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AFP y Activos Alternativos: un tranco que urge apurar

Por: Gabriela Clivio | Publicado: 28.09.2020
AFP y Activos Alternativos: un tranco que urge apurar AFP imagen referencial | Agencia Uno
Si todos sabemos que un punto más de rentabilidad durante toda la vida laboral de un afiliado puede aumentar en cerca de 25% el monto que recibirá al momento del retiro, la pregunta a responder es: ¿por qué nos demoramos tanto en adoptar medidas que benefician a todos los chilenos? ¿Cómo podemos pensar en constituirnos como centro financiero si recién a fines del año 2017 se permitió al sistema de pensiones invertir en la clase de activos que ya representan más del 25% de los activos globales?

Un activo alternativo es aquel activo financiero que no se incluye en ninguna de las categorías de inversión convencionales las que a su vez consideran acciones, bonos y efectivo. Debido a sus características complejas, la falta de regulación y la menor liquidez que los caracteriza, la mayoría de estos activos están en manos de inversionistas institucionales o personas de alto patrimonio. Ejemplos de ellos son: el capital privado o capital de riesgo, los fondos de cobertura, los bienes inmuebles o real estate, las materias primas y los activos tangibles. En los últimos años, gracias a los fondos de inversión en activos alternativos, los ETFs y los fondos mutuos con carteras alternativas, este tipo de inversiones también se han vuelto accesibles en menor medida para los inversionistas minoristas o el retail.

Lo destacable, y deseable, de las inversiones alternativas es que por lo general estas suelen tener una baja correlación con las demás clases de activos y, por lo tanto, se convierten en un activo apetecido para la diversificación de carteras y la eliminación del riesgo diversificable de las mismas. Adicionalmente, algunos activos alternativos también proporcionan una cobertura contra la inflación. Debido a la baja correlación con las demás clases de activos, muchos fondos institucionales grandes, como los fondos de pensiones, asignan una parte de sus carteras a inversiones alternativas. En Chile, hasta fines del año 2017, las AFP no estaban autorizadas a invertir en activos alternativos y extrañamente, o quizás por desconocimiento de sus atributos, a nadie parecía molestarle esto.

Si bien es importante destacar que las inversiones en activos alternativos no están exentas de riesgo, hay que tener en cuenta que en periodos de crisis financieras sus rendimientos pueden estar correlacionados con los de otras inversiones tradicionales. Un ejemplo de esto es lo sucedido a fines del año 2008 donde las correlaciones entre las diferentes clases de activos aumentaron drásticamente. Sin embargo, al analizar los datos entre los años 1990-2014, el rendimiento promedio de los fondos de cobertura, del sector inmobiliario, del capital privado y del capital de riesgo -todos estos activos alternativos– excedieron los rendimientos promedios de las acciones y los bonos mundiales o activos tradicionales.

En resumen, las inversiones en activos alternativos, debido a las bajas correlaciones con otras clases de activos tradicionales, permiten la diversificación de las carteras de inversión, con rendimientos esperados más altos -rendimiento absoluto positivo- en mercados ilíquidos y potencialmente menos eficientes. Es importante de todas maneras destacar la importancia de tener la capacidad y la voluntad de adoptar una perspectiva de inversión de largo plazo en este tipo de activo. A modo de ejemplo, en el reporte anual del Endowment de la Universidad de Yale del año 2015 se mencionaba que el 73% esta cartera se encontraba invertida en activos alternativos mientras que, a agosto del mismo año, INSEAD asignaba el 38% de suendowment a inversiones alternativas, las que incluían bienes raíces, fondos de cobertura y capital privado y deuda, mientras que el 62% restante se invertía en activos financieros tradicionales tales como acciones y bonos globales. En estos dos últimos ejemplos, estamos hablando que invertían su endowmentdos las mejores escuelas de negocios del mundo.

Sin embargo, en Chile recién en octubre del año 2017 la Superintendencia de Pensiones autorizó la inversión en activos alternativos por parte de los Fondos de Pensiones y del Fondo de Cesantía Solidario, permitiendo que apenas el 10% del fondo tipo A se invirtiera en esta clase de activos. El objetivo final de estos cambios era claramente que los afiliados contaran con una mayor pensión y, tal como lo explicamos antes, se perseguía una mayor diversificación de las inversiones, ampliando el universo de inversiones de largo plazo, invirtiendo en una mayor variedad de activos.

Si todos sabemos que un punto más de rentabilidad durante toda la vida laboral de un afiliado puede aumentar en cerca de 25% el monto que recibirá al momento del retiro, la pregunta a responder es: ¿por qué nos demoramos tanto en adoptar medidas que benefician a todos los chilenos? ¿Cómo podemos pensar en constituirnos como centro financiero si recién a fines del año 2017 se permitió al sistema de pensiones invertir en la clase de activos que ya representan más del 25% de los activos globales? Más allá de tratar de entender el motivo del retraso en la toma de medidas, lo cierto es que es muy importante recuperar el ritmo de innovar que hemos perdido en estas últimas décadas y, así, poder generar acciones que velen por la rentabilidad de los fondos de las personas.

Gabriela Clivio