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Opinión

Candlelight, la memoria siempreviva del VIH/SIDA en Chile

Por: Víctor Hugo Robles, El Che de los Gays | Publicado: 19.05.2020
Candlelight, la memoria siempreviva del VIH/SIDA en Chile FOTO: Álvaro Hoppe |
El “Candlelight Memorial” ha sido desde siempre de las comunidades, las personas viviendo y luchado con VIH/SIDA. Primero, fueron pequeñas e internas ceremonias y luego, concurridas marchas político-callejeras desde donde se denunció la ausencia de políticas públicas en salud y educación sexual que evitaran el incremento del VIH y la muerte a causa del SIDA.

El 19 de mayo de cada año acontece el «Candlelight Memorial» o la ceremonia de “Luz de Vela”, emblemática fecha que recuerda en todo el mundo a las personas fallecidas a causa del SIDA. Nacida en la ciudad de San Francisco en los años 80, el sentido e importante tributo rememora a todas nuestras siemprevivas, amigos y compañeros que han partido dejando sentidas e imborrables huellas en nuestras locas vidas.

En Chile, mediados de los años 80 y más ampliamente durante los años 90, se conmemoró el alegórico evento comunitario, promovido y organizado por las comunidades directamente afectadas, comprometidas e impactadas. Una especial ceremonia que no le pertenece a los gobiernos, ni a las autoridades, ni mucho menos a las organizaciones diplomáticas-multinacionales. El “Candlelight Memorial” ha sido desde siempre de las comunidades, las personas viviendo y luchado con VIH/SIDA. Primero, fueron pequeñas e internas ceremonias y luego, concurridas marchas político-callejeras desde donde se denunció la ausencia de políticas públicas en salud y educación sexual que evitaran el incremento del VIH y la muerte a causa del SIDA.

Yo participé en muchas de las marchas y caminatas protagonizadas por ramilletes de cómplices amigas “chistosas», como nos autodenominamos las personas seropositivas, espantando así, dulce e irónicamente, la muerte y el olvido. Porque de algún mortuorio e íntimo modo, el «Candlelight Memorial» ha representado para muchos y muchas un último encuentro colectivo, un saludo final de fatal despedida.

«Hola po, niña, cómo estai, niña, que rico verte, niña, pensé que estabai muerta, niña, oye niña, quedamos tan pocas, niña, las locas más duras, po niña», era el cancionero de cariñosos e intensos palabreos entre las niñas más cercanas, las más amigas y las más seropositivas sobrevivientes de una loca e inmortal inocencia.

Tengo muchos e imborrables recuerdos de nuestros actos de justa e imprescindible memoria seropositiva. Una de ellas, tal vez la más multitudinaria, registrada en maravilloso video y captada por el lente amigo del reconocido fotógrafo Álvaro Hoppe, aconteció en las calles del centro de Santiago en mayo de 1996, memoria y recuerdo que perdura en el tiempo. Esa marcha fue simbólica e importante porque aconteció un mes antes de que el reconocido e inolvidable dirigente social, Sigifredo Barra, el primer rostro del VIH/SIDA en Chile, falleciera producto del SIDA en su casa del barrio Mapocho, un triste y lluvioso 24 de junio de 1996. Eran otros tiempos, días, tardes y noches de muerte que provocaban agitación e indignación popular.

Era tan profunda e irrefrenable la conmoción social que junto a la activista travesti de Valparaíso, Michelle Clementi, aparecimos en la marcha del “Candlelight Memorial”, vestidas y travestidas de riguroso negro, barriendo las calles de la ciudad capital, simbolizando así la urgencia de purgar la discriminación política y social que afectaba -y afecta- a las personas que vivimos con VIH/SIDA en Chile. Fue una marcha emocionante, compacta e inundada de luces de velas, contando con la asistencia de muchas primas seropositivas e incluso la destellante presencia de Pedro Lemebel y Francisco Casas, integrante del Colectivo de Arte Homosexual «Las Yeguas del Apocalipsis», junto a la periodista de Televisión Nacional de Chile, la ahora polémica diputada humanista, Pamela Jiles Moreno.

Era tan profunda e irrefrenable la conmoción social que junto a la activista travesti de Valparaíso, Michelle Clementi, aparecimos en la marcha del “Candlelight Memorial”, vestidas y travestidas de riguroso negro, barriendo las calles de la ciudad capital, simbolizando así la urgencia de purgar la discriminación política y social que afectaba -y afecta- a las personas que vivimos con VIH/SIDA en Chile. Fue una marcha emocionante, compacta e inundada de luces de velas, contando con la asistencia de muchas primas seropositivas e incluso la destellante presencia de Pedro Lemebel y Francisco Casas, integrantes del Colectivo de Arte Homosexual “Las Yeguas del Apocalipsis”, junto a la querida e imprescindible periodista, ahora polémica diputada humanista, Pamela Jiles Moreno.

Pasado el tiempo, sumando años de calles, luego que se garantizaran las terapias antirretrovirales para el tratamiento del VIH a todas las personas afectadas y desaparecieran las más movilizadas e incidentes organizaciones seropositivas, no hubo más marchas callejeras, ni actos públicos, aunque sí se han mantenido pequeñas ceremonias comunitarias, corporativas, religiosas e institucionales.

Hoy, en medio de la grave e incierta crisis sanitaria por coronavirus, cuando se denuncian delicadas fallas en la entrega de terapias para el VIH y el traslado de la dispensación de medicamentos antirretrovirales a espacios no seguros donde se vulnerará la confidencialidad de las personas que vivimos con VIH/SIDA, urge retomar las luchas político-comunitarias, porque el VIH/SIDA no se detiene, no se suspende, no se acuartela, ni entra en cuarentena, apagando todo los días tintineantes luces de nuestro alocado firmamento nacional.

Víctor Hugo Robles, El Che de los Gays