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Opinión

El día después del 10%

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 24.07.2020
Y se vino la tormenta perfecta: una enorme percepción de desigualdad; pérdida de credibilidad en las instituciones y, en curso, la enfermedad y la crisis económica.

Desde hace rato que en al ambiente se respira un aire de disgusto, injusticia, hastío y bronca. Se trata de un malestar que surge desde el interior de las viviendas y, por supuesto, se traslada a las calles. Es un malestar que ha otorgado buenas ventas a las ciencias sociales y robustecido la industria de internet.

Para las izquierdas y sus intelectuales, esto se veía venir, era parte del proceso natural de un modelo que traía su botón de autodestrucción incorporado. Y era que no: muchos viudos del siglo XX vieron en el estallido social una especie de segunda venida de Cristo.    

Por otro lado, los pensadores liberales han definido este malestar como algo propio de las sociedades que acceden, de manera vertiginosa, al consumo y, por ende, a la experiencia de autonomía en sus vidas.  Sin embargo, esa sensación de autonomía, propia de las jóvenes sociedades híper modernas, venía con la advertencia de que, al primer choque, se podía retroceder al punto de partida.

Y se vino la tormenta perfecta: una enorme percepción de desigualdad; pérdida de credibilidad en las instituciones y, en curso, la enfermedad y la crisis económica.

Lo cierto es que el 18 de octubre pasado la bronca desató una erupción social y logró correr a las mismísimas placas tectónicas de la política tradicional. Desde entonces, derechas e izquierdas son vistas como una misma élite de personajes que simbolizan engaño, estafa y arreglines.

Es bueno recordar lo ocurrido en el acuerdo denominado “Por la Paz Social y la Nueva Constitución”, cuando los políticos, de cara al enrabiado país, se comprometían a cambiar la Constitución, apostando a calmar las pasiones de aquella ciudadanía que se sentía traicionada por un gobierno que les había prometido más y mejores emprendimientos.    

Pero se vino la peste y con ella aparecieron las flechas del destino, vale decir, el miedo a la enfermedad y la muerte.

A cinco meses de llegada la pandemia, contamos casi 10 mil fallecidos a manos del Covid-19 y las discusiones por una nueva Constitución (los paños fríos del Acuerdo por la Paz) han pasado a tercer plano.

Digamos que hablar de nueva Constitución en este momento es como hablar sobre la teoría de las pestes y su devenir histórico. La ciudadanía no quiere más retóricas y espera ver cuanto antes la vacuna que le permita volver a sus normales vidas.

Por lo anterior es que la promulgación que permite el retiro del 10% de fondos de las AFP parece ser el comienzo de un irreversible camino hacía una peligrosa fantasía, donde la percepción de desigualdad e injusticia logran doblegar a las instituciones y amenazan con dejar reducido a un trámite inservible el proceso constitucional. 

Recordemos que esta semana, y al calor de los debates parlamentarios por el retiro del 10%, un senador de la República fue amenazado en su integridad física, por el sólo hecho de haber planteado, como alternativa, cobrar un impuesto de retiro para quienes ganaran sueldos superiores a los 6 millones de pesos.

Por supuesto que los pares parlamentarios de aquel senador, autodenominados como parlamentarios de izquierda, no expresaron solidaridad ni denunciaron estas amenazas. Por el contrario, acusaron a dicho senador de estar atornillando al revés, aun cuando su propuesta hubiese sido apoyada hasta por el mismísimo Lenin.

La causa del 10% no contó con orientación ideológica alguna que la sostuviera y, al igual que con el estallido social, no pidió permiso a las mesas sociales ni a los partidos políticos para su despliegue.  Al revés (y al igual que con el estallido) fueron las mesas sociales y los políticos (UDI y RN incluidos) quienes tuvieron que partir a rendirse ante esa implacable cruzada.

Entonces no estaría de más preguntarse, dado que las cruzadas del malestar están desplegadas y las instituciones entregadas, ¿qué pasará luego del retiro del 10% de las AFP?

La ineptitud y carencia de principios del gobierno, sumado a la falta de coraje del Parlamento para legislar desde la razón y no desde el miedo, vaticinan que muy pronto alguien propondrá nuevamente el retiro de otro 10% de las AFP. Lo más probable es que, al igual que en esta pasada, ese retiro sea aprobado sin un fondo solidario y las AFP sigan intactas.

Ya sabemos que la formula funciona, no es tan difícil imaginarlo. La gente verá dinero fresco.

La historia nos recuerda que, cuando el malestar de la cultura no es canalizado ni encauzado por los gobernantes y las razones normativas, son reemplazadas por la presión de las urgencias. Los finales suelen ser una ruleta rusa.

¿Dispara usted o disparo yo?

Cristián Zúñiga