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El modelo de AFP no es un sistema previsional

Por: Álvaro Muñoz Ferrer | Publicado: 06.07.2020
El modelo de AFP no es un sistema previsional Marcha No + AFP. Agencia Uno |
Al contrario de lo que creen sus críticos, el sistema de AFP no es un mal sistema previsional. Sencillamente NO ES un sistema previsional.

Siguiendo al economista Samir Amin, el filósofo Maurizio Lazzarato ha buscado mostrar que la crisis económica actual no ha sido provocada por la pandemia de enfermedad por coronavirus. En realidad, dice Lazzarato, el capitalismo contemporáneo jamás superó la crisis subprime de 2007/2008 y lo que ha hecho el virus ha sido simplemente develar esta situación.

La incapacidad sistémica del capitalismo para superar sus crisis fue diagnosticada por Samir Amin a través de la categoría de “largas crisis”. Según el economista egipcio, el capitalismo ha enfrentado dos largas crisis: la primera ocurrió entre 1873 y 1945 –con una pausa de crecimiento económico entre 1890 y 1914 denominada “La Belle Époque”– y la segunda comenzó en 1971. Según la proyección de Amin, actualmente nos encontramos en la mitad de esta segunda crisis.

El diagnóstico de Amin, retomado por Lazzarato, muestra que las dos largas crisis han sido provocadas por un fenómeno común: la acción del trinomio concentración-globalización-financiarización. El último componente de la fórmula –la financiarización– es, en términos muy esquemáticos, un proceso de reorganización de la relación entre el mercado financiero y el mercado productivo en la que el primero adquiere una primacía sobre el segundo, es decir, el mercado financiero determina al mercado productivo. Como es evidente, este proceso se agudizó en la década de 1980 a través de las reformas neoliberales de privatización y liberalización de la economía mundial que comenzaron a implementar los gobiernos de Thatcher, Reagan y la dictadura de Pinochet.

En el caso de Chile, una de las herramientas centrales en este proceso de financiarización de la economía ha sido el sistema de AFP. Como muestra un estudio de Corbo y Schmidt-Hebbel, el sistema de AFP ha sido fundamental para el crecimiento del PIB y para el desarrollo del mercado de capitales (https://www.elmostrador.cl/mercados/2016/08/08/el-impacto-en-el-sistema-financiero-de-las-inversiones-de-las-afp/). Sin embargo, el modelo ha fracasado en lo que debiese ser su rol principal: garantizar buenas pensiones. Esto último ha llevado a la sociedad chilena a debatir en torno a la idoneidad de este sistema y, más recientemente, ha generado un debate en torno a la propiedad de los fondos: si el dinero es de propiedad de los(as) trabajadores(as), ¿existe la posibilidad de retirar un porcentaje de esos fondos para hacer frente a la crisis actual? Independientemente de la opinión que tengamos sobre esta alternativa, es interesante analizar las respuestas del gobierno y los “expertos” para rechazarla.

La primera respuesta aludió al “giro” del ahorro: es posible hacer uso del seguro de cesantía porque su “giro” es de carácter laboral, pero no se puede acudir al ahorro previsional debido a que su giro está ligado a las pensiones. Este argumento es un tecnicismo semántico: el ahorro es ahorro y la categorización no debiera tener relevancia en tiempos de crisis y ante un nivel tan grande de incertidumbre con respecto a las posibilidades de los hogares de sostener sus gastos mensuales.

Es muy posible que, inspirada en la insuficiencia del argumento anterior, apareció en el debate la siguiente crítica: ¿por qué las grandes empresas pueden acceder a alternativas de refinanciamiento con fondos de las AFP y los(as) trabajadores no pueden hacer uso de este dinero? ¿No es acaso un fondo de giro exclusivamente previsional? Ante este cuestionamiento, la ministra del Trabajo, María José Zaldívar, ha contestado con el segundo argumento: «Las empresas grandes son las que entregan mayor cantidad de trabajo en el país. […] No puede ser que empresas grandes quiebren porque no tiene posibilidad de acceder a crédito y de esa manera dejemos cientos de trabajadores sin ingresos». Esta declaración es una confesión y, sin quererlo, ha resuelto la controversia en torno a la idoneidad de las AFP: al contrario de lo que creen sus críticos, el sistema de AFP no es un mal sistema previsional. Sencillamente no es un sistema previsional.

El rol develador del virus nos muestra que el rechazo al uso de los fondos previsionales en tiempos de crisis no corresponde a un motivo de “giro”. Tampoco se trata de una repentina preocupación por la calidad de vida de la futura tercera edad: esto se descarta fácilmente al constatar la continuidad de la estrategia de “inmunidad de rebaño” solapada que está implementando el gobierno y que opera como un dispositivo biopolítico que busca contagiar y, como decía Foucault, “dejar morir” de forma controlada a un segmento de la población (en palabras del profesor, e investigador de la Universidad de Massachussets, Gonzalo Bacigalupe, la táctica consiste en “matar de a poco sin que se despierten sospechas con una estrategia comunicacional de confusión”). Los fondos de pensiones no pueden ser tocados por los(as) ahorrantes porque el modelo de AFP es un sistema diseñado para ser el sostén financiero del modelo económico nacional, no para jubilar a las personas. Las pensiones son, recurriendo al argot económico, una externalidad positiva de la operación.

Esta constatación viral será relevante para que, una vez superada la crisis sanitaria y retomado el debate constitucional, deliberemos sobre el modelo previsional que queremos para Chile: uno que concibe la jubilación como un efecto colateral de un mecanismo de inyección de recursos al mercado de capitales o uno que considera que vivir dignamente la última etapa de la vida debe ser un derecho garantizado.

 

 

Álvaro Muñoz Ferrer