También me dijeron que esperara una llamada de la Seremi y que probablemente iban a poner a toda mi familia en cuarentena», dice Valentina.

El domingo, dos días después de haber resultado positivo, escribió lo que vio y se preguntó durante todo ese tiempo: «¿Por qué todas las personas que veníamos llegando nos fuimos a cuarentena? Solo fuimos aquellos que veníamos de España o Italia. Pero si lo piensan detenidamente, pasamos juntos muchas horas en el mismo vuelo».

No la llamaron hasta el lunes. Tampoco esperó para ello. Habló con su núcleo familiar sobre la situación. De la conversación con la Seremi recuerda que le preguntaron por los sitios que había estado, en qué periodo de tiempo y por el propio grupo en la casa. Hoy está en el día 14 de cuarentena: «Estoy con el tratamiento de paracetamol y reposo, no hay mucho más que se pueda hacer. Vivo en el primer piso de la casa, el resto de mi familia vive en arriba, en el segundo piso. Esa fue la distribución de la casa por el virus. Hasta ahora ninguno ha presentado algún tipo de síntoma».

Después de haber visto el proceso y considerando el crecimiento de los nuevos casos con los informados, sabe que la atención recibida en la clínica no es la de todo el país, menos en los hospitales: «Cuando fuimos a la Santa María no me bajé del auto, para no contagiar al resto. Mi papá se bajó con mascarilla, avisó y una enfermera bajó al auto a verme porque están llenos, saturados. No voy a volver a ir a urgencia si es que no estoy grave, porque es para la gente que realmente necesita».

Minsal, Santiago de Chile

Desde el Ministerio de Salud señalaron que las clínicas están autorizadas para informar el protocolo y las medidas que los potenciales positivos deben adoptar. Apelan a cruzar esa información con la que las propias Secretarías Ministeriales puedan conseguir, con el tiempo que les tome. Está, además, la promoción constante de la página web, donde también se detalla qué hacer. El titular de la cartera, Jaime Mañalich, comentó este jueves: «El informe de ayer, en el cual comunicamos 37 casos, era un informe parcial y de 12 horas para poder homogeneizar el informe de 24 horas, con corte a las 21:00 de ayer. Esta información se refiere al periodo para casos nuevos de hace 2 días».

Las situaciones que pudieran aletargar la respuesta de la institución podría tener relación con todos las pruebas que se deben considerar: portadores sin síntomas; aquellos que tienen síntomas y que no ha sido testeados; además de los ya testeados con los mismos síntomas. De acuerdo a la información que manejan los mismos trabajadores de la salud pública, hay un tiempo real de respuesta de 48 a 72 horas.

El potencial escenario es de más contagiados que diagnosticados, pero en contexto de pandemia, no se puede aspirar a más que la optimización del proceso de muestra.

De acuerdo a la última cifra del Minsal, hay 342 casos testeados como positivos: 19 están hospitalizados, seis están conectados a un ventilador mecánico, dos de ellos tienen más de 70 años, y uno en una situación de más riesgo por una falla en otro órgano por enfermedad previa.

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