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Opinión

Dilemas de las comunicaciones en tiempos de COVID-19: Fanatismo religioso y pastor Soto

Por: Emilia Schneider Videla y Rodrigo Mallea Cardemil | Publicado: 14.04.2020
Dilemas de las comunicaciones en tiempos de COVID-19: Fanatismo religioso y pastor Soto pastor |
No es tiempo de seguir con polémicas que poco aportan al debate nacional, mucho menos el morbo que genera la presencia de un fanático religioso y promotor del odio hacía las disidencias sexuales y de género. La presencia del pastor Soto en televisión debe ser un llamado de atención a toda la sociedad y, sobre todo, a los canales de televisión. En un contexto de crisis se agravan estas faltas y poco sentido tiene corregir o aclarar después cuando ya se entregó un espacio a una posición que desafía la ciencia -y las pocas certezas que tenemos actualmente respecto al virus- y promueve el fanatismo y la LGBTIQ+fobia.

En tiempos de pandemia, el rol de los medios de comunicación es clave, así como del uso de las distintas plataformas disponibles. Su cobertura es amplísima en un contexto de encierro y cuarentena. En particular, pese al terreno que ganan medios virtuales y redes sociales, la televisión se mantiene como uno de los principales medios en Chile. Lamentablemente, no hemos visto un cambio en las lógicas del medio ni un cumplimiento del tremendo rol social que les toca desempeñar. Si bien el Covid-19 ha sido cubierto de manera transversal con espacios educativos e informativos, dicha información es confusa y poco confiable -producto de la profunda crisis de legitimidad que viven las instituciones en Chile-. Vemos día a día desfilar candidatos presidenciales y municipales, personajes de la política tradicional y representantes de los mismos sectores de siempre (salvo por algunas destacables excepciones) que intentan desesperadamente reconectarse con la ciudadanía a costa de la crisis y recuperar terreno, tras meses de revuelta social en que los pueblos de Chile fuimos protagonistas.

En los últimos días llamó la atención la presencia del mismísimo pastor Soto, un fanático predicador de la Iglesia Evangélica que ha hecho noticia una vez más. En esta ocasión, a propósito de que se conociera que un pastor de Puente Alto fuera contagiado de coronavirus, Soto publicó un video en sus redes sociales, haciendo un inconcebible llamado: “No se queden en sus casas”. Así es. En el contexto de una pandemia de envergadura mundial, uno de los líderes del fanatismo evangélico chileno exclama que la palabra de Dios indicaría que la labor de los creyentes en el contexto epidémico actual es estar fuera en las calles predicando y consiguiendo nuevos adeptos para la Iglesia, desafiando a la ciencia y las autoridades sanitarias a nivel internacional.

Lamentablemente, el canal Megavisión decidió “premiar” a dicho Pastor por su irresponsable video. El jueves 9 de abril fue invitado al panel del matinal de dicho canal, Mucho Gusto, a comentar su controvertida postura, concediéndole una vitrina televisiva nacional para decir que todas las medidas habían fracasado y que la única salvación era, nada más ni nada menos, que Jesucristo. Pareciera ser que, por tanta irresponsabilidad y desinformación, la libertad de expresión tiene un límite: el bien común y el respeto de los derechos de todes.

Desde el mundo social nuestra urgencia ha sido alzar la voz y rechazar cualquier llamado irresponsable a salir a las calles, al mismo tiempo que pujamos por medidas sanitarias y sociales para que todes podamos vivir una cuarentena en dignidad ante un gobierno irresponsable e improvisador, cuya forma de enfrentar la pandemia genera incerteza, angustia y precarización de la población. De igual forma, ante la falta de cuarentena total una parte de la población se encuentra en un encierro voluntario y preventivo. Esta es una de las principales medidas efectivas -a nivel internacional- que permitiría evitar el incremento en las tasas de contagio y es importante que el Estado la garantice como un derecho a la ciudadanía.

Toda esta situación pone de relieve una crítica importante respecto al rol de las comunicaciones, las redes sociales, los medios y sobre todo de la televisión pública. A nuestro juicio, existe un potencial comunicador importante, que puede ser enfocado en visibilizar medidas de prevención que hayan resultado en otros países y para generar debate, compartir sugerencias para sobrellevar el encierro familiar y la distancia social, informar y prevenir la violencia y discriminación contra mujeres y disidencias sexuales a través de programas educativos que orienten cómo enfrentar estas situaciones, aportar a la educación pública y sus programas que deben adaptarse asumiendo la no normalidad que estamos viviendo y, sobre todo, servir de canal de información confiable y responsable sobre el estado de la pandemia y medidas sanitarias, aportando a la salud pública. Ello implica cumplir un rol social, responsabilidad principalmente del canal público (TVN), hoy completamente sometido a las lógicas del mercado, pero que en contextos de crisis debe ser seguido por todos para aportar a enfrentar el desafío que tenemos como país, poniendo todas sus plataformas a disposición, así como todes pondremos de nuestra parte para salir colectivamente de la crisis, pues no hay atajos.

Lamentablemente la realidad dista mucho de esto. En esta coyuntura se han relevado actorías importantes, como la de Izkia Siches, presidenta del Colegio Médico de Chile, así como otras personas que trabajan en el área de salud o, como se les ha llamado, la primera línea de la salud chilena. Sin embargo, en los medios siguen predominando voces lejanas a la ciudadanía y el nuevo Chile expresado en las calles.

No es tiempo de seguir con polémicas que poco aportan al debate nacional, mucho menos el morbo que genera la presencia de un fanático religioso y promotor del odio hacía las disidencias sexuales y de género. La presencia del pastor Soto en televisión debe ser un llamado de atención a toda la sociedad y, sobre todo, a los canales de televisión. En un contexto de crisis se agravan estas faltas y poco sentido tiene corregir o aclarar después cuando ya se entregó un espacio a una posición que desafía la ciencia -y las pocas certezas que tenemos actualmente respecto al virus- y promueve el fanatismo y la LGBTIQ+fobia.

En un contexto en que el sistema de salud se ve completamente colapsado y que todo Chile exige cambios mediante una nueva Constitución, sin duda que las comunicaciones también deben ser parte de dicho avance. Es tiempo de terminar con la invisibilización de los diferentes activismos que han aportado a esta y otras crisis desde sus espacios de trabajo y de organización social. Asimismo, la televisión debe re pensarse y apuntar hacia democratizar sus espacios de comunicación, fomentando el recambio de las voces de siempre, mostrando nuevos liderazgos y cumpliendo una labor que le sea realmente útil a la sociedad, dejando atrás el morbo y el exceso de marketing.

Esperamos situaciones lamentables como estas no vuelvan a repetirse y los medios de comunicación asuman el rol social que deben cumplir actualmente, sobre todo la televisión pública. Sería un importante gesto de reparación que activistas y organizaciones de las disidencias sexuales puedan entregar sus perspectivas y recomendaciones sanitarias, pues dar espacio a estas ideologías nos vulnera e invisibiliza, y al closet no volvemos nunca más.

Emilia Schneider Videla y Rodrigo Mallea Cardemil