Análisis | ¿Para qué sirve una Economía?

Por: El Desconcierto | Publicado: 04.07.2020
Análisis | ¿Para qué sirve una Economía? Foto: ethic.es /
La economía es fundamental para diseñar nuestro futuro como sociedad e individuos, dentro de una in-terpelación local, regional y global. Pero durante muchos años nos han definido la economía como algo rígido, intocable, y no como la expresión de millones de voluntades que se han puesto de acuerdo. Cambiar nuestra mirada es el primer paso para cambiar el mundo y vaya, necesitamos ir más allá de la crítica y comenzar a cambiar.

Cada encuesta, consulta y medición, avasalladoras, nos habla de las prioridades de la gente: sistema previsional digno y flexible, nueva constitución, mejorar la educación y salud pública, parar el abuso económico, una renovación de la clase política y sus estructuras. En cada ocasión, el gobierno y una parte poderosa de la élite económica cierran la puerta, de forma dogmática, cada vez con menos lógica en sus argumentos (ver por ejemplo, “Los fondos de las AFP son bienes sagrados”). Sin embargo, son justamente estos momentos de cambio y crisis cuando se define lo que valoramos y el resultado de nuestras acciones. La economía es fundamental para diseñar nuestro futuro como sociedad e individuos, dentro de una interpelación local, regional y global.

Figura 1 – A la izquierda Yo-Yo-Yo el hombre racional y económico, a la derecha, Nosotros humanos socialmente adaptables. Como nos definimos, moldea como definimos nuestras economías

Lionel Robbins, y desde entonces parte seminal de toda la teoría económica neoclásica del siglo XX, definió la economía en su sentido más fundamental, como la ciencia que estudia los medios para llegar a determinados fines dentro de un contexto de necesidades ilimitadas y recursos limitados. Robbins, positivista en su pensar, era tajante en decir que la economía no tenía meta propia: La ciencia de la economía no nos exime de la responsabilidad de definir las metas de ésta. En Chile, en estos momentos, hay consenso en cuál es el fin, el objetivo, la meta. Ha sido descrito en una bella palabra.

Fue cantado en las calles, respaldado por encuestas, se puso imborrable en las paredes. Dignidad. Ser en plenitud, no solo crecer o sobrevivir, sino algo mucho más profundo y sustentable, prosperar con respeto mutuo.

Necesidades ilimitadas

Puede parecer una meta de vaga definición y cuantificación, pero en realidad la dignidad está intrínsicamente ligada a preguntas fundamentales de la economía. Desde sus inicios, les economistas tratan de cualificar la acción económica humana, para entender como las acciones individuales y colectivas interactuan, y los resultados de éstas dentro de una sociedad. La idea de necesidades ilimitadas se refiere a que, conceptualmente, tenemos necesidades que satisfacer, sea comida, cultura, bien estar, etc.

Adam Smith lo veía, sobretodo, desde el aspecto ético. En su Teoría de los Sentimientos Morales, que formarían la base para su libro Riqueza de las Naciones, enfatiza la empatía y responsabilidad social. Argumenta que sin justicia no hay sociedad, siendo que el gran objetivo de la vida humana es “mejorar nuestra propia condición”.

Durante el siglo XX, sin embargo, fue el modelo del hombre racional e individualista, el que se volvió la base de los modelos económicos. Era un modelo de necesidades humanas, conceptualizadas en un marco cartesiano graficado como dos variables en busca de un equilibrio, definido como un hombre (en número, género y sexo), con dinero en su bolsillo, una calculadora en la mente, y el ego en el centro de su existencia (como lo describe Kate Raworth).

Las necesidades de la humanidad, y por lo tanto los objetivos de la teoría económica, se basaron en este modelo. A finales del siglo, los ganadores del Nobel en Economía Kahneman (2002), Schiller (2013) y Thaler (2017) demostraron a través de Behavioural Economics (la economía conductual o del Comportamiento) que tomamos decisiones económicas de una manera irracional, emotiva e impulsiva, pero estos trabajos alimentaron específicamente la industria del marketing, teoría de fijación de precios, y teorías para aumentar artificialmente la demanda.

Desarrollo y prosperidad económica

A fines del siglo XX, el economista y Premio Nobel de Economía (1998), Amartya Sen creó un nuevo paradigma, definiendo el desarrollo como “libertad de” diversas limitaciones, y “libertad para” actuar y desarrollarse plenamente, tanto al nivel individual como colectivamente (Development as Freedom, 1999). El desarrollo, o sea, como satisfacemos las necesidades de la gente en economías más pobres, debiera ser visto como el proceso de expandir las libertades reales de la gente. Lo que la gente puede en realidad llegar a hacer — y a ser — libremente, está influenciado por las oportunidades económicas, el nivel de democratización, condiciones de buena salud, de educación, además del apoyo y cultivo de la innovación individual y social.

