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Imilsa Contreras, la mujer de 86 años que se encadenó en la puerta de una AFP: «No voy a dejar de dar la pelea hasta que cambie la cuestión»

Por: Sebastian Palma | Publicado: 22.07.2020
Imilsa Contreras, la mujer de 86 años que se encadenó en la puerta de una AFP: «No voy a dejar de dar la pelea hasta que cambie la cuestión» imilsa |
Antes de las masivas marchas contra las aseguradoras de pensiones, la explosión del movimiento No + AFP y la discusión por el retiro del 10%, Imilsa Contreras se encadenó a la puerta de una sucursal de la AFP Hábitat en Concepción en el año 2016. La imagen se viralizó y convirtió a la mujer de 86 años en el rostro del descontento por un sistema de pensiones que hoy en el congreso enfrenta un día histórico. A cuatro años de la desesperada acción, Imilda repasa su vida, cuenta que vive con una pensión de 280 mil pesos, que sufrió una depresión tras el fallecimiento de su marido, que tuvo un accidente que le fracturó varias costillas y que espera volver a las calles para protestar por un sistema que -asegura- está en el suelo.

Todas las luchas tienen una bandera, un símbolo, una imagen y, durante un buen tiempo, todo eso lo representó Imilsa Contreras.  Fue durante el invierno del 2016, poco meses antes de que millones de chilenos salieran a las calles para protestar por un cambio en el sistema de pensiones, que esta mujer de pelo cano, vestida con un abrigo burdeo sobre un vestido de lana, panties oscuras, botines de cuero, una boina roja y un pañuelo floreado del mismo tono, se acercó a la puerta de una sucursal de la AFP Hábitat en el centro de Concepción. Su apariencia era como la de cualquier otra adulta mayor haciendo la fila para cobrar su dinero en el «día del pago»; pero no, ella estaba ahí para protestar.

No era primera vez que lo hacía, en esos años ella ya tenía 82 y con un grupo de dirigentes de la Asociación de Pensionados del ex Seguro Social de Invalidez -agrupación de la que era vicepresidenta- se tomaron una sucursal de la AFP, cerrando con llave la puerta y limitando por unos minutos su funcionamiento. Carabineros llegó a poner orden y un oficial preguntó a los manifestantes quién era la cabecilla de la organización. «Soy yo», le respondió Imilsa. 

La acción no provocó mayor revuelo y no significó más que una anécdota. Para Imilsa y los demás manifestantes fue sólo el comienzo: había que hacer algo más simbólico, causar ruido. Fue allí cuando nació la idea. Uno de sus compañeros le consultó si se atrevería a encadenarse a la puerta de la AFP , ella no lo dudó. Se paró segura al costado de la puerta de vidrio y cerró el candado en una cadena de gruesos eslabones que sujetó una de sus piernas a una manilla metálica.

La imagen de Imilsa Contreras encadenada, se viralizó rápidamente y tras esto se sucedieron protestas multitudinarias que, a pesar de su alta convocatoria, no lograron que se reformara el sistema de pensiones que hoy, a causa de la crisis económica arrastrada por el coronavirus, está en jaque.

«Ahí partió todo, la imagen se esparció, incluso llegó al extranjero la noticia. Eso marcó un precedente para que la gente saliera a manifestarse y se sumarán más personas. Yo de verdad siento eso, hoy en día ya es una fuerza nacional. Con esto del 10% yo felicito a la gente, porque no pueden seguir sentados en su casa esperando que llegue del cielo una moneda, porque el gobierno no aporta nada a la ciudadanía», dice confinada en su casa en el Cerro la Pólvora de Concepción.

Luego de encadenarse, Imilsa y sus compañeros cortaron una calle portando carteles y gritando consignas. La mujer cuenta que incluso llegó un carro lanza aguas, pero que no la mojaron. «Estamos protestando por tu familia también», le dijo a los Carabineros aquella vez. 

 

Cuando llegó a su casa, su marido Orlando Martínez, no sospechaba lo que había ocurrido. Se enteró a los minutos, cuando comenzaron los llamados de los periodistas para tener alguna reacción de Imilsa. Incluso la invitaron a Santiago para que contara su historia, ella armó su bolso y partió sola.

«Cuando me vio haciendo el bolso, me preguntó bromeando que a quién le había pedido permiso. ‘Pero si voy a volver, no me voy a quedar allá’, le dije yo. Él era un buen esposo, siempre me apoyó con que yo hiciera las cosas. A pesar de que él no me acompañaba, sabía que yo estaba protestando por los derechos que eran de todos», cuenta. 

