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Opinión

La segunda oportunidad de la crisis

Por: Martín Miranda | Publicado: 06.04.2020
La segunda oportunidad de la crisis economia | Foto: Agencia Uno
Es evidente que el gobierno de Piñera no se aleja ni un milímetro del pasado y las enseñanzas de la escuela de Chicago, que establece obstinadamente que los ajustes económicos solo se podrían efectuar en el juego de la oferta y la demanda. Piñera le porfía a la realidad y todavía cree que las reglas que se seguían en el supuesto de libre competencia y movilidad del capital y del trabajo siguen vigentes.

“Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted, señor?”

                                                                                                John Maynard Keynes

La crisis en contraste

El 19 de marzo, el gobierno de Sebastián Piñera anunció un paquete de medidas económicas para intentar paliar la situación pandémica. Más allá del eslogan, en concreto estas medidas generan 3 efectos: hipotecan la seguridad social de chilenas y chilenos metiendo la mano al fondo de cesantía de las y los trabajadores; subsidian a las empresas, sin solucionar el problema de fondo a millones de chilenos y chilenas que no llegarán a fin de mes, amortiguando los impuestos de las pymes, pero sin exigir mayor aporte a las grandes empresas; y, entregan los fondos estatales, mediante pago directo a los proveedores del Estado, es decir, platas que en vez distribuirse en la gente terminarán en manos de accionistas (por lo general de mercados extranjeros), que no fortalecen en nada la economía nacional.

Se me vienen dos ideas para poder evaluar las políticas económicas de Piñera y la derecha. La primera es que ellos creen que el estallido social del 18 de octubre y el coronavirus son hechos aislados y por tanto ajenos a cualquier crisis que se haya producido en el mundo. Al parecer no entienden que Chile cambió, obvian que somos de los países con mayor porcentaje en tasa de contagios de Sudamérica. Para ellos no hay más herramientas que las neoliberales, es decir, todo sigue igual que siempre.

La otra opción -de la que no quieren hacerse cargo- es que efectivamente el mundo vive procesos de cambios profundos, y que durante el transcurso del cambio de siglo el mundo está transitando por una decisiva transformación social,  política y económica  y que, debido a esos cambios, las naciones que no quieran entenderlo, corren peligro de ser sepultadas por el curso de la historia.

Es evidente que el gobierno de Piñera no se aleja ni un milímetro del pasado y las enseñanzas de la escuela de Chicago, que establece obstinadamente que los ajustes económicos solo se podrían efectuar en el juego de la oferta y la demanda. Piñera le porfía a la realidad y todavía cree que las reglas que se seguían en el supuesto de libre competencia y movilidad del capital y del trabajo siguen vigentes.

Para colmo, su ministro de Hacienda Ignacio Briones, le dice a toda la ciudadanía: “la crisis la tenemos que pagar entre todos”, como si el impacto fuera el mismo para los súper ricos que para la gente común, nuevamente los de abajo asumen los costos.

Esta situación no es la regla general en el mundo. En Argentina, por ejemplo, el Banco Central intervino el sistema de créditos, permitiendo un endeudamiento paulatino y aliviando la carga de la crisis económica de las y los argentinos, aumentando la capacidad prestable por los bancos. Hasta septiembre de 2020, se le agregan 60 días al plazo de los créditos según clasificación, permitiendo contemplar las dificultades ocasionadas por la crisis en las diversas ramas de la actividad económica. Junto a lo anterior, para sostener la capacidad prestable, el BCRA suspendió hasta el 30 de junio la posibilidad de la distribución de resultados por parte de las entidades financieras, evitando que se fugue el capital argentino y  fortaleciendo la economía nacional.

En Francia el Estado asumió el pago de los créditos bancarios contraídos y suspendió el pago de impuestos, cotizaciones sociales, facturas de agua, luz y gas y el valor de los arriendos, aliviando en gran medida la carga de esta crisis.

Un poco de historia para mirar el futuro

El modelo liberal, a fines del siglo XIX, marca el fin de una etapa de abundancia del capital con importantes innovaciones técnicas y multiplicación acelerada de la capacidad productiva del trabajo.

Luego viviremos una época de sucesos históricos complejos y nunca antes vistos: el estallido de la primera guerra mundial y de la revolución rusa, las crisis monetarias y los inéditos conflictos obreros a escala internacional de la década de 1920; y , por cierto, la catástrofe social desencadenada por la gran depresión de la década de 1930.