Sen deja en claro que estos “habilitadores” de la libertad no están siendo medidos por indicadores como el PIB per capita (p.5) y participó de forma fundamental en la formulación de los primeros informes de desarrollo humano de las Naciones Unidas, ahora estudios clásicos de gran importancia global y en cada país donde se publican.

La dignidad en el siglo XXI

Para el siglo XXI, las economistas Gibson-Graham nos proponen un modelo de humanidad donde los individuos son entendidos con múltiples identidades interrelacionadas: económicas, de genero, culturales, individuales, sociales, etc. Se van (nos vamos) desarrollando en un proceso de transformación desde “no-ser” (con derechos y libertades limitadas), al “ser” (en plenitud de libertad y derechos) en el transcurso de la vida. Un proceso ontológico donde crecemos, aprendemos, valoramos, compartimos, nos mostramos, y queremos ser, en plenitud.

Ya son varios los países, como Escocia, que ha buscado un desarrollo económico consistente con valores fundacionales de la sociedad (figura 2).

Figura 2 – En 2018, Escocia publicó un nuevo Marco Nacional de Desempeño Económico. Establece los valores centrales, como amabilidad, dignidad y compasiónn.

Haciendo paralelos con la teoría Queer y feminista, definen la economía como en un estatus inconcluso, de inestabilidades, de vulnerabilidades, faltas y discontinuidades (Halberstam, 2005). Las autoras distinguen entre las significaciones monolíticas del capitalismo (mercado/bienes/capital) y una liberalización de las distintas prácticas económicas y de los diversos seres económicos (Gibson-Graham, 1996).

Figura 3 – El famoso donut de una economía apta para sobrevivir — con dignidad — los desafíos del siglo XXI (Kate Raworth) refleja las limitaciones de vivir juntos en un planeta. Es utilizado por la ciudad de Amsterdam para hacer frente a desafíos tan diversos como el cambio climático, la democracia, el desarrollo local y la competitividad dentro de un contexto global.

Más recientemente y con creciente reconocimiento, la economista Kate Raworth define estas necesidades ilimitadas simplemente como la frontera mínima de lo que necesitamos para que todos tengamos acceso a derechos, como alimento, vivienda, salud, educación, ambientes libre de contaminación, en un mundo de recursos limitados. Añade, los paradigmas económicos clásicos del siglo XX dejaron fuera de su ecuación todas las transformaciones de energía y materia de los recursos y que ahora son parte fundamental de la crisis ambiental que estamos viviendo. Puedes ver una serie de videos cortos explicativos, aquí. 

La idea de dignidad, entonces, nos permite definir qué es lo que necesitamos, y con ello los fines y metas que modelan el rol que debiera tener la economía para encontrar los mejores medios de llegar a estas metas.

Superar la crisis

A pesar de la ceguera dogmática de una parte de la élite local, es tan evidente la crisis medioambiental y social que vivimos, y los cambios necesarios para construir economías sustentables, que el World Economic Forum, que tendrá lugar en enero de 2021, tiene como titulo el Gran Reinicio. Según el foro‘The Great Reset’ es un compromiso para construir de manera conjunta y urgente las bases de nuestro sistema económico y social para un futuro más justo, sostenible y resiliente”. Insisten, en esta foro de la élite política y económica global, que este siglo requiere un “nuevo contrato social centrado en la dignidad humana”.

El siglo XX no pasó en vano. Hemos aprendido mucho. Debemos aplicar estos conocimientos para no perecer social y biológicamente, como comunidades y como especie. Paul Krugman, Nobel en Economía de 2008, identifica que el mayor peligro que posan los economistas a las sociedades de hoy es un dogma que les impide ver la data del mundo real. En estos días, en nuestro país, este dogma está tomando vidas humanas y llevando a nuestro país a niveles bajísimos de democracia y prosperidad económica.

Las respuestas económicas tienen que estar en linea con planteamientos locales, regionales e internacionales. La élite local haría bien en ver la data económica, más allá de sus planteamientos dogmáticos, y con honestidad intelectual. La economía no solo sirve, nos debe servir a toda la sociedad.


Camilo Lanfranco. Economista & sociólogo, MA medios, interculturalidad y nuevas tecnologías Colaborador, Laboratorio de Cambio Social.

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