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Opinión

Construyendo la unidad

Por: Pablo Vidal y Carla Amtmann | Publicado: 27.09.2020
Construyendo la unidad | Foto: AGENCIA UNO
¿Es posible que las distintas oposiciones puedan estar en un mismo pacto nacional de primarias? Sí, precisamente porque somos distintos, porque defendemos proyectos, legados y aspiraciones distintas, y porque hoy, en un país donde la democracia representativa está en crisis, es que no sólo podemos sino que debemos resolver esas diferencias en las urnas, a través de la deliberación ciudadana. 

La unidad no se declara, se construye. Hace unos pocos días la diputada Camila Vallejo (PC) y el concejal Nicolás Hurtado (PC) nos invitaron a reflexionar sobre la unidad de la oposición, asegurando que “este es el momento en que las distintas fuerzas políticas de oposición tienen que mostrar lo mejor de sí y no los cálculos pequeños”. Compartimos la invitación de Camila y Nicolás, quienes representan no sólo a un partido político que ha demostrado profundo compromiso con los cambios que Chile necesita, sino que además, y al igual que nosotros, a una nueva generación de políticos y políticas que rechazamos las formas de hacer política de la transición, que no nos gusta la cocina ni las negociaciones a espaldas a la gente.

El pasado 18 de octubre el movimiento ciudadano inició un proceso de cambio inexorable en Chile. No sólo se jubiló una manera de hacer política, entre cuatro muros, opaca y de cocina, sino también las instancias que dieron soporte a esas maneras, las que se reflejan hasta hoy en el entramado legal e institucional que nos legó la dictadura con la Constitución del 80, pensada para no hacer cambios y para mantener los vetos de una derecha que hizo gárgaras con acuerdos que postergaron avances urgentes para nuestra sociedad.

Hace un año la ciudadanía desahució el ideario de la derecha que hoy se refugia en el Rechazo, y se alistó para comenzar una etapa de renovación cuyas primeras estaciones son el proceso constituyente, la inédita elección de gobernadores/as y la elección de alcaldes y alcaldesas. Es la primera muestra electoral desde que Chile cambió.

Si miramos las últimas encuestas de Espacio Público, las expectativas e imaginarios que tiene la ciudadanía frente al plebiscito presenta dentro de sus valores centrales la dignidad (51%), igualdad (49%), democracia (44%), respeto (38%), libertad (31%) y descentralización (23%), conceptos que se relevaron desde el estallido y que hoy nos invitan a las fuerzas transformadoras a generar las condiciones para conjugar esas aspiraciones que habían sido siempre vetadas.

En este contexto se debaten los partidos políticos, entre negociaciones, pactos por omisión o primarias. Y, contrariamente a lo que alguien podría creer, esta no es una definición meramente electoral: lo que se juega es la oportunidad de crear un espacio donde los principios que generaron el estallido encuentren expresión en las elecciones de gobiernos locales y regionales. Es un gesto concreto de unidad y de propósito, que nos permitirá dejar a “los del Rechazo” reducidos a la minoría que son, y de esa forma permitir a las mayorías por fin avanzar hacia el nuevo Chile.

En esta decisión nos jugamos la posibilidad de profundizar la democracia a través de un acuerdo de primarias municipales y regionales legales amplias, vinculantes y sin exclusiones, que permitan la unidad opositora de partidos políticos y movimientos sociales, para revalorizar la política y hacer carne la búsqueda de esa dignidad perdida. Mismo esfuerzo tendremos que hacer para la Convención Constitucional, donde junto a distintas fuerzas e independientes podamos constituirnos en un cuerpo que permita los cambios y deje los vetos en 1980. Necesitamos al fin, democracia, participación, escucha, generosidad y sentido de urgencia.

¿Es posible que las distintas oposiciones puedan estar en un mismo pacto nacional de primarias? Sí, precisamente porque somos distintos, porque defendemos proyectos, legados y aspiraciones distintas, y porque hoy, en un país donde la democracia representativa está en crisis (pero aún no ha nacido un nuevo modelo de participación), es que no sólo podemos, sino que debemos, resolver esas diferencias en las urnas, a través de la deliberación ciudadana.

La unidad no se declara: se construye, con gestos y acciones concretas. Construir unidad para llevar a cabo los cambios políticos y sociales, construir unidad para hacer realidad las aspiraciones del pueblo de Chile, construir unidad para ofrecer una alternativa para los que creen en los cambios. Construir unidad es trabajar juntos y juntas el nuevo pacto social que sostendrá el desarrollo de Chile. Construir unidad es poner por delante las demandas del Chile del estallido por sobre nuestras diferencias. Unidad, unidad y unidad. Porque no hablamos de unidad electoral: hablamos de unidad democrática ante la crisis que está dando a luz al nuevo Chile.

Pablo Vidal y Carla Amtmann