Análisis| El espacio que queremos: Ciudadano y protector de la infancia

Por: El Desconcierto | Publicado: 15.08.2020
Análisis| El espacio que queremos: Ciudadano y protector de la infancia Foto: Laboratorio de Cambio Social. /
La crisis sanitaria nos brinda la posibilidad de repensar nuestros calles, barrios y espacios verdes, con una planificación urbana centrada en la infancia y la vejez. Tenemos que diseñar nuestras ciudades con más áreas verdes, seguras y sustentables. Sin estos elementos, las ciudades seguirán perpetuando brechas educacionales, de salud, de transporte y de desarrollo humano.

A partir de este martes 18 de agosto, los niños y las niñas que han tenido que permanecer en cuarentena en nuestro país podrán acceder a un permiso temporal para salir de sus hogares, realizar actividad física, o simplemente dar un paseo por su barrio. En estos cinco meses, con las clases del colegio forzadamente trasladadas al interior de los hogares y a formatos virtuales, les más pequeñes han tenido que adaptarse a cambios bruscos y duros. A pesar de que muchos han podido sobrellevar el escenario, volver al exterior, aunque sea solo un momento en la semana, plantea una nueva prueba en medio de esta pandemia.

En la práctica, el protocolo indica que les niñes menores de 14 años podrán salir de sus hogares con un adulto (padre, madre o tutor), quien solicita el permiso en el sitio web Comisaría Virtual), un máximo de tres veces a la semana. Los mayores de 14 años podrán salir sin compañía de un adulto.

En este contexto que surgen varias interrogantes: ¿nuestra ciudad, sus barrios, están adaptados para que los menores de edad puedan disfrutar de sus espacios? ¿Qué sucederá con les niñes cuyos barrios no tienen una plaza o un parque cercano?

En la Región Metropolitana, solo un poco más de un 55% de la población cuenta con acceso a una plaza en menos de 5 o a un parque en menos de 10 minutos caminando. Existen comunas que no cuentan con ninguna de las dos alternativas y estamos muy por debajo de tener un índice de acceso a áreas verdes apropiado para el desarrollo sustentable en una ciudad. Para llegar a ese nivel, un 75% de la población debe tener acceso a áreas verdes.

Según los indicadores de sustentabilidad de CEDEUS (Centro de Desarrollo Urbano Sustentable. PUC), entre las seis ciudades estudiadas, las familias valdivianas tienen mayor acceso a plazas y parques, con un 63%. Le siguen la Región Metropolitana con 55%, luego el Área Metropolitana de Concepción con 48%, Temuco-Padre Las Casas con 42%, Copiapó con 37% y La Serena-Coquimbo con solo 22%.

En seis ciudades chilenas, un alto porcentaje de las familias no tiene acceso a un espacio recreativo a una distancia razonable de su hogar. Fuente: CEDEUS-indicadores por ciudades, qué tan cerca estamos de una plaza.

El acceso a las áreas verdes es fundamental, ya que estos espacios ayudan a bajar los niveles de estrés asociados al ruido, la contaminación y otras condiciones urbanas. Lo hemos visto en les niñes y adultes en este confinamiento: muches están sobrellevando altos niveles de estrés, ansiedad, frustraciones y penas. El sedentarismo se ha convertido en otro factor endémico, con implicaciones cada vez más graves, tanto para niñes como adultes. De hecho, incluso para Covid19 es un factor de riesgo importante para la población chilena, que ya contaba con niveles de sobrepeso y obesidad muy elevados, como lo señala el último estudio del Mapa Nutricional 2019: el 60% de les niñes de quinto básico tiene sobrepeso u obesidad y un 34% de los adultos mayores de 15 años son obesos.

¿Qué pasará con esas comunas que no cuentan con los espacios apropiados para que les niñes puedan disfrutar al aire libre de un juego recreativo?

No planear la ciudad para y con los niñes crea riesgos y peligros, siendo los más perjudicados las familias con menos recursos. Esta crisis sanitaria ha demostrado una vez más que los barrios donde habitan las personas de un nivel económico menor son más golpeados con el poco y escaso acceso a la ciudad. Para les niñes y adolescentes que se encuentran en pleno desarrollo físico, emocional y de sociabilización es fundamental poder disfrutar de espacios urbanos aptos para su desarrollo y luchar contra la depresión.

Instalación de una huerta comunitaria en un espacio eriazo, facilitado a la Junta de Vecinos 13 del Barrio Bellavista, por la municipalidad de Providencia. Fuente: Archivos Laboratorio de Cambio Social.

