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Opinión

Felipe Larraín: de ministro a empleado de Paulmann

Por: Roberto Pizarro H | Publicado: 03.05.2020
Felipe Larraín: de ministro a empleado de Paulmann | Foto: Agencia Uno
El exministro sostendrá en su defensa que ya pasaron los seis meses reglamentarios que le permiten asumir una relación laboral en una empresa privada. Es cierto. Pero su decisión tiene implicancias éticas ineludibles. Porque, cuando los empresarios contratan a políticos y exfuncionarios de gobiernos, lo que están comprando son contactos y la influencia que tienen en las instituciones públicas. Se ha convertido en una costumbre en Chile que los grupos económicos capturen a miembros de la clase política y exautoridades del sector público para su beneficio. El empresariado los sienta en los directorios de sus corporaciones para que sirvan como lobistas y así favorezcan sus negocios.

Felipe Larraín fue reemplazado por el ministro Briones en la cartera de Hacienda porque no supo lidiar con las protestas que se desataron el 18 de octubre. El presidente Piñera no tuvo más alternativa que despedirlo. Una muestra de su distanciamiento con la ciudadanía fueron sus dichos sobre el alza de los precios en el mes de octubre. Sostuvo frente a la prensa: los pollos suben, pero: “Para los románticos, ha caído el precio de las flores, así que los que quieran regalar flores en este mes, han caído un 3,7%”. La empatía no parece ser su fuerte.

 Hoy nos encontramos con la noticia que Horst Paulmann, dueño de Cencosud, ha reclutado para el directorio de su holding a Larraín. Lo ha hecho además en un momento muy especial, cuando decide repartir más de 91.000 millones de pesos entre sus socios después de haber enviado a la cesantía a miles de trabajadores (utilizando laLey de Protección al Empleo”). No es novedad. Es la insensibilidad característica de los ricos en Chile.

Larraín, doctorado en Harvard, académico de la Universidad Católica y consultor en destacados organismos internacionales, ha decidido convertirse en tendero y empleado de Paulmann. Tiene derecho a reorientar su vida. Le gusta el dinero. Al igual que otras autoridades públicas, no sólo de los gobiernos de Piñera sino también de la “centro izquierda”, ha sido reclutado por un poderoso empresario para que le ayude a acumular ganancias.

El exministro sostendrá en su defensa que ya pasaron los seis meses reglamentarios que le permiten asumir una relación laboral en una empresa privada. Es cierto. Pero su decisión tiene implicancias éticas ineludibles. Porque, cuando los empresarios contratan a políticos y exfuncionarios de gobiernos, lo que están comprando son contactos y la influencia que tienen en las instituciones públicas.

Se ha convertido en una costumbre en Chile que los grupos económicos capturen a miembros de la clase política y exautoridades del sector público para su beneficio. El empresariado los sienta en los directorios de sus corporaciones para que sirvan como lobistas y así favorezcan sus negocios.

En momentos que la pasión por el dinero se infiltra por todas partes y corrompe a los espíritus frágiles y ambiciosos, la ética se encuentra a mal traer. La puerta giratoria no ha dejado de rotar. Si no se realiza un esfuerzo serio por terminar con los vasos comunicantes entre la actividad pública y los negocios privados la puerta giratoria agravará la fragilidad del sistema político y persistirá el poder empresarial dominando la vida política nacional.

El modelo neoliberal ha impuesto el individualismo y la pasión por el dinero. Ha arrasado con los valores de ética pública que nos legaran Recabarren, Aguirre Cerda, Jorge Alessandri, Frei Montalva y Allende. Chile ya no es el país austero y honrado de nuestros padres.

Felipe Larraín se ha dejado vencer por el dinero, renunciando a la ética. Un exministro de Hacienda, de elevado reconocimiento en el mundo académico e internacional, debiera haberse mostrado ante la ciudadanía como una persona independiente de los poderes fácticos. En vez de subordinarse a ellos debió convertirse en su contrapeso. para ayudar a generar equilibrios sociales en un país que tanto los necesita. Ya no sólo representa a los poderosos, sino se ha convertido en un empleado más de ellos.

Roberto Pizarro H