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Opinión

Carlos González y Tevito

Por: Francisco Villegas | Publicado: 06.09.2020
Carlos González y Tevito Tevito de fondo, en concierto de Inti Illimani | Pablo Ovalle / AGENCIA UNO
Acaba de dejarnos Carlos González. En ese espacio abierto de las estrellas, con el sonido de la luna y los pinceles, debe ya andar él y Víctor Jara, abriendo puertas de creación. Pero nos dejó para siempre a su creatura «Tevito», que fue emblema de la televisión pública, ese perro fiel acompañante de tanta fraternidad y humanidad, desbordando el nombre de la libertad para levantar ese bello lema que decía, simplemente: “Sigamos juntos”.

Hubo una época en que los sueños en Chile se envolvían en mariposas mientras las calles asumían una tintura de luz ancha y de esperanzas por un tiempo nuevo. Fue una época en que muchos de nosotros, niños en esos años, sentíamos ese aire que se deslizaba por el territorio nacional como creyendo que estaríamos en otro mundo o en otro planeta. No era raro, entonces, que las personas quisieran tener sueños. Y era absolutamente extraordinario, a la vez, que los jóvenes y la población desearan un país mejor alzando el propio deseo de un destino en libertad.

Por esas razones hubo personas que viajaron del norte, y también del sur, en unos recorridos largos e indescriptibles, hasta Santiago, esa capital ancha y ajena, porque allí estaba el otro crisol de la navegación social e intelectual y se podía recibir, de manera gratuita, las enseñanzas de personas e instituciones comprometidas con un tiempo donde todo era distinto o de naturaleza edificante.

Eso fue lo que sucedió con Carlos González cuando, desde su tierra natural de Iquique, partió a los 10 años a otros lugares (Coquimbo, La Serena, Antofagasta), en un periplo reluciente de comarcas y aprendizajes. En el Liceo de Hombres de Antofagasta se hizo notar como un claro dibujante, en sus pizarras, y eso le hizo decidirse, ya muy joven, para encumbrar a Santiago a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, porque ese lugar era bullente de sueños, debates e ideas infinitas. Y, también, de creatividad como el mejor espacio de todos los mundos para ser original.

De seguro, su infancia en el barrio El Morro, ese barrio tesoro de Iquique, el más antiguo de la comuna, le dio fuerzas para tener en cuenta siempre a su nortina ciudad, que fue presencia permanente en recuerdos y conversaciones, así como ese querer hacer las cosas con sentido creativo y para seguir su destino o su pasión por el arte.

Con entusiasta tentativa por lo que era la década de los 60, Carlos González ingresó a trabajar en televisión, a TVN, ese canal público que recién aparecía para ser un medio de comunicación de todos los chilenos, y que llegara a todo el territorio, lo que ningún canal universitario podía hacer. Con ello Carlos González se convirtió en uno de los pioneros de la tevé al comenzar a desempeñarse en el arte ilustrado y de la animación con una paciencia y formidable creatividad. Hasta el día de hoy, muchos compatriotas lo recordamos por sus personajes, siendo el más emblemático el inolvidable “Tevito”, el perro chinchinero con lentes (alusión al director de TVN en la Unidad Popular, Augusto Perro Olivares, de gruesas gafas, y quien muriera junto a su amigo Salvador Allende en La Moneda incendiada el día del Golpe), que realizó para un concurso en el año 1969 y que estuvo en pantalla, desde Arica a Tierra del Fuego, hasta el 11 de septiembre de 1973.

Fiel a sus ideales, como todo creador, hizo dupla con el gran Víctor Jara para dar vida a ese personaje que nos acompañó en ese tiempo, con la melodía de su bello tema Charagua que hoy, al volverla a escuchar, después de tantos años, y observando la animación, aún nos sobrecoge por todo su color de sencillez musical y de representatividad gráfica. Él mismo Carlos González dijo, varias veces, que su animación fue transversal porque era para todas las edades y pensamientos, sin distingos ni colores. Y Víctor Jara, como director artístico, en 1972 expresaba todo su “cariño y admiración para el equipo más capo de TV7” pues quería seguir trabajando en colaboraciones colectivas anidando creaciones y cuanta cosa que se le ocurría.

Pero ya sabemos lo que sobrevino de inmediato: la censura a las artes y a la cultura, el bestial asesinato de Víctor Jara y todo lo demás. Y el silencio obligado y horroroso para todo lo que fuera pensamiento libertario. La censura a la creación animada y a su autor, entonces, no fue otra cosa que generar el primer desaparecido de la dictadura pues se quemaron cintas, cuadernos, bosquejos y grabaciones de dicha obra. Años después, Carlos González, metamorfoseó a Tevito para crear el Conejito TV, un “Tevito” disfrazado con orejas que, a fin de cuentas, era el mismo perrito chinchinero, pero convertido en un conejo, del cual nadie se dio cuenta de su relación; ni siquiera los esbirros de la dictadura, que nada sabían de arte, de música o de libros.

Una gesto que retrató a Carlos González fue que nunca quiso cobrar derechos por su creación, pues dijo: “Esto es un homenaje a toda la gente que cayó. Toda la gente que quedó en el camino, que no le respetaron los derechos de ser persona y creo que el sólo hecho que Tevito salga en Televisión Nacional es un homenaje para ellos. Y no voy a cobrar por eso”.

Ahora acaba de dejarnos Carlos González. En ese espacio abierto de las estrellas, con el sonido de la luna y los pinceles, debe ya andar Carlos González y Víctor Jara, abriendo puertas de creación. Pero dejó para siempre a Tevito, fiel acompañante de tanta fraternidad y humanidad, desbordando el nombre de la libertad para levantar ese bello lema que decía, simplemente: “Sigamos juntos”.

Francisco Villegas