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Funcionarios públicos muertos por coronavirus: El temerario regreso a la normalidad anunciado por Piñera

Por: Natalia Figueroa | Publicado: 21.04.2020
Funcionarios públicos muertos por coronavirus: El temerario regreso a la normalidad anunciado por Piñera Imagen Referencial sobre el Coronavirus en Chile | Agencia Uno
La instrucción del gobierno fue que los funcionarios públicos volvieran a sus puestos de trabajo gradualmente cuando el peak de contagios aún está por llegar. Apelan a la vocación de servidor público que más que nunca se necesita en estos momentos, aun cuando cientos de funcionarios engrosan la lista de contagiados por la pandemia. En el país tres funcionarios han fallecido producto del virus, dos de ellos llevaban casi treinta años en el servicio público: en Fosis, Indap y el Gobierno Regional de La Araucanía. Ahora sus colegas creen que volver en estas condiciones es temerario y cuentan a El Desconcierto cómo se dio esta cadena de contagio, y el trágico desenlace.

Daniel Merino Flores trabajó en el Gobierno Regional (GORE) de La Araucanía por casi tres décadas. Llegó poco después que este servicio se fundara y lo dejó hace menos de dos semanas cuando sintió los primeros síntomas de coronavirus. Era administrativo de la Oficina de Partes, y tenía una rutina ajetreada: todos los días recepcionaba y entregaba correspondencia, revisaba cientos de documentos que iba a dejar a otras áreas del mismo edificio o a servicios externos. En esa oficina compartía con tres colegas, y en ocasiones ocupaban el mismo computador.

En la región, el virus se desató por tres focos bien identificados: por la seremi de salud, Katia Guzmán, que dio positivo en el examen después de haber dado una serie de conferencias de prensa y compartir con otras autoridades regionales; una auxiliar de aseo de una de las principales líneas de micro de Temuco que también resultó contagiada; y, el pasajero que portaba el virus y que viajó en avión de Santiago a Temuco. Todo ha llevado a que la región sea una de las más afectadas del país y ha tenido a Temuco sobreviviendo al colapso.

Merino era un paciente de alto riesgo, era hipertenso, y esta enfermedad crónica lo hacía más vulnerable a sobrellevar la enfermedad. Uno de los últimos colegas con los que habló fue Mauricio Fuentes, el presidente de la Asociación de Funcionarios del Gobierno Regional. Ambos pertenecían a la división de administración y finanzas. “Don Dani” le contó que tenía dolores de estómago y de espalda, aun así le pareció escucharlo tranquilo.

“El último día que fue a trabajar fue el lunes 16 de marzo cuando ingresamos a la fase 4. Hablé varias veces con él desde que se fue porque como dirigente los conozco a todos. Estábamos pasando por la adaptación al teletrabajo y quería saber cómo iba funcionando. Me dijo que le dolía un poco la guatita, pero nunca lo asoció con el coronavirus ni mucho menos. ‘Ya se me va a pasar’, me dijo”, recuerda Fuentes de esa última llamada.

A los tres días de ese llamado, la familia les informó que el cuadro se había agravado: lo trasladaron de urgencia al Cesfam y, unas horas más tarde, al hospital de Temuco. Ahí le hicieron el examen PCR: salió positivo. Finalmente, de Temuco lo derivaron a la UCI del servicio asistencial de Lautaro, a unos 30 kilómetros de distancia. Ahí estuvo conectado a un respirador mientras monitoreaban su evolución. Pero su salud se fue deteriorando poco a poco.

Merino falleció el martes 14 de abril, a sus 58 años.

La pena inundó a sus compañeros del servicio que han visto con preocupación la vuelta paulatina a los puestos de trabajo, según lo estableció el gobierno desde comienzos de semana. Si bien se han mantenido en teletrabajo, la instrucción preliminar es que vuelvan los jefes de servicio junto a los jefes de división con el fin de elaborar un plan de retorno. Los funcionarios hicieron su propuesta: los enfermos crónicos y los que vivan con alguno de ellos que se mantengan en sus domicilios.

Fuentes dice que las acciones de prevención partieron cuando hace poco más de un mes con la cuarentena preventiva y teletrabajo, pero antes de eso seguían atendiendo al público sin medidas de protección pese al gran número de contagiados. Ahora están enfocados en mantener controlado los contagios y apoyarse ante esta pérdida.

