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La hora de las cooperativas

Por: María José Becerra | Publicado: 04.07.2020
La hora de las cooperativas |
Las cooperativas son el modelo de empresa que responde de mejor forma a una nueva etapa de capitalismo posneoliberal, fundadas en la distribución del poder y el dinero, dado que existen procesos de desconcentración y redistribución progresiva de la riqueza en el mismo mercado sin pasar por el Estado. Por ley, las cooperativas distribuyen una vez al año sus utilidades entre sus socias y socios.

Este 4 de julio se conmemora el Día Internacional del Movimiento Cooperativo. Las cooperativas son empresas de carácter democrático, con techos de concentración del capital, inclusivas, y su principal atributo es el bienestar económico y social de sus socias y socios. Además, para el caso de Chile, es el único tipo de organización económica paritaria por ley.

Esta nueva conmemoración se enmarca en la crisis global más profunda de la historia moderna. Una crisis de carácter civilizatorio producto de las relaciones sociales y la economía, de los modelos de bienestar y de acumulación, de las instituciones, de la relación mercantil con la naturaleza y de los procesos de mercantilización del trabajo, sobre todo el trabajo de las mujeres.

La Unión Europea ha reconocido el enorme aporte de las cooperativas como “empresas de primera línea” en la crisis Covid-19 y posterior crisis económica, promoviendo su fortalecimiento a través de planes de solvencia y liquidez. Hoy se encuentran elaborando el “Plan de Acción para la Economía Social” como pilar estratégico para la reconstrucción económica y social para toda Europa. Sólo en la Unión Europea este sector cuenta con más de 2.800.000 empresas cooperativas, generando trabajo para 13 millones de personas, que se estima en un 6,3% de la fuerza de trabajo para estos países, en un contexto donde esta crisis provocará la quiebra y muerte de un promedio del 45% del tejido empresarial en Pymes y emprendimientos formales.

Este “Plan de Acción para la Economía Social” (puesto en marcha por la Unión por el Mediterráneo, la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional, la Confederación Empresarial Española de la Economía Social y la Unión Europea) ha propuesto medidas para situar a las cooperativas en el centro de los planes de recuperación social y económica a ser adoptadas por 43 gobiernos.

El Plan de Acción sitúa a las empresas cooperativas como motor de la re-industrialización, como pioneras de la transición verde y digital, y como empresas democráticas de carácter citizens-led en la producción y distribución de energías renovables, producción agroalimentaria, de bienes, servicios y consumo  sostenible desde los territorios y con políticas públicas de promoción desde los municipios.

La confianza social y económica europea a las cooperativas se debe a que las empresas de trabajadores tuvieron mayores grados de eficiencia económica, adaptabilidad y aumento en los niveles de empleo posterior a la crisis financiera de 2008.

Desde el Estado, muchos países están haciendo una apuesta hacia la asociatividad, la economía social y solidaria y la economía ecológica, siendo ésta una decisión de economía política. Es decir: implementar una batería de políticas industriales y políticas públicas para la construcción de un modelo de crecimiento y desarrollo económico que transite desde la sobre financiarizacion de la economía a otra de carácter real, basada en cadenas cortas de valor, en procesos tecnológicos de globalización, con enfoques territoriales basados en la coordinación con los municipios, en la internacionalización, y la reconceptualización del valor del trabajo de mujeres y hombres en la economía.

En resumen, estos países entendieron que esta crisis no es sólo una crisis monetaria con contracción de la demanda agregada de corto plazo: es una crisis del modelo de desarrollo y del cuidado, y las empresas de trabajadores están liderando la salida en los lugares donde el mercado decidió no estar o donde el Estado no alcanzó a llegar. Por tanto, las cooperativas son el modelo de empresas que responde de mejor forma a una nueva etapa de capitalismo posneoliberal, fundadas en la distribución del poder y el dinero, dado que existen procesos de desconcentración y redistribución progresiva de la riqueza en el mismo mercado sin pasar por el Estado; por ley, las cooperativas distribuyen una vez al año sus excedentes (utilidades) entre sus socias y socios.

En Chile, estamos lejos de transitar a este paradigma.

Sin embargo, las cooperativas chilenas, al igual que sus pares en el mundo, han mostrado prácticas de resiliencia a la crisis y, contrario al camino de muchas empresas, éste podría ser un modelo exitoso para la reconstrucción económica post pandemia.

Para ello, en el corto plazo, se requiere una acción estratégica del Ejecutivo, incorporando en sus decisiones de economía política a estas organizaciones empresariales, o al menos su visibilización en la política pública. De los 12.000 millones de dólares comprometidos en los planes de mitigación de la pandemia y posterior reactivación, no existe presupuesto fiscal para ir en apoyo de las empresas de la economía social y solidaria y, de los 23.000 millones de dólares comprometidos vía garantía estatal (Fogape), no existe información pública desagregada por tipo de empresa que permita inferir el nivel de préstamos a los que han accedido las empresas de trabajadores en el país.

Ante el 11,2%, la cifra más alta, de desempleo móvil de los últimos diez años, la cual se irá incrementando mes a mes, es dable preguntarse: ¿cuáles son las razones fundantes de no querer incorporar a este modelo de organización económica  a una concepción de modelo de desarrollo que, si bien se aleja de la construcción de nuestro modelo de crecimiento actual, nos acerca a un tipo de empresa más democrática, paritaria e inclusiva basada en los frutos y el valor del trabajo de mujeres y hombres?

María José Becerra