El desplazamiento forzado de los campesinos de Canela

Por: core | Publicado: 29.05.2020
El desplazamiento forzado de los campesinos de Canela Julieta Cortés Jorquera es dirigente de una agrupación de mujeres rurales de la comuna de Canela (Choapa) /
Julieta Cortés Jorquera es dirigente de una agrupación de mujeres rurales de la comuna de Canela (Choapa), una zona golpeada por las sequías. Asegura que existe una migración forzada del campesinado y que parte de este problema se debe al cambio climático, pero también, a la falta de voluntad del Estado para buscar soluciones junto a las comunidades.

Mi nombre es Julieta Cortés Jorquera, tengo 47 años. Soy casada, tengo dos hijos y afortunadamente todavía mis padres están vivos. Provengo de la Comunidad Agrícola de Carquindaño -comuna de Canela, Provincia de Choapa-, que es una de las 25 comunidades agrícolas que están dentro del territorio.

Soy dirigente de la Agrupación de Mujeres Rurales de Canela, una organización que agrupa a alrededor de 130 mujeres de distintas localidades del sector rural de esta comuna. La mayoría son crianceras, horticultoras; fueron agricultoras alguna vez, pero ahora con la escasez de agua, lo que les queda es la producción de alimento para consumo familiar.

Mi padre y mi madre son comuneros, viven en Carquindaño. Fueron agricultores y aún son crianceros porque la única actividad económica que está sobreviviendo, hasta cierto punto, es la producción caprina. Les quedan unas poquitas cabras, pero creo que van a desaparecer por el tema del agua. Los animales prácticamente no tienen alimento ni agua para beber.

Vivo en la zona más urbana de Canela Baja, por varias situaciones. Por la escasez de agua, pero también por el acceso al trabajo y la escolaridad de mis hijos.

Canela es una de las comunas que ha sufrido por la escasez de agua. Tuvimos una sequía bastante prolongada; después vino un año algo más normal de lluvias pero no fue suficiente para que se recuperaran las napas que estaban agotadas.

Siempre hemos sido una comuna de secano, que vivía o dependía un poco de las precipitaciones. Aquí se producía el trigo, la cebada. Esta fue una zona muy nombrada por el auge del comino.

Antes, todos nos abastecíamos de pozos o de norias, de pequeñas vertientes. Hoy, la mayoría de familias dependen de camiones aljibe que les entregan, tal vez, 500 litros de agua a la semana. Imagínese lo que significa eso para un grupo de cuatro personas.

A lo largo de estos años de sequía, una importante cantidad de población rural ha migrado hacia los centros más urbanos o cambió de actividad económica para poder sobrevivir. Los primeros que se van son los jóvenes. Emigran de la comuna para trabajar de temporeros, a la gran minería del norte y otros al comercio.

El fenómeno de la migración se viene dando hace hartos años, pero se ha acentuado cada vez más. De hecho, uno lo va palpando en las escuelas.

Si bien muchas de las escuelas rurales se han cerrado por falta de niños, esto también se asocia a la escasez de agua porque si no hay (adultos) jóvenes, no hay niños. Después van quedando solamente las generaciones de personas mayores.

Canela es una comuna muy fuerte en el tema organizacional. Sin embargo, no tenemos jóvenes para el recambio en las dirigencias; la mayoría de los dirigentes son adultos mayores, tanto hombres como mujeres.

En realidad, hay más mujeres que hombres en los cargos. Esto tiene que ver también con que ellos se van a trabajar afuera, que es otro fenómeno que tiene la migración, que a veces es parcializada.

Muchas familias hoy están a cargo de una mujer porque el hombre está trabajando en la minería, o de temporero y al final son ellas las que se quedan a cargo de la unidad productiva.

Creo que el factor principal de la migración es la sequía. También hay otras causas, pero todo al final confluye en este tema. Si aquí tuviéramos agua, el trabajo sería la producción agrícola y caprina, existiría absorción de mano de obra, pero como no hay agua, no hay trabajo.

En el fondo esta es una migración forzada porque no es que la juventud, o que nuestros campesinos y campesinas se quieran ir de su lugar de origen, sino más bien, es algo obligado a raíz de la falta de agua que tenemos en el territorio.

La historia dice que nuestra comuna era como un bosque, pero si usted mira hoy, Canela prácticamente es un desierto. Creo que el cambio climático y la escasez hídrica van de la mano, pero también tiene que ver con los aspectos de cómo los seres humanos vamos haciéndonos responsables.

Si bien es cierto que el cambio climático nos afecta y tiene impactos a nivel del país y del mundo, nosotros creemos que en Canela se pueden hacer cosas para adaptarnos, mitigar sus efectos y de la escasez hídrica, pero, de esa mitigación, las autoridades no se quieren hacer cargo.

Hace muchos años venimos diciendo que lo que necesitamos es que se invierta. Por ejemplo, en retener agua en pozos o pequeños tranques; hacer intervenciones en las quebradas, en los cerros donde podamos retenerla y que no se vaya al mar. Creemos que detrás de esta escasez hídrica hay un negocio del agua y sentimos muchas veces, que las autoridades siguen fomentando ese sistema.

Lamentablemente, la legislación de nuestro país no nos favorece en nada: el Código de Aguas que tenemos, y por qué no decir la constitución.

Lo que tenemos que hacer es cambiar la constitución para cambiar el Código de Aguas. El cambio climático está asociado, pero también la desigualdad y la falta de agua en los sectores rurales tiene que ver con esto.

Las políticas públicas han dejado abandonadas a las comunidades agrícolas porque muy pocas veces se visibiliza, de que existen. Después, que se les entregue a los comuneros herramientas o que se les transfiera conocimientos en la forma de cómo manejar el territorio, de cuidar la vegetación y los recursos naturales.

El Estado, en ese sentido, ha dejado de lado este territorio. Cada uno hace lo que puede. Tenemos muchos adultos mayores que necesitan apoyo, no sólo de conocimiento, sino que también soporte económico respecto de cómo hacer inversiones, porque en este momento ellos no son capaces de hacerlo de forma independiente.

Sin campesinos no hay comida, y lamentablemente, el gran poder económico agroindustrial, o el capitalismo, nos vende la otra imagen, como que los campesinos no fuéramos necesarios.

Nosotros decimos que los campesinos y con soberanía alimentaria, somos la única forma, primero, de reducir o frenar de alguna manera el cambio climático y aportar en la sobrevivencia de los seres humanos.

Siempre me he preguntado qué va a pasar cuando desaparezcan todos los productores o los campesinos. ¿Vamos a comer comida plástica? ¿Qué vamos a comer?

Vista al Estero Canela en septiembre de 2019. Provincia de Choapa, región de Coquimbo.

*Esta crónica forma parte del proyecto transmedia “Desterrados del agua: migrantes del cambio climático en Chile” que puedes revisar acá.

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