El economista británico John Maynard Keynes intentó mostrar que todos estos hechos eran diversas manifestaciones de cambios económicos profundos que estaban ocurriendo en el sistema y que no bastaba con intentar rescatar el periodo que tuvimos en el pasado. Según Keynes los gobiernos que sólo aplicaban las medidas sancionatorias y similares de la época anterior, no eran capaces de hacerse cargo de las  manifestaciones coyunturales de la sociedad y corrían el peligro de ser sepultados por la historia.

El economista y actual gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, plantea en su libro “Fundamentos de la Teoría General, las consecuencias teóricas de Lord Keynes” que: “la crítica de Keynes a la teoría convencional se convierte en una crítica de naturaleza histórica: sostiene que la economía ortodoxa, más allá de sus muchos defectos lógicos se obstina en describir una realidad que, sencillamente dejó de existir. Es por eso que considera que la teoría convencional es, antes que nada, una teoría anacrónica desfasada de su tiempo.”

Podríamos decir que en Chile estamos ante una encrucijada similar. Varios expertos han sido categóricos en declarar que este periodo no será como la crisis financiera del año 2008, donde los especuladores se vieron expuestos y hubo que generar fuertes inyecciones para poder darle vida nuevamente al mercado financiero. Peor aún, expresan que hay factores de la realidad económica que nos sitúan en un contexto más parecido a la crisis de 1930, como la caída de los fondos de inversión y la bolsa nacional desincentivando la inversión en industrias que ya anunciaron paralización de algunos proyectos tal como sucede en la industria minera, el incremento en la tasa de desempleo y el debilitamiento del comercio a consecuencia de la crisis sanitaria y la debacle económica que afecta directamente a la gente común. Hay elementos de la realidad económica que no se solucionarán con la exclusiva adecuación del sistema financiero y el salvataje de empresas.

En medio de esta tormenta económica estamos ad portas de un proceso constituyente que nos da la posibilidad de profundos cambios, será entonces donde podremos plasmar soluciones en la institucionalidad que transformen el modelo para que los problemas reales de la gente sean prioridad. No podemos permitir que el gobierno de Piñera siga desechando la posibilidad que tiene de cuidar el bolsillo de la gente, es urgente una intervención estatal que entregue a las personas facilidades para poder llevar pan a la mesa y ponernos a trabajar en una economía pensada en la gente

Recientemente, la aerolínea LATAM que ha repatriado más de 10.000 chilenos y chilenas, ha bajado en 70% su operatividad a causa del coronavirus y negoció con sus distintos sindicatos la reducción de sueldos en un 50% durante los meses de abril, mayo y junio para poder subsistir y evitar despidos masivos, cuestión que para nada protege los derechos de las y los trabajadores y demuestra una asimetría tremenda al momento en que los sindicatos deben negociar, lo que nos vuelve a llevar a Keynes: “la respuesta ortodoxa consiste en echar la culpa al obrero, por trabajar demasiado poco y ganar demasiado, y, sobre esta base, se propone aplicar la presión económica e intensificar el desempleo por medio de la restricción del crédito, hasta que los salarios sean forzados a la baja. Este es un mecanismo odioso y desastroso.”  

Si lo que se busca es efectivamente proteger los derechos de las y los trabajadores de LATAM (y todos los casos similares que irán surgiendo) el gobierno de Piñera ya estaría pensando fórmulas para que el Estado pueda adquirir la compañía y tener nuestra propia aerolínea nacional, para cuidar los trabajos de la gente sin someterlos a negociaciones forzadas; para resguardar la industria nacional, fomentando el turismo y fortaleciendo la moneda nacional y; porque si la empresa se declara en quiebra, el Estado perderá toda posibilidad de rescartar la empresa. Tal caso es el de Italia, donde el Estado acaba de adquirir la compañía Alitalia, que tendrá representantes de sus trabajadores en el directorio. Para el Estado Italiano comprar la aerolínea terminará garantizando su operación como sector estratégico pero a la vez capitalizando al propio Estado.

En definitiva, existen muchas alternativas para mejorar el estado actual de las cosas,  el gobierno ya parece haber tomado la decisión de dirigir sus esfuerzos a restaurar las condiciones económicas del pasado, dependemos de un cambio radical que entienda los fenómenos de la sociedad para no caer en defensas ortodoxas y pavimentar el camino para una economía nueva que ofrezca una libertad para todos y no para unos pocos.

Martín Miranda