Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria (I)

Por: Miguel Fuentes | Publicado: 30.04.2020
Este material constituye una adaptación de la introducción a la serie “El calentamiento global como horizonte cataclísmico de la historia. Notas para un Marxismo colapsista”, elaborada entre los días 10 y 21 de marzo del año 2020, por el escritor e investigador Miguel Fuentes.

La crisis desatada por la rápida propagación de la epidemia de coronavirus constituye un fenómeno inédito desde el origen del capitalismo industrial, esto al modo de una especie de primer “paro cardíaco” planetario de las funciones económicas, sociales y políticas básicas de la sociedad moderna. Desde aquí, esta crisis ha adquirido el contenido de una primera “coyuntura global colapsista” de la historia moderna y la civilización contemporánea. A continuación, se realizará una contextualización general del desarrollo inicial de la actual crisis sanitaria mundial, discutiéndose en las próximas secciones de este material la relación entre esta última, su contexto ecosocial-epidemiológico y su marco histórico específico: la crisis de la sociedad industrial. El objetivo de esta discusión es servir de antecedente tanto para una discusión más profunda respecto a los impactos a largo plazo de la pandemia en curso sobre el desarrollo histórico, así como también para una posible reflexión de índole estratégico-política alrededor de la misma. Una de las razones de lo anterior es que debido al impacto socioeconómico, político y cultural inédito que ha tenido el avance de esta crisis epidémica, alimentada como veremos por el desarrollo de una dinámica de quiebre ecosistémico planetario que avanza con cada vez más fuerza, aquella constituiría el marco predilecto (al modo de una ventana hacia el futuro) para una discusión en torno a los impactos (súper-catastróficos) que podría tener dicha dinámica sobre el proceso histórico. Es precisamente desde esta perspectiva que comprende la actual crisis epidémica en el contexto de una dinámica de degradación ecosocial e histórica mayor que ésta se nos presenta, sin importar la magnitud que pueda adquirir durante los próximos meses, al modo de un mero acto introductorio; esto es, en su calidad de expresión orgánica de un proceso de colapso civilizatorio y extinción masiva más amplio, a la manera de una puerta de entrada hacia una nueva era de cataclismos y muerte.

Contextualización

El día de ayer se decretó una cuarentena total en Italia que, con la finalidad de detener la dispersión del nuevo virus SARS-CoV-2 causante de la epidemia de Covid-19, afecta ya a más de 60 millones de personas, lo anterior en una inédita medida de restricción de las libertades cívicas en Europa occidental no vista desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Medidas similares fueron tomadas hace unas semanas en diversas ciudades, regiones y localidades de China, Corea del Sur e Irán. Adicionalmente, se ha producido un importante salto de la crisis económica internacional reflejado en una caída abrupta de las bolsas de comercio alrededor del mundo. Un ejemplo de la magnitud de este derrumbe, gatillado por el temor de los inversionistas a los efectos económicamente disruptivos de esta epidemia y el fracaso de las negociaciones entre Rusia y Arabia Saudita para acordar un recorte de la producción de petróleo, pudo verse en la paralización de actividades que afectó a la bolsa de Nueva York y en una serie de caídas bursátiles internacionales no vistas desde el año 2008. Todo esto en el contexto no sólo de la virtual paralización de una serie de grandes ciudades, localidades y pueblos en Europa, Asia y Norteamérica, sino que de un golpe creciente al corazón productivo del capitalismo: las cadenas productivas y de abastecimiento mundiales. En este escenario, algunas de las industrias que vienen siendo más duramente castigadas por esta situación son aquellas relacionadas al turismo, los viajes aéreos o lo servicios, comenzando a escucharse además los anuncios de algunas importantes firmas capitalistas (entre otras, Coca Cola, MAC o Ferrari) con respecto a una serie de problemas de suministro que estarían amenazando la mantención de sus niveles productivos.

Italia en cuarentena

Pero la crisis mundial gatillada por el coronavirus de Wuhan podría estar sólo en sus comienzos. Y es que ante un escenario económico y político internacional ya debilitado por un estado de crisis económica capitalista crónica heredado desde el pasado crack financiero del 2008, el avance de la peste de Wuhan amenaza con descargar toda su furia, al unísono, en contra del conjunto de las economías y los mercados del mundo. Un ejemplo de esta amenaza puede encontrarse en las tasas de mortalidad asociadas tendencialmente al avance de esta peste, las cuales por su magnitud constituirían un factor socioeconómico de una potencial escala disruptiva no vista desde el fin de las guerras mundiales. Con una mortalidad estimada que oscila entre un 0.7% y un 4%, este virus podría llegar a matar, en el caso de terminar de descontrolarse (aquello tal como parece indicar la dinámica de contagio internacional) y de que una vacuna no pueda ser desarrolla a tiempo, a una cifra que podría variar, esto tal como atestiguan una serie de modelos, entre uno y cien millones de personas.

