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Opinión

Una constitución con las trabajadoras

Por: Gael Yeomans y Natalia Díaz | Publicado: 01.05.2020
Una constitución con las trabajadoras | Foto: Agencia Uno
Una nueva constitución, que reconozca el trabajo doméstico y de cuidados, supondrá que sea el Estado quien deba generar y promover políticas públicas que ayuden a combatir esta desigualdad entre hombres y mujeres y de a poco avanzar hacia una compatibilización armoniosa de los trabajos domésticos y las labores de cuidado humano.

Una nueva Constitución lejos de ser una demanda que pasa a un segundo plano, es una necesidad urgente y que ha quedado en evidencia durante esta crisis sanitaria. La pandemia del COVID-19 ha demostrado que tanto las economías globales formales del mundo como también nuestros hogares, se construyen sobre el trabajo doméstico y de cuidado, no reconocido ni remunerado que realizan mayoritariamente mujeres y niñas, quienes en estos tiempos se han visto mayormente afectadas por la carga que significa la doble o triple jornada.

Pero esta injusticia siempre se ha mantenido en lo privado, espacio al que siempre han intentado apartarnos. Nosotras hemos sido invisibilizadas en la historia de nuestro país y en los espacios de poder, tanto en la Constitución del 25 como del año 33 no participó ninguna mujer. En la Constitución de Dictadura sólo dos. Hoy el desafío es que la participación de forma paritaria en esta nueva constitución permita que la mirada y experiencias de las mujeres estén presentes en la nueva carta magna, en donde podamos ser nombradas y reconocidas.

Cuando una mujer responde.. “no, no trabajo, soy dueña de casa” sigue primando la idea de la entrega incondicional, del amor, y la visión en que las mujeres estamos hechas biológicamente para desarrollar ciertas actividades, las cuales no son retribuidas ni consideradas trabajo en esta sociedad. Pero desde las feministas, más hoy 1 de mayo, es fundamental decir que el trabajo que han realizado las mujeres, trabajo doméstico y de cuidado de otros/as es un trabajo fundamental, por la reproducción no sólo de la vida humana, sino fundamental para nuestra economía. Quizás el trabajo más importante en esta sociedad y por lo mismo, no sólo debemos avanzar en la corresponsabilidad, sino entenderlo como fundamental en la forma en que nos organizamos.

Una nueva constitución, que reconozca el trabajo doméstico y de cuidados, supondrá que sea el Estado quien deba generar y promover políticas públicas que ayuden a combatir esta desigualdad entre hombres y mujeres y de a poco avanzar hacia una compatibilización armoniosa de los trabajos domésticos y las labores de cuidado humano. Una constitución feminista nos permitirá avanzar así en la reflexión sobre los roles de género, sobre la construcción de los hogares y cómo entenderemos su reproducción, el cuidado de quienes lo componen y la relación con el trabajo remunerado. Quizás se abra así un cuestionamiento a la economía, con la necesidad de que esta ponga en el centro la vida.

Gael Yeomans y Natalia Díaz