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Opinión

El virus de los cuicos que recorre Chile

Por: Richard Sandoval | Publicado: 15.04.2020
El virus de los cuicos que recorre Chile | Foto: Agencia Uno
El cuico pide riesgo, y el riesgo lo pone el pobre. El cuico pide fiesta, y para su goce expone al pobre. El cuico tiene hambre, y el alimento lo vende la pobre. El cuico tiene miedo, y mientras vuela abandona al pobre. Es el coronavirus enrostrando de la manera más burda cómo es que se compone este país armado como el puzzle de la patética injusticia, el grosero y ordinario orden desigual. El Chile donde el rico vive y el pobre muere, o a lo más sigue sobreviviendo. Donde el cuico goza y huye impune, y el pobre se queda y paga multas. El el virus de los cuicos que también recorre Chile.

Cuico culiao es una redundancia, dijo Dióscoro Rojas hace años en televisión. Porque cu-i-co significa culiao i conchesumadre, según los registros del coa. El cuico es el privilegiado dentro de la cárcel, el aventajado que deja al resto de los presos más amontonados, hacinados, pasándola aún peor en la ya dramática vida carcelaria. Y en estas semanas de cuarentenas, de cordones sanitarios, de emergencia de salud pública, son tantos los seres pertenecientes a la clase más acomodada de Chile, tantos los sujetos, cuicos desbordantes de poder y privilegio, que han reproducido al pie de la letra el origen del léxico, que se ha vuelto un sentir general de la población de Chile, exclamar que hasta cuándo van a seguir estos arrogantes sacándole brillo a su condición lujosa, pisoteando al resto de los chilenos que apenas tienen para comer, viajando en helicópteros a zonas prohibidas, arrancándose a la playa en sus 4×4, mientras los de abajo miran desde sus nuevos intentos de sobre vivencia.

Cuico significa Culiao i Conchesumadre, y bien cuicos han sido los empresarios, eternos amigos del poder político, que en plena semana santa agarraron sus helicópteros para saltarse cualquier control policial y llegar a sus casas lujosas y hermosas en sus playas favoritas, lejos de las masas infectadas. Bien cuico es Cristóbal Kaufman -conocido por ser el mayor importador de Mercedes en Chile-, cuando contraviene la petición de las autoridades y toma su nave de cientos de miles de dólares para huir de su edificio, donde una persona vive contagiada de Covid, según justificó su abogado. La lógica es perversa, pero es la más cruda demostración del tipo de sociedad que somos: en esta cárcel llamada Chile, cuando un virus nos amenaza a todos, hay algunos que ignoran a la autoridad, agarran sus vehículos que nadie más tiene, y huyen para que sean otros los pobres tipos que se contagien y se mueran. No ellos. Sálvese quien pueda, y yo puedo, contra quien sea que se ponga por delante, porque tengo plata, contactos, apellido, y hago lo que se me da la gana. Porque para el rico no hay ley ni orden que limite. El límite es la plata.

Cuico significa Culiao y Conchesumadre, y bien cuico ha sido José Manuel Silva, director de Inversiones de LarraínVial Asset Management, pidiendo a gritos que se eche a la gente a trabajar, que no podemos seguir parando la economía, que debemos tomar riesgos, y eso significa que gente va a morir. El no lo dice, pero el mensaje es obvio, obvio y claro: los trabajadores son los que van a morir, los más expuestos, que son los más pobres, los de peores sueldos, los de peor salud. Por trabajar, no va a morir él, no van a morir sus amigos gerentes, no va a morir su jefe, ni su familia ni nadie de su entorno. Van a morir los que vayan a trabajar al mall, los que estén en contacto con otros trabajadores en la tienda. Van a morir los peones que son los que echan a andar la economía, los jornales de la contru, los operarios de la industria. Van a morir para que las empresas no quiebren, para que la posibilidad de la ganancia no desaparezca en el horizonte de los que llaman a tomar el riesgo de la muerte. Es la imposición de clase como condena de muerte, el hecho de ser cuico como herramienta que puede definir la vida o la muerte. Tendrán que morir los más pobres, porque cuando la vida se convierte en privilegio, el principal acceso lo tendrán los privilegiados, porque para el que tiene los recursos no existe el riesgo.

Cuico significa Culiao y Conchesumadre, y bien cuica ha sido la señora infectada, que debiera estar en cuarentena, y que decide salir al supermercado para poner en riesgo a la trabajadora que viaja de Quilicura a Las Condes para venderle un queso y una bebida. Porque el riesgo es para el pobre. Bien cuico ha sido el profesor de Derecho Internacional de la Universidad Católica, Alvaro Paul, que mandó a los alumnos que no tienen plata para pagarse Internet a trabajar a un McDonald’s. Porque el riesgo es para el pobre que vive del patio de comida y del retail. Bien cuico ha sido el viejo que aburrido en los amplios metros cuadrados de su casa del barrio alto ha salido a la plaza a jugar golf, sin mascarilla. Porque el riesgo es para el pobre del aseo, para el trabajador municipal que tenga que barrer por ahí, para el funcionario de seguridad que tenga que sacarlo. Culiao y Conchesumadre, cuico según el coa, ha sido el joven zorrón que hizo una fiesta en su departamento a sabiendas de estar contagiado con Covid-19, desobedeciendo al conserje del edificio que fue dos veces a advertirle de lo incorrecto que estaba haciendo. Pero le dio lo mismo, porque el riesgo es para los pobres, viejo, es para ese trabajador que debe enfrentarlo, ese trabajador que puede ser tu padre, mi madre, el pariente de cualquier otro ciudadano no privilegiado de Chile, que debe trabajar como conserje porque si no no come, lo consume el miedo y la desesperanza de la cesantía.

Así son los cuicos, como lo ha ilustrado el coa. Culiaos y conchesumadres, amparados en su privilegio, como ha sido siempre. Pero hoy el privilegio reluce con la crueldad que le es inherente. Hoy el privilegio de ser cuico azota a los de abajo como el hambre. El cuico pide riesgo, y el riesgo lo pone el pobre. El cuico pide fiesta, y para su goce expone al pobre. El cuico tiene hambre, y el alimento lo vende la pobre. El cuico tiene miedo, y mientras vuela abandona al pobre. Es el coronavirus enrostrando de la manera más burda cómo es que se compone este país armado como el puzzle de la patética injusticia, el grosero y ordinario orden desigual. El Chile donde el rico vive y el pobre muere, o a lo más sigue sobreviviendo. Donde el cuico goza y huye impune, y el pobre se queda y paga multas. El el virus de los cuicos que también recorre Chile. Ojo, que vendrán más episodios. Los cuicos están al frente, y están desatados.

Richard Sandoval