Todo ha sido un gran golpe para los funcionarios públicos de la región y a nivel nacional que ven con alarma la postura del gobierno. Más aun con dichos como los de la vocera de gobierno Karla Rubilar de justificar este regreso por la vocación del servicio público, que ahora «es cuando más se necesita». El presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios Públicos (ANEF), José Pérez, rechaza rotundamente esto: «Es una ofensa al rol público estratégico del estado y sus funcionarios y funcionarias acelerar la “normalidad”, poniendo en riesgo la salud de todas y todos y confundir con mensajes erráticos», sostuvo a El Desconcierto. Es por eso, que decenas de organizaciones han interpuesto recursos de protección contra la medida dispuesta en la circular N°18.

La primera víctima de Indap

Ramón Ramírez Fuentes, de 56 años, es el primer funcionario público fallecido por coronavirus en la región del Maule. Casi la mitad de su vida se desempeñó en el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) de esa región y se desempeñaba como jefe de la unidad de Administración y Finanzas del servicio. Antes había pasado por las oficinas de Curepto, Curicó y Talca.

A finales de marzo supo del resultado positivo y había iniciado la cuarentena. Las alertas se habían encendido entre los trabajadores ante una cadena de contagios que partió así: primero dio positivo el esposo de la periodista de la división regional de Indap tras un viaje al sur. Al volver su familia se contagió y, sin saberlo todavía, la profesional fue normalmente a su oficina. No atendía a público, pero tampoco tenían las condiciones para mantener el distanciamiento social recomendado. Cuando supo que estaba contagiada toda la división partió con el confinamiento. A esas alturas, Ramón y la jefa de desarrollo de personas habían compartido con ella. En Indap trabajan 156 funcionarios.

Fuente: Radio Bío Bío

Fernando Ramírez, su hermano quien también es funcionario público de Conaf, cuenta que había ido avanzando en su recuperación, pero el último día que estuvo hospitalizado le dio un paro cardiorespiratorio. “El día que se hizo el examen, me llamó. Estaba bien yo vi su ficha de atención, tenía una temperatura normal, los signos vitales bien. Cuando fue derivado a la casa se notaba nervioso de la situación. Le dije que se quedara tranquilo. Afortunadamente vivimos cerca y casi todos los días mi señora y amigos le dejaban algo a la entrada de la puerta”, relata. Él vivía solo y su ex esposa, con la que tenían dos hijos, también trabajaba en Indap. Era hipertenso y trataba regularmente esta enfermedad crónica.

El fin de semana Fernando viajó fuera de Talca y perdió el contacto con su hermano que no contestaba el Whatsapp. “Pensamos que se había cansado de tantos mensajes, no pensábamos en algo mayor. Todos los días le preguntaba si tenía fiebre, cómo andaba la respiración, porque el dolor muscular y de cabeza lo podíamos manejar en la casa. Pero si tenía problemas respiratorios, ya lo habíamos hablado, debía irse a la asistencia”, continúa.

El lunes como no contestaba, decidieron ir a la casa. Lo encontraron en el dormitorio respirando muy rápido, no alcanzaba a terminar las frases al hablar. Lo subieron al auto y se fueron al hospital. Ahí quedó conectado a un ventilador mecánico. El diagnóstico era una neumonía muy fuerte. “Era muy crítico, nos dijeron que quizás no pasaba la noche. Resistió dos semanas”, dice.

Ramírez falleció el domingo 19 de abril. 

La noticia impactó profundamente a los trabajadores que lo reconocían como un funcionario dedicado y comprometido. De hecho González aclara que mientras algunos se fueron a cuarentena, él siguió asistiendo algunos días a la oficina para dejar todo en orden. Ahora son 7 los trabajadores contagiados en el servicio, de 304 personas en total.