Imilsa desde muy joven, en dictadura, salía a protestar con gente más joven después del trabajo y que nunca le contaba a su marido para que no se preocupara. «Con esos lolos hacíamos acciones, por supuesto que no andábamos matando a nadie, simplemente rayábamos alguna pared por ahí o tirábamos panfletos, había que agruparse y protestar. Y de repente tuvimos una fuerza que salimos a la calle a protestar y salimos a una marcha que nos duró 5 minutos en el centro, en la dictadura. Mi marido no sabía porque yo del trabajo me iba a la protesta. Calladita para que a mi marido no le diera miedo». 

En esa dinámica la relación se mantuvo firme por más durante 53 años, toda una vida. Orlando Martínez falleció el 13 de septiembre del 2017, perder a su compañero fue un golpe del que Imilsa aún no se repone del todo. «Tengo poquita fuerza porque estuve enferma, después de que mi marido falleció me dio depresión, también me caí, se quebraron mis costillas del lado izquierdo. Pasé un tiempo muy complicada hasta cuando mis costillas se mejoraron. Gracias a Dios he agarrado fuercita y aquí estoy acompañando a mi hijo», cuenta la mujer que pasa sus días de confinamiento junto a su hijo Héctor de 55 años. 

«La protesta la hice por el engaño de la AFP»

Los cuestionamientos de Imilsa al actual sistema de pensiones no son recientes. La mujer cuenta que en durante el primer lustro de los años ochenta, cuando comenzó a aplicarse la reforma de pensiones, ella nunca creyó en las promesas con que el gobierno intentaba persuadir a los trabajadores para incorporarse a una AFP. Por lo mismo  no se movió del antiguo régimen previsional de reparto.

«Muchos creyeron en el engaño de las AFP, yo conozco algunas historias muy tristes de las personas que se cambiaron de sistema. Una niña que era familiar de mi marido, jubiló hace más de un año, y ella trabajó muchos harto tiempo en el hospital y, cuando le propusieron cambiarse, se creyó el cuento. Ahora ella dice lo ingenua que fue porque su hermano, que trabajaba en el mismo hospital con un grado más bajo, no se cambió y jubiló con el doble de plata que ella.  Ahora jubiló con $300 mil pesos y él con $600, por el sistema antiguo. Como ella, mucha gente después se dio cuenta, cuando era tarde, que habían firmado y que se habían creído el cuento de las AFP y no era verdad», asegura.

Pese a no estar sujeta a una AFP, Imilsa dice que protesta por la gente de su edad y por los más jóvenes que no tuvieron la opción de elegir otro sistema para ahorrar los fondos para su vejez.  «La protesta la hice por el engaño de la AFP. Yo me movilizo por las demandas de todos los ciudadanos de mi país, mucha gente no se atreve a sacar la voz. Entonces yo lo hice por eso mismo, para que despertaran los otros compatriotas y se sumaran a las demandas de sus derechos», agrega la mujer que se encadenó en una AFP y que recibe una pensión cercana a los $280 mil con la que paga las cuentas de la casa, remedios y los alimentos para el mes.

Imilsa se ha mantenido informada sobre el actual debate legislativo sobre el retiro del 10% de los fondos de pensiones de las AFP. Asegura que de aprobarse el retiro, esto significaría un primer puntapié para reformar el sistema de pensiones. «Las AFP están en el suelo, ya no hay vuelta atrás porque ahora la gente considera que con fuerza va a sacar sus platas. Las AFP nunca debieron haber existido, porque la plata es de los trabajadores y debió haber sido administrada por el Estado, no con comerciantes que han trabajado para el bien de ellos. Hay mucha gente que por esto se quedó sin ningún peso y ahora no tiene un centavo de nada, y ha tenido que estar como limosnero en su país».

Esa es la realidad que Imilsa ve en su propia casa, su hijo quien ha trabajado toda la vida como constructor informal, no tiene posibilidades de ahorrar lo suficiente para tener una pensión que le alcance, al teléfono Héctor prevé que tendrá que trabajar durante toda su vida para poder mantenerse en su vejez.

«Me hice la idea de que tengo que trabajar hasta que me muera», asegura. 

Sobre el rol de su madre en las protestas contra las AFP, Héctor asegura sentirse orgulloso, pero cree que sus días liderando movimientos de protesta en la calle ya pasaron. «Mi madre todavía lucha, aconseja, apoya.  Yo trato de que se mantenga firme, pero no la puedo dejar que salga a la calle, o sea, a mí me encantaría que mi vieja saliera y luchara por los derechos de la gente, pero ella ya luchó, ya hizo su parte: peleó lo que pudo y ahora hay que esperar a que la gente nueva siga esa batalla». 

Pero Imilsa, pese al diagnóstico de su hijo, proyecta otra realidad. «Si la situación sanitaria se mejora y nos dejan salir, me gustaría volver a marchar. Hasta que cambie la cuestión, yo no voy a dejar de dar la pelea», cierra la mujer de 86 años.

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Publicado por Coordinadora Nacional NO Mas Afp en Jueves, 7 de septiembre de 2017

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