La naturaleza también debe estar presente en las ciudades, en las veredas (con maceteros con flores y árboles) parques, plazas, terrazas de los edificios, cubiertas verdes, huertas comunitarias que nos facilitan el contacto con los vegetales y aprender a cultivar de manera comunitaria frutas, verduras y plantas medicinales. En comunas como Santiago, Providencia y La Pintana, la naturaleza y la sana alimentación se hacen parte de una vida de actividad física al aire libre, gracias a huertas comunitarias y otros espacios vegetales, cuidados por les vecines.

En muchos barrios chilenos, sin embargo, al no contar con equipamiento urbano apropiado para la infancia, la pérdida de oportunidades de desarrollo y los riesgos de sufrir algún siniestro vial se incrementan, siendo hoy un factor muy relevante. Al planificar barrios y ciudades para el desarrollo seguro de les niñes y adolescentes estamos planificando un lugar seguro para las mujeres, ancianos y todos los que habitan estos espacios.

Una forma poderosa de aumentar la resiliencia de nuestras comunidades, y por lo tanto nuestras ciudades y sus economías, es planificar para asegurar que todo barrio cuente con acceso a la salud, a colegios de calidad con profesores quienes en su mayoría provienen del mismo sector o comuna, áreas verdes de calidad, ferias libres para abastecerse de vegetales y alimentos ricos en vitaminas, influyendo directamente en tener una vida saludable y de buena calidad.

Si además conectamos estas oportunidades de vivir mejor con veredas amplias que permitan el distanciamiento, evitan la aglomeración de gente y beneficien el tránsito seguro, nos hemos adelantado significativamente en una estrategia comprensiva para superar los estragos del coronavirus en nuestro medio.

Secuencia de fotos: En Lautaro (Región de la Araucanía), les niñes de las escuelas se toman el espacio público para crear rutas, más que seguras, Bakanes entre sus hogares y sus colegios. Primera foto, mejorando las cruces y veredas para la vida; al medio y abajo, marcando la Ruta con los aprendizajes de les mismes niñes, para recordar siempre que elles tienen que ser la primera prioridad en nuestras calles. Fuente: Archivos Rutas Bakanes, Laboratorio de Cambio Social.

Planificar para cerrar las brechas actuales

Una planificación urbana basada en la primera infancia, pasando por la adolescencia y considerando a la vejez, permitiría abordar efectivamente los desafíos de estos tiempos con Covid19 y más allá. Garantizaría que su recuperación estará centrada en todas las personas, y hará de ellas comunidades más resilientes, seguras, accesibles, e inclusivas.

Los ejemplos abundan, todos fuera de Chile hasta ahora. Los cuadernos para la acción local, preparados por Unicef España, por ejemplo, resumen una serie de propuestas bien probadas para una planificación urbana responsable con la infancia. Similarmente, desde la Fundación Bloomberg y NACTO en EEUU, un grupo de destacados urbanistas expertos en sistemas de movilidad acaban de presentar su guía global (en español) para el diseño de calles pro-niñes (Designing Streets for Kids, un complemento del Global Street Design de NACTO (inglés), que ya es una referencia en ciudades avanzando en estos temas en todo el mundo.

La importancia de los espacios amables en la infancia radica en la salud y la convivencia. Un trabajo de la CEPAL destaca los consejos de Gary Evans, psicólogo evolutivo y medioambiental, para eliminar los factores de riesgo para la infancia, como parte habitual de la planificación urbana, especialmente la contaminación por el uso de materiales peligrosos (metales pesados, pesticidas y disolventes inorgánicos, entre otros), la exposición crónica al ruido (autopistas, aeropuertos y ferrocarriles), el hacinamiento al interior de las viviendas, el deterioro de los barrios, y la mala calidad de escuelas y guarderías. En el caso de la mayoría de las ciudades chilenas, tendríamos que agregar la contaminación del aire, la que produce miles de muertes prematuras al año (pp. 6-8), además de estar asociada a la demencia, asma, y otros problemas graves de salud, a lo largo del ciclo de vida.

El programa Rutas Bakanes, desarrollado por el Laboratorio de Cambio Social en comunas vulnerables de Santiago y en Lautaro, visibiliza y moviliza la energía de les niñes para mejorar sus barrios y escuelas. Tienen muy claro las dificultades que enfrentan para poder llegar de forma segura a sus casas y qué hace que un barrio sea más vulnerable para sus habitantes. Propuestas como implementar cruces peatonales seguros, letreros entendibles para todes y que estén a una altura adecuada para su estatura son un primer paso para que los barrios se vuelvan más amigables.

En 2019, en Lautaro (las fotos), región de la Araucanía, con un trabajo de urbanismo ciudadano, liderado por les mismes niñes, con apoyo de profesores y la Municipalidad de Lautaro, facilitó el diseño y la implementación de un recorrido de Rutas Bakanes, identificando los rasgos de sus características propias y de la comuna para embellecer los barrios con imágenes que los identifican. Fomentar la participación entre les niñes genera pertenencia de su entorno y construyen ciudadanía. la planificación urbana puede promover la unión entre los actores municipales, colegios, juntas de vecinos entre otros, logrando así resultados positivos para la convivencia.

