Crucero Coral Princess |
«Hemos tocado todas las puertas y hablado con absolutamente todas las personas, y no hay ninguna solución que se dé para los chilenos que se encuentran en un barco infectado», dice Francisca Vial, una de las hijas de un matrimonio que se encuentra atrapado en el puerto de Miami, arriba del crucero «Coral Princess», embarcación donde se han presentado contagios y muertes por el COVID-19.
Catalina Herrera(61) y Francisco Vial(64) se embarcaron el 5 de marzo en San Antonio – junto a otras 2.000 personas – en el lujoso crucero «Coral Princess», en lo que debía ser «el viaje de sus vidas», según relata su hija Francisca Vial a El Desconcierto.
Sin embargo, las cosas no salieron como esperaban.
«El 5 de marzo el coronavirus no era tema en Chile, nadie lo podía dimensionar. No habíamos vivido una pandemia de estas proporciones. Así que el barco partió sin problemas», cuenta Vial.
Cuando el barco cruzó por el estrecho de Magallanes hacia Argentina, fue cuando comenzaron las primeras complicaciones para los pasajeros, que comenzaron a enfermarse. Cuando arribaron a Buenos Aires, el 19 de marzo, pudieron bajar los pasajeros que tenían boletos aéreos para ese mismo día. Veinte pasajeros chilenos se fueron ese día y siete se quedaron, entre ellos Catalina y Francisco, quienes tenían un vuelo al día siguiente.
No obstante, esa misma noche – y ante el agravamiento de la crisis sanitaria – el Gobierno argentino determinó cerrar fronteras, no dejar descender a nadie más del barco e incluso expulsar a la embarcación de sus costas.
Luego de largas deliberaciones, la empresa determinó dirigirse a Estados Unidos, rumbo a Fort Lauderdale, cuenta la angustiada hija de los Vial Herrera.
«Mientras viajaban, la gente comenzó a enfermarse, y hubieron más de 80 casos de influenza, que nunca supimos si eran casos de coronavirus o no porque no habían exámenes en el barco», cuenta la mujer, quien afirma que durante este trayecto murieron cuatro personas.
El 4 de abril llegaron a aguas norteamericanas y pararon por provisiones y test de COVID-19, detectando los primeros casos a bordo.
A partir del 5 de abril autorizarían a desembarcar a los pasajeros enfermos que requirieran de asistencia urgente y luego a los grupos con vuelos, pero solo los que tuvieran viajes privados o «charters», lo que dejó arriba de la embarcación y varados en Miami – sin luces de cuando podrían retornar – a 18 chilenos: siete pasajeros y 11 funcionarios.
«Hemos tocado todas las puertas y hablado con absolutamente todas las personas, y no hay ninguna solución que se dé para los chilenos que se encuentran en la embarcación. Incluso hay uno que se encuentra grave por coronavirus, y que recién fue desembarcado para recibir atención«, explica Vial.
«Estamos desamparados mis papas están encerrados en una pieza de un barco infectado, realmente la situación es grave», concluye la mujer, asegurando que una de las personas que falleció lo hizo por demora de la atención de salud, y que cada día que pasa su preocupación por sus padres solo aumenta.
