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Opinión

Solidaridad a la chilena

Por: Jaime Coloma | Publicado: 20.04.2020
Solidaridad a la chilena | Foto: Agencia Uno
Hoy, hemos sido testigos nuevamente de que la famosa solidaridad del chileno no es tal: personas, pudiendo hacerlo, no guardan la cuarentena tan requerida para aplanar la curva de contagio por el covid-19; insistencia en observar y poner el foco en una crisis económica de magnitudes importantes donde en definitiva no se salva a la mayoría de los ciudadanos sino que a grandes empresas; grandes empresas, a su vez, aprovechándose de políticas públicas que se supone van en resguardo de PYMES y no haciéndose cargo de sus trabajadores; muchos líderes de opinión y políticos sacando cuentas alegres respecto a cómo tener algún provecho de ésta crisis y así suma y sigue.

Extrañamente se ha naturalizado en nuestro querido terruño que somos un país solidario. Cada vez que aparece una campaña, sea la que sea estamos ahí para ayudar y poner nuestra mejor cara de comprensión frente al hecho que nos convoca. Se suceden la Teletón, el Hogar de Cristo, algún bingo, los clásicos “Chile ayuda a Chile” y así. Sin embargo cuando nos toca realmente meternos la mano en el bolsillo para pagar mayores impuestos y bajar las brechas de injusticia social, como por ejemplo una salud y educación de calidad para todos, mayores oportunidades reales, barrios integrados y muchas otras cosas el grito en contra se hace notar y la idea de solidaridad se apaga.

Eduardo Galeano, escritor y pensador uruguayo (3 de septiembre 1940 – 13 de abril 2015) plantea lo siguiente: “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba hacia abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”, es decir la caridad nos acostumbra a la beneficencia naturalizando la existencia de ricos y pobres, la solidaridad en tanto se establece en el concepto de justicia social, generando así igualdad de oportunidades.

Vayamos un poco más allá, nuestro “maravilloso” modelo económico y sociocultural de híper consumo se sostiene, justamente en la idea de caridad o algo así y lo llamaron chorreo. Es decir los más ricos, en algún momento, imperiosamente tendrán que “chorrear” parte de sus riquezas a las capas que los siguen porque, se supone se gatillará un chip de bondad caritativa que les permita pensar en compartir sus ganancias.

Seamos honestos, eso no ha pasado en ninguna medida. Al contrario la, en algún minuto, poderosa y gran clase media se ha visto acogotada, sobre endeudada y pagando intereses absolutamente usureros. En lo concreto y como una nueva fantasía comunicacional hemos construido la idea de que somos más ricos como sociedad porque ilusoriamente tenemos, vía crédito, mayor cantidad de cosas.

Como verán la solidaridad prácticamente no existe en la realidad de nuestro país.

Hoy, hemos sido testigos nuevamente de que la famosa solidaridad del chileno no es tal: personas, pudiendo hacerlo, no guardan la cuarentena tan requerida para aplanar la curva de contagio por el covid-19; insistencia en observar y poner el foco en una crisis económica de magnitudes importantes donde en definitiva no se salva a la mayoría de los ciudadanos sino que a grandes empresas; grandes empresas, a su vez, aprovechándose de políticas públicas que se supone van en resguardo de PYMES y no haciéndose cargo de sus trabajadores; muchos líderes de opinión y políticos sacando cuentas alegres respecto a cómo tener algún provecho de ésta crisis y así suma y sigue.

¿En qué minuto nos transformamos en una sociedad con éstos valores? La respuesta probablemente se remonta a una construcción identitaria que ya tiene varias décadas y que se construyó en dictadura al alero de medios de comunicación y comunicadores que, poco a poco, fueron estableciendo una forma de ser y hacer sociedad vinculada justamente al individualismo y la competencia como única forma válida de existencia.

Se impusieron así dichos como: “y este a quien le ganó/empató” o se reedito a Maquiavelo y su frase“el fin justifica los medios”. Lo importante es salvarte solo. No es de extrañar entonces que hoy cueste tanto desarrollar una nueva visión de mundo y de sociedad donde, por lo menos en otras partes del  planeta, el giro sociocultural y económico se está haciendo hacia un modelo colaborativo y la mirada hacia el híper consumismo e híper capitalismo tienen un correlato bastante más crítico.

El otro día veía como en un contacto televisivo con el titular de la cartera de energía Juan Carlos Jobet se planteaba la inconstitucionalidad del proyecto que posterga corte de servicios básicos durante ésta crisis, proyecto, dicho sea de paso, que fue aprobado por la cámara de diputados. Mi sorpresa fue absoluta cuando el ministro establece que el daño a la empresa privada puede ser irreversible sin mediar el hecho de que los servicios básicos en general, en el resto del mundo, son de responsabilidad del Estado.

Si nos fijamos en ésta situación puntual podemos observar cómo el problema está puesto en el salvataje de la empresa privada que, en éste caso, dice relación con servicios necesarios para constituirnos como sociedad moderna y no, justamente en el cambio lógico a estatizar dichos servicios, mejorarlos y que estén en beneficio de todos los chilenos y no de algunos que se enriquecen a costa de nuestro, insisto, básico bienestar.

Vuelvo a mí punto inicial: mientras no entendamos que no somos solidarios sino que somos buenos para la caridad vamos a seguir justificando que nos pasen a llevar. El cambio es profundo y radica en los aspectos culturales, lo bueno es que se puede dar y para eso, justamente, tenemos que entender que mi problema es tú problema.

Jaime Coloma