La epidemia del nuevo coronavirus podría matar a millones alrededor del mundo

Una evidencia que apunta hacia este escenario sería la experiencia de algunas pandemias del siglo pasado tales como la gripe asiática de 1957 y la española de 1918 que con tasas de mortalidad aproximadas de 0.6% y 2% se cobraron entre los uno y cincuenta millones de muertos respectivamente. Otra evidencia de lo mismo podría encontrarse en el número de fallecidos como producto de la pasada gripe porcina que, con tasas de mortalidad mucho menores a las asociadas a la epidemia de covid-19, habría matado (de acuerdo con estimaciones científicas actualizadas) entre 200 y 400 mil personas alrededor del mundo. Dicho de otro modo, estamos hablando de una posible replicación en los próximos meses y años de algunos de los escenarios epidémicos más letales de la historia, esto en momentos en que, sin haberse llegado todavía a una cifra sustantivamente superior a las cuatro mil muertes, el nuevo coronavirus ha tomado ya la forma, como hemos dicho, de un factor disruptivo inédito de la economía y la sociedad mundial.

¿Cuál será el impacto real de esta plaga sobre la economía internacional en el caso de que la cifra de muertos se eleve a las decenas o centenas de miles, no pudiendo descartarse que aquella llegue a los millones de fallecidos? ¿Qué efectos podría tener el avance de esta epidemia ante un escenario de descontrol potencial de la misma en las principales capitales del mundo, esto tal como parece anunciar la situación de algunas ciudades tales como Roma, Milán, Madrid, Londres o Nueva York? ¿Cómo afectará la dispersión de este virus las economías de los llamados países en desarrollo, aquello una vez que las barreras de contención que han puesto los gobiernos se vean sobrepasadas? ¿Que sucederá cuando esta nueva plaga se anide en el corazón de las atestadas ciudades del “tercer mundo”, reproduciendo su simiente venenosa entre millones de desgraciados cuyo único destino será, muy probablemente, servir como carne de perros y ratas una vez que las morgues de sus países ya no den abasto con el océano de muertos que podría generar el avance de esta peste?

No podemos responder ahora estas preguntas, esto sobre todo en momentos en que todavía no está claro si los gobiernos alrededor del mundo, las instituciones de salud internacional y los grandes laboratorios serán capaces, o no, de desarrollar una vacuna a tiempo que sirva para contener el avance del virus. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que la crisis mundial producida por la propagación de este patógeno ha dejado en evidencia, esta vez a un nivel sin precedentes desde las grandes convulsiones históricas de la primera mitad del siglo pasado, las endebles bases de desarrollo en que se sostiene la sociedad contemporánea, caracterizada hoy por una situación de desorden y debilitamiento internacional cada vez más creciente. Ejemplos de esta situación de mayor desorden mundial y desestabilización geopolítica sobre la que viene desplegándose la actual crisis epidémica serían, entre otros, tanto las renovadas disputas entre potencias imperialistas tales como las vistas en el marco de la reciente guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como también el agravamiento de diversos conflictos regionales como el de la guerra civil en Siria en donde está teniendo lugar un fuerte enfrentamiento entre Rusia y los poderes occidentales. Otro ejemplo de lo anterior puede verse en los episodios cada vez más frecuentes de caos asociados al tendencialmente insoluble problema migratorio, planteándose aquí repercusiones particularmente explosivas en caso de que los campos de refugiados ubicados en algunos países tales como Grecia o Turquía lleguen a ser afectados por el avance de la epidemia.