Valeska González es dirigenta sindical y asegura que las últimas semanas han sido angustiantes. Explica que a fines de marzo pidió hablar con el gobernador, Felipe Donoso, advirtiéndole la falta de reactivos para tomar las muestran de los exámenes por COVID-19. “Le pregunté al gobernador cuándo iban a decretar cuarentena. Me contestó: ‘eso lo tienen que determinar en Santiago’. ¿Pero cómo Santiago?, pensé y con esta ‘normalidad’ que están solicitando. Es muy grave, una irresponsabilidad que los directores regionales no hayan cerrado oportunamente las oficinas», recuerda de la conversación que tuvo por teléfono con él, en la que también le mencionó que desconocían la trazabilidad del Indap, que no se podía seguir postergando. «Ellos no estaban atendiendo con ventanillas, abrían la puerta y atendían público”, aclara.

Ante esto, Fernando Ramírez remata: «No están las condiciones para volver a la normalidad, ni para volver al trabajo ni a los colegios. No he visto tantas noticias en estos días, pero qué va a pasar en los momentos del transporte para estos lugares. No todos tienen las condiciones de ir en sus medios de locomoción propia. Para mi tratar de hacer pensar esto es solo aparentar”, sentencia el familiar.

Del Saint George al Fosis

Pedro Fernández Olavarría, de 47 años, era jefe de auditoría de Fosis, esposo de una de las profesoras de kínder contagiada del Saint George y apoderado de dos alumnos de ese mismo establecimiento de Vitacura. Cuando se enteró de su resultado positivo, de inmediato comenzó la cuarentena y dejó sus funciones en el servicio.

Fernández no formaba parte de la asociación de trabajadores por su cargo de jefatura, pero mantenía estrecha relación con ellos. Claudio Obreque es dirigente sindical y lo conoció de cerca porque asistía recurrentemente el área de Bienestar, donde él trabajaba, por su enfermedad crónica. Fue también uno de los profesionales que lo entrevistó cuando estaba postulando al puesto. “Venía de la Contraloría y entró por sus méritos”, recuerda de su paso por esa repartición en la que estuvo cuatro años.

Al comienzo veían muy lejano lo que estaba ocurriendo, hasta que advirtieron sobre los contagios en este primer colegio del país que entró en cuarentena y el nexo directo de Pedro. A las semanas su salud fue decayendo.

El jueves 9 de abril se informó públicamente sobre su muerte.

Fosis destacó su vasta experiencia en el sector público; el Saint George expresó sus condolencias y el apoyo a los hijos y su esposa. “No hay palabras para expresar nuestro dolor en esta partida, porque sabemos que será en las condiciones que exige esta pandemia”, expresaron a la comunidad escolar.

“Nos tomó brutal porque era muy joven”, recalca Obreque. Ahora la preocupación no es distinta que la de otros tantos funcionarios públicos: la decisión de volver bajo estas condiciones es temeraria, expresa. “Hoy día las mismas autoridades han declarado que los peaks de contagios deberían producirse en mayo, incluso en junio, y de un día para otro nos dicen que hay que volver, con declaraciones brutales y manipulación de datos que no responden a la realidad que significa el contagio masivo”, sostiene.

Desde este lunes partieron sus rutinas presenciales en la dirección nacional, los subdirectores, de finanzas, de gestiones y de personas y las divisiones regionales. Pero hay mucha informalidad e improvisación en las decisiones que se están tomando. “No se entiende que se quiera volver con tanta premura sabiendo que no están las condiciones en las oficinas. Los insumos que necesitamos, nos han dicho que lo van a comprar, que se va a sanitizar, pero por lo que nos hemos enterado están en el proceso de adquisición”, recalca Obreque.

Pero las dudas van más allá, y Obreque las comenta con notoria indignación: “A Pedro lo contagiaron y yo corro el riesgo de contagiar a mi familia. El problema es que, si llego y me contagio ¿me lo van a pasar como una enfermedad profesional en la ACHS? ¿Si me contagio en el transporte público, cuenta como accidente de trayecto? ¿Qué ocurre con los que conviven con adultos mayores, con los que colindan o están en una comuna en cuarentena, cómo me muevo? Hay una serie de cosas que no están habladas. Menos se ha consultado con los trabajadores, salen entre gallos y medianoche”, enfatiza.

Por ahora han recibido instrucciones a los equipos, que después las direcciones han ido corrigiendo con el transcurso de las semanas y el avance de la pandemia. Aun así, asegura que esta normalidad finalmente los pone como ‘carne de cañón’ sin importar las consecuencias.

 

 

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