Escaso acceso a colegios: otro sinónimo más de segregación a la ciudad

Producto de la actual pandemia, los barrios “completos”, con calles para jugar y encontrarse, con negocios locales que mantienen el suministro de alimentos y otros elementos esenciales, han demostrado su resiliencia, brindando ingresos entre vecines, y permitiendo una sobrevivencia digna, especialmente cuando son complementados por la presencia de una feria libre, una o más veces a la semana.

En el caso de los colegios chilenos, en marzo las clases se suspendieron (los escolares pudieron asistir menos de dos semanas a clases presenciales). Fue una medida necesaria y prudente, como demuestra la experiencia no solo en Chile sino en el mundo, marcado por sobre todo por una minimización de los daños de la enfermedad entre nuestres niñes. Sin embargo, la falta de un espacio para la socialización, el aprendizaje y, en muchos casos para recibir importantes servicios, como los almuerzos escolares, presiona cada vez más para algún tipo de regreso de estudiantes a las aulas.

Por los mismos resguardos, no hay datos masivos y confiables acerca de como la enfermedad puede afectar a les niñes, especialmente en el caso chileno cuando ya son parte de una “epidemia” de la obesidad, lo que aumenta la vulnerabilidad a esta enfermedad. Muchos escolares no cuentan con colegios próximos a sus hogares, teniendo que desplazarse en transporte público y furgones escolares, ya que sus colegios se encuentran muy distantes o los accesos son muy inseguros. De hecho, un porcentaje menor tiene la posibilidad de ir caminando o en bicicleta a los establecimientos educacionales. Estas condiciones aumentan demasiado los riesgos.

¿Por qué no trasladar el aprendizaje a las calles y espacios públicos de cada barrio?

Las ventajas de tener colegios próximos a los hogares son múltiples y sorprendentes: les niñes pueden ir caminando o en bicicleta, llegan con una mejor actitud a sus clases, interactúan más con el medio ambiente, conocen el entorno, aumenta la actividad física y actualmente es un foco menos de contagio por coronavirus.

Promover hábitos saludables de movilización es esencial, junto con crear un entorno con más árboles y espacios verdes, con juegos y también huertas, para suplemental la dieta familiar. También aportan a crear ciudades menos contaminadas, capaces de absorber más gases de efecto invernadero.

En el largo plazo, garantizar una red de jardines infantiles, de escuelas básicas y de enseñanza media próxima a los hogares (gratuitas y de calidad), con centros culturales y bibliotecas, así como parques y espacios públicos atractivos, aseguraría que nuestros barrios sean más sustentables y accesibles para sus habitantes. Reducirían viajes en transporte motorizado y permitirían renovar espacios ahora atochados con automóviles como áreas verdes, plazos de juego y de encuentro. Cubriendo estas necesidades básicas, podemos comenzar a garantizar que todes les niñes de Chile tendrán las mismas oportunidades de crecer sanamente, y de participar plenamente en nuestra sociedad en la medida que crecen, superando las enormes brechas actuales entre barrios, comunas y ciudades.

En el corto plazo, tiene sentido crear programas de empleo que contratan a las mujeres, grandes perdedoras en la lotería del desempleo que se ha posesionado del país, entrenando y empoderándolas para trabajar en sus propios barrios en actividades para niñes aprovechando las calles, veredas, plazas y otros espacios de cada sector.

Esto minimizaría viajes y maximizaría beneficios, tanto para las mujeres que así pueden trabajar con remuneración como para les niñes de diversas edades que pueden incluso aprender a través de actividades artísticas participativas como mejorar cada calle, cada cuadra de su lugar.

No podemos continuar confinados en nuestros hogares por mucho tiempo más. Les niñes tienen que volver a interactuar en los espacios fuera de sus casas. Para esto hay una ciencia y una práctica muy bien desarrollada, esperando aplicarse. Tenemos que tener claro que una mayor inversión en los espacios urbanos requiere un enfoque en la infancia y también nuevas políticas de empleo. Los gobiernos locales y municipios son las más cercanas y por lo tanto las más capaces de garantizar espacios seguros y amigables con el medio ambiente y la infancia.

Así podemos reducir los contagios de enfermedades entre les niñes, disminuiremos la tasa de sedentarismo y obesidad entre los infantes y adultos, además de potenciar su capacidad humana, su autonomía y felicidad.

https://www.eldesconcierto.cl/2020/07/11/analisis-cuando-fallan-las-autoridades-la-ciudadania-responde/

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