Como vemos, lo que partió hace unos meses como una crisis de salud pública remitida a una ciudad específica de China (Wuhan), se ha transformado hoy en una inminente pandemia que amenaza no sólo con una cantidad de muertos que pueda llegar a las decenas de millones, sino que, además, con convertirse en un factor de desestabilización aguda de las propias bases de la economía, la política y la sociedad mundial con resultados que podrían ser impredecibles. Esto último al modo de un factor de “interferencia estructural”, posiblemente creciente, del propio curso de la lucha de clases moderna, aquello tal como se ha visto, entre otros lugares, en algunos países tales como Italia en donde se debieron cancelar las pasadas movilizaciones por el 8 de marzo y el resto de las concentraciones o manifestación públicas. Todo esto en medio de un clima de incertidumbre que ha servido para dividir, gracias al clima de temor y recelo producido por las cuarentenas masivas, al movimiento de masas y la sociedad civil de las organizaciones sociales. Un ejemplo de lo anterior han sido los importantes grados de aislamiento que han caracterizado la acción de una serie de organizaciones de izquierda y sectores sindicales que, aunque en gran medida incapaces de realizar una lectura adecuada de la verdadera gravedad que tiene el peligro de la expansión de la epidemia, han intentado llevar adelante en Italia una serie de movilizaciones sociales para reivindicar mejores condiciones y garantías laborales al calor de la crisis sanitaria. Otro ejemplo de la interferencia creciente que viene significando el avance de esta crisis en el ámbito social son los importantes brotes de racismo y xenofobia (hasta ahora fundamentalmente anti-china y anti-asiática) que la expansión de este virus ha generado en diversos países.

Las movilizaciones del 8 de marzo fueron canceladas en Italia debido al coronavirus

Con todo, tal como veremos en este y otros de los materiales temáticos alrededor de esta epidemia, la crisis mundial gatillada por el coronavirus de Wuhan no debe entenderse ni como un hecho aislado, así como tampoco al modo de un mero “catalizador” del desarrollo de las contradicciones “clásicas” (económicas, sociales y políticas) del modo de producción capitalista. Lejos de aquello, contrariamente a lo que vienen repitiendo una serie de intelectuales y organizaciones de izquierda tradicional que prefieren hacer eje en sus explicaciones en una serie de factores de orden económico, social o político propios del desarrollo capitalista contemporáneo, la crisis desatada por la epidemia de covid-19 respondería, como discutiremos, al avance de un nuevo tipo de dinámica histórica que presentaría una naturaleza súper-catastrófica inédita desde los orígenes mismos del capitalismo moderno. Lejos de remitirse esta última, ya sea al debilitamiento estructural que ha venido experimentando la economía internacional en décadas pasadas, o bien a las políticas de privatización neoliberal que han dado por resultado una importante precarización de los sistemas de salud alrededor del mundo, la crisis gatillada por la aparición del nuevo coronavirus se relacionaría, de fondo, al despliegue de un proceso más profundo de crisis terminal de la propia sociedad industrial marcada por una “combinación catastrófica” entre, por un lado, los factores de crisis económica, política y social clásicos del capitalismo moderno y, por otro lado, el desarrollo de un agotamiento irreversible (definitivo) de las condiciones ecosociales de reproducción del modo de producción capitalista y de la existencia misma de la civilización contemporánea.

A continuación, se realizará una caracterización del contexto ecosocial y epidemiológico de la actual crisis sanitaria mundial, discutiéndose posteriormente la relación entre esta crisis y su marco histórico específico: la crisis de la sociedad industrial. Entre otras cosas, esta discusión servirá de contextualización tanto para las diversas secciones de esta serie en torno a los impactos del calentamiento global y la crisis ecológica sobre el sistema terrestre y la civilización moderna, así como también para el resto de materiales temáticos elaborados alrededor del estallido y la propagación de la presente crisis epidémica. Una de las razones de lo anterior es que debido al impacto socioeconómico, político y cultural inédito que ha tenido el avance de esta crisis, alimentada como veremos por el desarrollo de una crisis ecosocial planetaria que avanza con cada vez más fuerza, aquella constituiría una especie de marco predilecto (al modo de una ventana hacia el futuro) desde donde comenzar nuestra discusión en torno a los impactos que podría tener sobre el proceso histórico la presente dinámica (súper-catastrófica) de derrumbe socio-ecosistémico global. Es precisamente desde esta perspectiva que comprende la actual crisis epidémica mundial en el contexto de una dinámica de degradación ecosocial e histórica mayor que ésta se nos presenta, en realidad, sin importar la magnitud que pueda adquirir durante los próximos meses, al modo de un mero acto introductorio; esto es, en su calidad de expresión orgánica de un proceso de colapso civilizatorio y extinción masiva más amplio, a la manera de una puerta de entrada hacia una nueva era de cataclismos y muerte.

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