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Opinión

Libertad en la revolución

Por: Tomás Moulian | Publicado: 04.05.2020
Libertad en la revolución Rosa Luxemburgo |
Realizaré una reflexión de carácter anacrónico, pues retrocederé en el tiempo hasta el otoño europeo de 1918, para analizar los primeros años de la revolución bolchevique y las observaciones de Rosa Luxemburgo.

Este artículo tendrá un carácter anacrónico, pues retrocederé en el tiempo hasta el otoño europeo de 1918, para analizar los primeros años de la revolución bolchevique.

Debo agregar que la finalidad no es celebrar unas efemérides, pues los cien años de ella tuvieron lugar en el 2017.

Mi interés es reflexionar sobre el transcurso de ese proceso recordando las observaciones realizadas al comienzo de este por Rosa Luxemburgo.

Esta intelectual y política reflexiona sobre la libertad, y le dice a Lenin y a Trotsky, que ella debe ser para todos; esto es para los partidarios, los indiferentes y los adversarios. Y agrega: esto debe ser así, no por un «fanatismo de la justicia», sino porque la libertad pierde su eficacia «si ella se convierte en un privilegio».

Discutiendo con Trotsky, quien afirma que los marxistas no deben ser idolatras de la democracia formal, Rosa Luxemburgo dice que, en efecto, no deben padecer de esa idolatría, pero porque buscan superar la «democracia burguesa» para instalar una democracia socialista y no «para destruir toda democracia».

Pero va aún más allá, diciendo que la falta de libertad afectará a los soviets y a la vida política de la revolución. Ello porque entonces la burocracia sería el único elemento activo que permanecería.

Algunos biógrafos de la política polaca señalan que esas frases no reflejan lo que ella pensó con posterioridad y que, además, fueron utilizadas por un ex militante comunista para justificar su deserción. En todo caso, ese hecho para mí no tiene importancia. ¿Por qué?

Porque las expresiones de Rosa Luxemburgo fueron proféticas. Eso significa que si hubiesen sido tomadas en consideración otra hubiese sido el desarrollo cualitativo del proceso.

Como en la actualidad es de público conocimiento las burocracias, encabezadas por Stalin, se apoderaron de la revolución.

Tomaron tanta fuerza que no pudieron ser erradicadas ni por los intentos reformadores de Kruschev ni por los de Gorbachov.

Ya sabemos cómo finalmente termina esta revolución, la que durante un tiempo significó la gran esperanza del siglo veinte, la cual llevaría a la superación del capitalismo y a la construcción de un mundo mejor.

Para pensar el socialismo del siglo XXI hay que hacerlo a la manera de Rosa Luxemburgo. Un régimen de partido único, aunque genere importantes avances sociales, no produce un socialismo democrático y libertario, porque no les otorga posibilidades de expresión a los disidentes.

Tomás Moulian