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Opinión

Septiembre, mes de heridas abiertas

Por: Luis Mesina | Publicado: 11.09.2020
Septiembre, mes de heridas abiertas Velatón por el 11 de septiembre de 1973 |
Hoy conmemoramos a los caídos, a Salvador Allende y a todos los que han sufrido, y refrendamos nuestro compromiso por no detenernos, por seguir avanzando. Tenemos un desafío el próximo 25 de octubre de ganar con el Apruebo y luego luchar por correr el cerco y alcanzar un verdadero proceso constituyente soberano, con participación y representación de los que han luchado.

La mañana del martes 11 de septiembre de 1973 amaneció fría, la ciudad de Santiago estaba oscura, con un cielo amenazador presagiando quizá la tragedia que un poco más tarde caería sobre todo el territorio nacional azotando al país por 17 años.

Durante años la oligarquía y los sectores dominantes nos han impuesto, a través de un currículo manipulado, que el 18 y 19 de septiembre son los días de la Independencia nacional y de las glorias del Ejército. Ambas fechas son una farsa. No fue sino hasta 1818 cuando se proclamó el Acta de Independencia. Tampoco puede llenarse de gloria este Ejército cuando arrastra sobre sí una larga secuela de crímenes contra su propio pueblo y una extensa y larga lista de desastres y derrotas contra otros ejércitos. La propia ciudadanía jamás le ha reconocido algún mérito a las FF.AA. chilenas, las “fiestas patrias”, fecha en la que se busca fortalecer los sentimientos patrios, son en realidad, para el pueblo, una fiesta gastronómica donde adquieren más valor las empanadas, el terremoto y el vino tinto que alguna proeza de estos “valientes soldados”.

Pero septiembre es también una fecha importante, no para todos, por supuesto. Para un sector significativo es la llegada al poder de Salvador Allende y la Unidad Popular. Gobierno que llenó de esperanzas a los sectores más desposeídos de nuestro país. Es un mes apreciado para quienes recuerdan ese día que abrió por primera vez las puertas para que el hombre y la mujer sencilla avizoraran un mundo mejor.

Es un mes donde debemos recordar y recapacitar sobre nuestro pasado, entendiendo que una sociedad que persigue algún día ser prospera y justa debe superar sus angustias y sus tristezas.

Chile aún no logra superar las heridas abiertas que se produjeron hace 47 años. Por el contrario, pareciera que cada vez se acrecientan mucho más. Y es que una minoría que se ha enseñoreado, en estas casi cinco décadas, de todos los bienes públicos de nuestro país muestra no estar dispuesta a ceder. Ha dictado las leyes y nos ha impuesto una Constitución espuria. Ha controlado la economía sin contrapesos acabando con conquistas trascendentales para nuestro pueblo, como la Reforma Agraria que, durante los gobiernos de Frei y Allende, había logrado restituir la propiedad sobre la tierra en beneficios de las mayorías; ha entregado nuestros recursos naturales como el cobre y el litio a los capitales foráneos; han entregado el agua, el bien más sagrado para el ecosistema, al mundo privado; han controlado y mancillado,  a través del sucio financiamiento la política, convirtiendo la actual democracia en un remedo del cual las mayorías ya no sienten absolutamente ningún aprecio.

Son 47 años donde las heridas para muchos siguen abiertas, pues aún no sabemos el paradero de muchos desaparecidos; aún no logramos alcanzar la justicia que supone castigo para quienes con el peso del Estado abusaron, torturaron y asesinaron. Chile aún está en deuda y, mientras lo esté, será difícil alcanzar la justicia y la paz por la que tantos hombres y mujeres han luchado y caído.

El 18 de octubre pasado está emparentado con este largo caminar de nuestro pueblo, cuando millones de habitantes de nuestro territorio salieron a correr el cerco de la injusticia demandando transformaciones sociales, económicas y políticas. Al igual como en septiembre del 73, el poder y quienes lo detentan han respondido con lo único que pueden y saben hacer: represión, tortura y muerte.

La historia sirve para conocer, para aprender, sirve en definitiva para trazar nuestros proyectos de vida. Quienes en septiembre de 1970 le dieron el triunfo a Salvador Allende son los mismos que debieron pagar el precio más caro de nuestra historia el 11 de septiembre de 1973. Después de 47 años, surge nuevamente la esperanza, pues los que se levantaron el 18 de octubre son los herederos de aquellos que entregaron sus vidas por un mundo mejor. Como decía Allende, “podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza”.

Hoy conmemoramos a los caídos, a Salvador Allende y a todos los que han sufrido, y refrendamos nuestro compromiso por no detenernos, por seguir avanzando. Tenemos un desafío el próximo 25 de octubre de ganar con el Apruebo y luego luchar por correr el cerco y alcanzar un verdadero proceso constituyente soberano, con participación y representación de los que han luchado. Así podremos realmente rendir un homenaje a tantos que han dado su vida por hacer de Chile un mejor país.

En esta fecha tan emblemática, recordamos para reflexionar las palabras de nuestro querido cantautor Patricio Manns: “Llegó volando / el cuervo sobre mi suelo / Para sembrar las ruinas y el desconsuelo. / Durante largos siglos los yanaconas / Le entregaron las llaves de la corona. / Durante largos siglos fue ensangrentando / El suelo de los pueblos que iba violando. / Perforando las tierras de la labranza / Para escarbar el oro de la templanza. / Se limpió las dos manos con mi bandera / Y no faltó en mi patria quien aplaudiera. / Porque hay desventurados que por migajas / Besan la bota sucia que los ultraja”.

Luis Mesina