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Opinión

¿Y si hubiera ganado Tomic?

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 05.09.2020
¿Y si hubiera ganado Tomic? Tomic felicita a Allende |
Al conmemorarse cinco décadas de uno de los pocos (y breves) triunfos alcanzados por las izquierdas en Chile, vendría bien mirar al pasado: tanto Allende como Tomic (uno en formato radical y otro a ritmo gradual) querían desplazar a la cultura capitalista. Sin embargo, el proyecto de ambos fue arrasado por milicos, Chicago boys y los fantasmas de la derrota.

¿Qué hubiera pasado si la elección presidencial del 4 de septiembre de 1970 la ganaba Radomiro Tomic?

Pregunta pertinente en un presente plagado de series de TV que suelen viajar en el tiempo para alterar los acontecimientos transcurridos en la historia. También es una pregunta provocadora a 50 años del triunfo de la Unidad Popular y en un momento donde las izquierdas parecen seguir viviendo de pasiones y épicas del siglo XX.

Heidegger afirma que el individuo humano está arrojado en medio de una cierta facticidad; es decir, cada uno de nosotros comparece en un mundo ya hecho, en medio de una estructura de significados que no pudo escoger y desde donde se define a sí mismo y a los demás.

Es indudable que el triunfo de Salvador Allende y su posterior caída a manos de Nixon y sus agentes locales (gremios de camioneros, empresarios, El Mercurio, partidos políticos de derecha, Fuerzas Armadas, entre otros) han determinado nuestra cultura e inconsciente.

Preguntarse sobre si la diferencia de 250.767 votos que separaron a Allende (1.075.616 votos) de Tomic (824.849 votos) se hubiese dado a la inversa, y la banda presidencial de entonces le tocara al candidato de la Democracia Cristiana, resulta digno de un guion de ciencia ficción posmoderna.

Lo cierto es que los programas de gobierno de Salvador Allende y Radomiro Tomic eran similares. En una entrevista realizada en 1972 por la revista Chile HOY, se le preguntaba a Tomic sobre si en un gobierno presidido por él habría adoptado las mismas medidas que Allende y, por ende, habría tenido que enfrentar las mismas dificultades y resistencias. Tomic respondió: “Si yo hubiera ganado la primera mayoría en septiembre, las dificultades habrían sido similares. En algunos aspectos, menores; en otros, mayores, pero en esas condiciones habría sido un gobierno tan precario como éste. Pero había una segunda alternativa: que la UP hubiera entendido la validez y la oportunidad de la tesis de la unidad del pueblo, lo que habría dado lugar a un gobierno conjunto. Sobre esa base abrumadoramente mayoritaria en el país y en las estructuras institucionales, el gobierno habría podido acometer a fondo la construcción del socialismo democrático, con posibilidades de avanzar mucho más rápido y mucho más lejos y con muchos menos riesgos”.

La vida humana, va a observar Heidegger, cuando quien la vive mira para atrás de sí mismo, posee una sombra de culpa o de deuda. El individuo sabe que, al haber elegido una de las posibilidades, negó múltiples otras.

La unidad no alcanzada entre la DC y la UP estuvo a punto de otorgarle un triunfo al candidato de la derecha: el viejo Jorge Alessandri quedó a sólo 39.175 votos por debajo de Allende.

Existe mucha literatura encargada de argumentar, ideológicamente, la imposibilidad de alianza entre la Democracia Cristiana y la Unidad Popular, aun cuando ambos programas de gobierno eran casi idénticos.

A 50 años de aquella elección presidencial, el mundo y sus habitantes han cambiado. La manera de pensar y percibir la existencia es otra. El pensamiento binario de la década del 70 sería inviable de aplicar en nuestro presente. Hoy la disputa del poder se juega en los algoritmos, ya no desde épicas presenciales.     

Por lo anterior es que, al conmemorarse cinco décadas de uno de los pocos (y breves) triunfos alcanzados por las izquierdas en Chile, vendría bien mirar al pasado: tanto Allende como Tomic (uno en formato radical y otro a ritmo gradual) querían desplazar a la cultura capitalista. Sin embargo, el proyecto de ambos fue arrasado por milicos, Chicago boys y los fantasmas de la derrota.

No cabe duda que el próximo proceso constitucional develará muchas más coincidencias que discrepancias entre los habitantes de la oposición. Por ejemplo, los bienes básicos igualmente distribuidos generan consenso en casi todos los partidos y movimientos del bloque.

Quizás, con estos puntos de consenso bastaría para comenzar a delinear una ruta integradora de principios que, en el mediano y largo plazo, nos otorguen un proyecto político capaz de derrotar al siempre exitoso pragmatismo de las derechas.

Cristián Zúñiga